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QUE DESGRACIA TAN INFINITA
Hace unos pocos días se presentó en Manizales el actor Diego Trujillo con un muy buen monólogo que ha titulado con la misma frase que lo hizo famoso y con la que iniciamos esta columna. No pensé que pasados unos días íbamos a tener tema para seguir aguantándonos al vulgarote coronel insultando de nuevo esta vez al Presidente y al Canciller porque estamos lejos de quedar libres del demente e irresponsable dictador.
Pero lo que verdaderamente me ha dado argumento para hoy, es la situación económica que están afrontando algunos países de la región, en los cuales las diferencias que les ha dejado la crisis mundial son de tal magnitud que parece que todos vivieran en los polos opuestos.
En Colombia nos ha ido mucho mejor de lo que esperábamos, a pesar de los plañidos de la oposición, cuya única finalidad es tratar de borrar con argumentos sin fundamento el buen trabajo que se hizo para conservar una economía sana, pero que ellos creen que con sus ataques llenos de una demagogia barata van a recibir algún respaldo de la opinión publica. Si no hubiera sido por las actitudes de los dos presidentes vecinos, uno de los cuales afortunadamente y presionado por sus gentes, está dando muestras de racionalidad, otra hubiera sido nuestra situación y no hubiéramos tenido que perder un tiempo valioso en una más rápida recuperación.
Del gorila, y para no volvernos cansones, sólo tenemos que decir que nos da una gran pena de los venezolanos por la desgracia tan infinita que están atravesando en manos del demente.
Su economía entró en una aterradora recesión, más increíble aún por la cantidad de riquezas naturales sobre las cuales viven. Tienen cerca de un 30% de inflación, desempleo altísimo, no hay comida. Es el país más corrupto de América Latina. No existe libertad de expresión y, como si fuera poco, se vive con un síndrome de terror ocasionado por los pájaros, que armados por el mismo gobierno toman toda clase de represalias con quienes se atreven a criticarlo. Es decir, peor que Cuba.
Los ecuatorianos se han dado cuenta del error cometido por su presidente, y es por esto que prácticamente lo han obligado a restablecer las buenas relaciones comerciales con nosotros, aunque alguna vez juró que nunca mientras Uribe fuera presidente, volvería a tener contactos con Colombia.
No veo muy claro por qué en estos momentos de crisis energética que sufre Ecuador, no se le suministra el gas que le estamos entregando al gorila que ningún favor nos hace, en vez de solidificar las relaciones con quienes quieren, así sea por interés, volver a ser nuestros amigos.
Pero lo que nos ha dejado con la boca abierta, es el increíble crecimiento de Brasil. Siempre hemos pensado que es un gigante, pero nunca pensamos que tan rápidamente iba a llegar a jugar en las grandes ligas mundiales. Y ese sí es de verdad un aliado que tenemos que cuidar con gran diplomacia, como lo hemos venido haciendo.
Sigamos entonces, aunque nos duela, guardando con el chafarote la prudencia que ejemplarmente nos está señalando nuestro presidente, porque el mundo entero, fuera de los dos dinosaurios dictadores cubanos, el baboso de Nicaragua y el analfabeto de Bolivia, se da más cuenta del peligro que representa el excelentísimo señor Presidente de Venezuela.
QUE DESGRACIA TAN INFINITA
Hace unos pocos días se presentó en Manizales el actor Diego Trujillo con un muy buen monólogo que ha titulado con la misma frase que lo hizo famoso y con la que iniciamos esta columna. No pensé que pasados unos días íbamos a tener tema para seguir aguantándonos al vulgarote coronel insultando de nuevo esta vez al Presidente y al Canciller porque estamos lejos de quedar libres del demente e irresponsable dictador.
Pero lo que verdaderamente me ha dado argumento para hoy, es la situación económica que están afrontando algunos países de la región, en los cuales las diferencias que les ha dejado la crisis mundial son de tal magnitud que parece que todos vivieran en los polos opuestos.
