EL POLO POR ESTOS DÍAS ES FUENTE de gran curiosidad. Más allá de que uno discrepe o coincida con este partido, es fascinante preguntarse ¿a qué están jugando?
Una de las cosas emocionantes de la política es que es como los juegos: se trata de ganar. Los motivos pueden ser muchos (para hacer un mundo mejor, para hacer plata, para “ayudar a la gente”, para ayudarse a sí mismo, etc.), pero el objetivo es el mismo, sin importar la orientación ideológica o los medios utilizados durante la competencia.
Y el Polo está de competencia. Compite con el Partido Liberal y el Partido Conservador en las consultas presidenciales del 27 de septiembre. Compite con el Gobierno desde la oposición. Compite con la guerrilla por llevar las banderas de la izquierda. Compite consigo mismo en la campaña de los precandidatos a la presidencia, Petro y Gaviria.
Pero nada de lo que hace el Polo indica que quiere ganar. Aunque es el partido que se opone más claramente al Gobierno, su presidente por cuatro años, Carlos Gaviria, dice que acepta reelegirse como presidente y lanzarse como candidato, con el argumento de que es su responsabilidad porque se lo pidieron “las bases democráticas de la colectividad”.
Luego el Polo nombra a Jaime Dussán, probablemente el miembro más desprestigiado de la izquierda legal en Colombia, como presidente temporal, mientras Gaviria hace campaña. Lo primero que hace Dussán es meterse en un escándalo mediático por sus conductas clientelistas en la ya cuestionada gestión de Samuel Moreno.
Lo segundo, a raíz del reciente conflicto con Venezuela, es autonombrarse como mediador. Se va a donde Chávez justo cuando las relaciones con el Gobierno de Colombia están congeladas, declara que “comparte los ideales socialistas” del movimiento bolivariano que le hace estatuas a Tirofijo y dice “no tengo información sobre eso”, cuando le preguntan si está de acuerdo con el cierre de medios de comunicación o con el modelo de Estado Docente que tumba la libertad de cátedra.
Si el objetivo del Polo es ganar votos, ¿por qué busca el “beso de la muerte” de Chávez? Si su objetivo es ganar sin recurrir a las prácticas tradicionales de hacer política, ¿por qué nombra a Jaime Dussán de presidente? Si quiere ser una alternativa política que se la juega por el Estado de Derecho y la coherencia ideológica, ¿por qué concurre con modelos políticos que violan en sus países la libertad individual, de expresión y de cátedra? Si hay gente en el Polo que sí quiere jugar para ganar, ¿por qué no dicen nada?
Preguntas fascinantes. Del tipo de fascinación que se siente al ver a un loco arrancarse el pelo, o a un perro mordiéndose la cola. Pero también un poco tristes, sobre todo si es un loco al que uno le tiene simpatía.
Pata: Desde ahora, y por un par de años, escribo esta columna desde Washington D.C.
Una de las cosas emocionantes de la política es que es como los juegos: se trata de ganar. Los motivos pueden ser muchos (para hacer un mundo mejor, para hacer plata, para “ayudar a la gente”, para ayudarse a sí mismo, etc.), pero el objetivo es el mismo, sin importar la orientación ideológica o los medios utilizados durante la competencia.
Y el Polo está de competencia. Compite con el Partido Liberal y el Partido Conservador en las consultas presidenciales del 27 de septiembre. Compite con el Gobierno desde la oposición. Compite con la guerrilla por llevar las banderas de la izquierda. Compite consigo mismo en la campaña de los precandidatos a la presidencia, Petro y Gaviria.
Pero nada de lo que hace el Polo indica que quiere ganar. Aunque es el partido que se opone más claramente al Gobierno, su presidente por cuatro años, Carlos Gaviria, dice que acepta reelegirse como presidente y lanzarse como candidato, con el argumento de que es su responsabilidad porque se lo pidieron “las bases democráticas de la colectividad”.
Luego el Polo nombra a Jaime Dussán, probablemente el miembro más desprestigiado de la izquierda legal en Colombia, como presidente temporal, mientras Gaviria hace campaña. Lo primero que hace Dussán es meterse en un escándalo mediático por sus conductas clientelistas en la ya cuestionada gestión de Samuel Moreno.
Lo segundo, a raíz del reciente conflicto con Venezuela, es autonombrarse como mediador. Se va a donde Chávez justo cuando las relaciones con el Gobierno de Colombia están congeladas, declara que “comparte los ideales socialistas” del movimiento bolivariano que le hace estatuas a Tirofijo y dice “no tengo información sobre eso”, cuando le preguntan si está de acuerdo con el cierre de medios de comunicación o con el modelo de Estado Docente que tumba la libertad de cátedra.
Si el objetivo del Polo es ganar votos, ¿por qué busca el “beso de la muerte” de Chávez? Si su objetivo es ganar sin recurrir a las prácticas tradicionales de hacer política, ¿por qué nombra a Jaime Dussán de presidente? Si quiere ser una alternativa política que se la juega por el Estado de Derecho y la coherencia ideológica, ¿por qué concurre con modelos políticos que violan en sus países la libertad individual, de expresión y de cátedra? Si hay gente en el Polo que sí quiere jugar para ganar, ¿por qué no dicen nada?
Preguntas fascinantes. Del tipo de fascinación que se siente al ver a un loco arrancarse el pelo, o a un perro mordiéndose la cola. Pero también un poco tristes, sobre todo si es un loco al que uno le tiene simpatía.
Pata: Desde ahora, y por un par de años, escribo esta columna desde Washington D.C.
No había considerado la ironía de Carlos Gaviria: opositor de la reelección popular a menos que sea la suya.
ResponderEliminarMuy buen artículo.
se acabo la gasolina se acabo el petroleo se acabo la cocaina que pasa que pasa...
ResponderEliminarnos reimos del dinero sobre todo si tenemos y si baja el dios del cielo vamos a reirnos de el...no reconocemos a nadie con nosotros no hay problemas
ResponderEliminarBuena columnan nada que agragar
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