No entendemos al gobierno de Colombia, que consciente de la amenaza que se cierne sobre la democracia en América Latina y sobre la suya propia -proveniente del feroz ataque que el Foro de Sao Paulo realiza desde los gobiernos conquistados en los últimos 10 años- no haya defendido al pueblo hondureño cuando depuso a Manuel Zelaya.
El presidente de Honduras, fue separado de su cargo, mediante la aplicación de normas constitucionales legales y vigentes para ese país, era un presidente en ejercicio que estaba violentando la constitución y había incurrido claramente en traición a la patria. Trató de cambiar la constitución de su país –al mejor estilo chavista-, violentando todas las normas constitucionales vigentes de su país, para perpetuarse en el poder, influido por los dólares y el petróleo de Hugo Chávez, quien en sus afanes expansionistas ha comprado gobiernos y presidentes por doquier en América Latina.
Hablando de estilo chavista, en estos días hemos analizado unos videos publicados en YouTube, donde el presidente Evo Morales dice “Algunos dicen que estamos en el poder, falso, no estamos en el poder, solo tenemos el gobierno, el poder ejecutivo…” y termina diciendo “…el poder que tenga el pueblo significa tenemos el poder ejecutivo, el poder legislativo y el poder judicial así el pueblo Boliviano tendrá el poder para hacer una justicia con los trabajadores.” No hay que ser muy sagaz para entender que lo que le espera a Bolivia es una larga dictadura al igual que a varios países de nuestra América, y Honduras no era la excepción.
Por estas razones no entendemos al gobierno colombiano que decidió apoyar la versión y los argumentos chavistas en torno a un supuesto “golpe de estado” ocurrido en Honduras, versión acogida por casi toda la comunidad internacional en forma absurda.
Nos preguntamos preocupados ¿Entonces un presidente, en esta época no puede ser juzgado y condenado, si trasgrede las leyes y la constitución que juró cumplir al asumir el mandato? Porque esto es lo que ha ocurrido y la condena mundial –inexplicable- tiene aislado al pueblo hondureño y condenado a embargos económicos, rupturas diplomáticas, etc.
Es claro para nosotros, y para muchos analistas imparciales de América Latina, que allí no hubo tal “golpe”. Revisando los documentos –todos disponibles en internet- se deduce que Zelaya fue condenado, destituido, capturado y expatriado.
Lo que si debemos aceptar, es que al presidente Zelaya debieron ponerlo preso, y no dejarlo en otro país en medio de la noche y en pijama, humillándolo y exponiéndose a la crisis internacional que se ha desencadenado.
Aunque entendemos que lo hicieron pensando en evitar un baño de sangre en su país. Hipótesis que apunta a que los militares que habían sido comisionados para la capturarlo decidieron de dos males el menor. Si lo hubiesen dejado encarcelado quizás habrían podido desencadenarse disturbios que llevarían a lamentables hechos de sangre. Sacarlo del país era ilegal, pero ante la posibilidad de una confrontación entre hermanos, para evitarlo se explica que lo hayan expatriado.
Este error ha sido aprovechado mediáticamente para condenar la transición constitucional que vivió Honduras y vender al mundo la versión de que hubo un golpe de estado en Honduras.
La dignidad del pueblo hondureño, no estaba a la venta y aún mantienen su posición, tal parece que este ejemplo aterroriza a todos los mandatarios del mundo moderno, y estamos de acuerdo, deberían temblar aquellos que disfrazados de demócratas llegaron al poder y hoy intentan convertirse en dictadores.
Francamente no entendemos al presidente Uribe, quien en varios escenarios, valientemente se ha opuesto al expansionismo chavista y ha enfrentado al interior de la UNASUR a los presidentes del “eje del mal”.
Esperemos que cuando se quiera reaccionar no sea tarde para Colombia. Lamente su falta de solidaridad con el vapuleado pueblo hondureño, se parece a la cobardía de algunos descrita por el dramaturgo alemán Bertolt Brecht en la Alemania nazi:
“Primero cogieron a los comunistas,
y yo no dije nada porque yo no era un comunista.
Luego se llevaron a los judíos,
y no dije nada porque yo no era un judío.
Luego vinieron por los obreros,
y no dije nada porque no era ni obrero ni sindicalista.
Luego se metieron con los católicos,
y no dije nada porque yo era protestante.
Y cuando finalmente vinieron por mí
no quedaba nadie para protestar.”
Parodiando este poema callejero de Brecht, podríamos decir –ya no de los nazis sino el Foro de Sao Paulo-: Primero vinieron por Venezuela, pero como yo no era venezolano, no dije nada. Luego vinieron por Bolivia, pero como yo no era boliviano, no dije nada… etc., pero cuando vengan por Colombia, ya no habrá quien nos ayude.
¿Tendremos los colombianos la mitad de la dignidad del pueblo hondureño y haremos valer nuestra independencia y respetar nuestra democracia? Vale la pena pensarlo.
cunado dice "Trató de cambiar la constitución de su país –al mejor estilo..." se equivocó de presidente, debió decir "al mejor estilo URIBISTA"
ResponderEliminar