En Colombia nos ha ido mucho mejor de lo que esperábamos, a pesar de los plañidos de la oposición, cuya única finalidad es tratar de borrar con argumentos sin fundamento el buen trabajo que se hizo para conservar una economía sana, pero que ellos creen que con sus ataques llenos de una demagogia barata van a recibir algún respaldo de la opinión publica. Si no hubiera sido por las actitudes de los dos presidentes vecinos, uno de los cuales afortunadamente y presionado por sus gentes, está dando muestras de racionalidad, otra hubiera sido nuestra situación y no hubiéramos tenido que perder un tiempo valioso en una más rápida recuperación.
Del gorila, y para no volvernos cansones, sólo tenemos que decir que nos da una gran pena de los venezolanos por la desgracia tan infinita que están atravesando en manos del demente.
Su economía entró en una aterradora recesión, más increíble aún por la cantidad de riquezas naturales sobre las cuales viven. Tienen cerca de un 30% de inflación, desempleo altísimo, no hay comida. Es el país más corrupto de América Latina. No existe libertad de expresión y, como si fuera poco, se vive con un síndrome de terror ocasionado por los pájaros, que armados por el mismo gobierno toman toda clase de represalias con quienes se atreven a criticarlo. Es decir, peor que Cuba.
Los ecuatorianos se han dado cuenta del error cometido por su presidente, y es por esto que prácticamente lo han obligado a restablecer las buenas relaciones comerciales con nosotros, aunque alguna vez juró que nunca mientras Uribe fuera presidente, volvería a tener contactos con Colombia. No veo muy claro por qué en estos momentos de crisis energética que sufre Ecuador, no se le suministra el gas que le estamos entregando al gorila que ningún favor nos hace, en vez de solidificar las relaciones con quienes quieren, así sea por interés, volver a ser nuestros amigos.
Pero lo que nos ha dejado con la boca abierta, es el increíble crecimiento de Brasil. Siempre hemos pensado que es un gigante, pero nunca pensamos que tan rápidamente iba a llegar a jugar en las grandes ligas mundiales. Y ese sí es de verdad un aliado que tenemos que cuidar con gran diplomacia, como lo hemos venido haciendo.
Sigamos entonces, aunque nos duela, guardando con el chafarote la prudencia que ejemplarmente nos está señalando nuestro presidente, porque el mundo entero, fuera de los dos dinosaurios dictadores cubanos, el baboso de Nicaragua y el analfabeto de Bolivia, se da más cuenta del peligro que representa el excelentísimo señor Presidente de Venezuela.
Pero lo que verdaderamente me ha dado argumento para hoy, es la situación económica que están afrontando algunos países de la región, en los cuales las diferencias que les ha dejado la crisis mundial son de tal magnitud que parece que todos vivieran en los polos opuestos.
En Colombia nos ha ido mucho mejor de lo que esperábamos, a pesar de los plañidos de la oposición, cuya única finalidad es tratar de borrar con argumentos sin fundamento el buen trabajo que se hizo para conservar una economía sana, pero que ellos creen que con sus ataques llenos de una demagogia barata van a recibir algún respaldo de la opinión publica. Si no hubiera sido por las actitudes de los dos presidentes vecinos, uno de los cuales afortunadamente y presionado por sus gentes, está dando muestras de racionalidad, otra hubiera sido nuestra situación y no hubiéramos tenido que perder un tiempo valioso en una más rápida recuperación.
Del gorila, y para no volvernos cansones, sólo tenemos que decir que nos da una gran pena de los venezolanos por la desgracia tan infinita que están atravesando en manos del demente.
Su economía entró en una aterradora recesión, más increíble aún por la cantidad de riquezas naturales sobre las cuales viven. Tienen cerca de un 30% de inflación, desempleo altísimo, no hay comida. Es el país más corrupto de América Latina. No existe libertad de expresión y, como si fuera poco, se vive con un síndrome de terror ocasionado por los pájaros, que armados por el mismo gobierno toman toda clase de represalias con quienes se atreven a criticarlo. Es decir, peor que Cuba.
Los ecuatorianos se han dado cuenta del error cometido por su presidente, y es por esto que prácticamente lo han obligado a restablecer las buenas relaciones comerciales con nosotros, aunque alguna vez juró que nunca mientras Uribe fuera presidente, volvería a tener contactos con Colombia. No veo muy claro por qué en estos momentos de crisis energética que sufre Ecuador, no se le suministra el gas que le estamos entregando al gorila que ningún favor nos hace, en vez de solidificar las relaciones con quienes quieren, así sea por interés, volver a ser nuestros amigos.
Pero lo que nos ha dejado con la boca abierta, es el increíble crecimiento de Brasil. Siempre hemos pensado que es un gigante, pero nunca pensamos que tan rápidamente iba a llegar a jugar en las grandes ligas mundiales. Y ese sí es de verdad un aliado que tenemos que cuidar con gran diplomacia, como lo hemos venido haciendo.
Sigamos entonces, aunque nos duela, guardando con el chafarote la prudencia que ejemplarmente nos está señalando nuestro presidente, porque el mundo entero, fuera de los dos dinosaurios dictadores cubanos, el baboso de Nicaragua y el analfabeto de Bolivia, se da más cuenta del peligro que representa el excelentísimo señor Presidente de Venezuela.
SILENCIOS QUE INDIGNAN
Toda la razón le asistía al canciller Jaime Bermúdez cuando reclamó a la pomposa Unasur por su silencio frente a las continuas agresiones de Hugo Chávez. Agresiones que ya no son solo verbales, como lo muestra la voladura de dos puentes peatonales en la frontera y la indiferencia del régimen chavista frente al asesinato, en su territorio, de un grupo de humildes colombianos. Que un mandatario socio y fundador de Unasur amenace a un vecino con la guerra y lleve a cabo acciones dignas de bandas terroristas no ha merecido un solo comentario de Unasur como institución, ni tampoco, de manera individual, de los gobiernos que la integran.
Lula calla. La señora Bachelet, que tan preocupada se declaró por el uso estadounidense de las bases militares colombianas, también se hace la gringa. La señora Fernández de Kirchner, ni hablar, aunque, claro, ella tiene un maletín con 800.000 dólares que le mandó Chávez para justificarse. Es un silencio cobarde e indignante. Es el silencio de muchos cuando los nazis se llevaban a los judíos a los campos de concentración. Esa pasividad les salió costosa a los indiferentes, pues luego los nazis vinieron por ellos. Si la región le permite actuar así a Chávez contra Colombia, sus líderes deben saber que, algún día, la furia de este sicópata se volteará contra ellos.
Y qué decir de la administración de Barack Obama, que tan cómoda parece en su silencio. Un día se arrepentirá de no haber sabido respaldar a su único aliado verdadero en la región, el que les extradita a cientos de narcotraficantes, el que les ha reducido de manera sustancial la producción y exportación de cocaína para que menos polvo blanco llegue a las narices de sus adictos, el que no se ha dejado comprar -como lo hizo el depuesto Manuel Zelaya y como lo han hecho muchos otros- por los petrodólares de Chávez.
Una sola excepción vale destacar: el Senado del Brasil. Amigos y opositores de Lula han trancado la aprobación del ingreso de Venezuela a Mercosur, tras dejar en claro que Brasil no puede privilegiar con un acuerdo comercial a un mandatario que amenaza a diario con una guerra. Por lo demás, lo que parece haber cundido en la región es una mezcla de pánico cobarde e indiferencia.
Y si en el exterior llueve, en el país diluvia. El silencio también campea en la oposición. Ya ni siquiera Gustavo Petro, que tantos votos ganó, por confrontar a Chávez, en la consulta que lo hizo candidato, ha vuelto a cantarle la tabla. Por los lados del Partido Liberal, nada de nada. Después de la acertada constancia del ex presidente César Gaviria en la Comisión Asesora de Relaciones Exteriores -que, por cierto, el presidente Álvaro Uribe no supo valorar-, el jefe del liberalismo también se ha callado. Ernesto Samper sí se ha pronunciado, pero más bien a favor de Chávez. Andrés Pastrana, que en su momento también sufrió las intromisiones de Chávez, en vez de rechazar las nuevas agresiones, ¡ahora se ofreció de mediador!
No se trata de que estas voces se alcen para responder uno a uno los insultos del tiranuelo de Miraflores. No. En eso Uribe, el canciller Bermúdez y el ministro de Defensa, Gabriel Silva, han acertado al evitar toda provocación. Pero, a la vez, han sido enérgicos en la defensa de la postura colombiana. ¿No podrían los líderes opositores hacer lo mismo?
Uribe ha acumulado muchos errores en los meses recientes, en particular por su equivocado empeño reeleccionista y por la corrupción desatada como consecuencia del chantaje de la maquinaria politiquera que el Gobierno alentó para sacar adelante el referendo en el Congreso. Pero de ahí a que la oposición calle y mire para otro lado a la hora de respaldar a Uribe ante las agresiones de Chávez, hay mucho trecho. Un trecho que los electores tal vez les cobren el año entrante.
Lula calla. La señora Bachelet, que tan preocupada se declaró por el uso estadounidense de las bases militares colombianas, también se hace la gringa. La señora Fernández de Kirchner, ni hablar, aunque, claro, ella tiene un maletín con 800.000 dólares que le mandó Chávez para justificarse. Es un silencio cobarde e indignante. Es el silencio de muchos cuando los nazis se llevaban a los judíos a los campos de concentración. Esa pasividad les salió costosa a los indiferentes, pues luego los nazis vinieron por ellos. Si la región le permite actuar así a Chávez contra Colombia, sus líderes deben saber que, algún día, la furia de este sicópata se volteará contra ellos.
Y qué decir de la administración de Barack Obama, que tan cómoda parece en su silencio. Un día se arrepentirá de no haber sabido respaldar a su único aliado verdadero en la región, el que les extradita a cientos de narcotraficantes, el que les ha reducido de manera sustancial la producción y exportación de cocaína para que menos polvo blanco llegue a las narices de sus adictos, el que no se ha dejado comprar -como lo hizo el depuesto Manuel Zelaya y como lo han hecho muchos otros- por los petrodólares de Chávez.
Una sola excepción vale destacar: el Senado del Brasil. Amigos y opositores de Lula han trancado la aprobación del ingreso de Venezuela a Mercosur, tras dejar en claro que Brasil no puede privilegiar con un acuerdo comercial a un mandatario que amenaza a diario con una guerra. Por lo demás, lo que parece haber cundido en la región es una mezcla de pánico cobarde e indiferencia.
Y si en el exterior llueve, en el país diluvia. El silencio también campea en la oposición. Ya ni siquiera Gustavo Petro, que tantos votos ganó, por confrontar a Chávez, en la consulta que lo hizo candidato, ha vuelto a cantarle la tabla. Por los lados del Partido Liberal, nada de nada. Después de la acertada constancia del ex presidente César Gaviria en la Comisión Asesora de Relaciones Exteriores -que, por cierto, el presidente Álvaro Uribe no supo valorar-, el jefe del liberalismo también se ha callado. Ernesto Samper sí se ha pronunciado, pero más bien a favor de Chávez. Andrés Pastrana, que en su momento también sufrió las intromisiones de Chávez, en vez de rechazar las nuevas agresiones, ¡ahora se ofreció de mediador!
No se trata de que estas voces se alcen para responder uno a uno los insultos del tiranuelo de Miraflores. No. En eso Uribe, el canciller Bermúdez y el ministro de Defensa, Gabriel Silva, han acertado al evitar toda provocación. Pero, a la vez, han sido enérgicos en la defensa de la postura colombiana. ¿No podrían los líderes opositores hacer lo mismo?
Uribe ha acumulado muchos errores en los meses recientes, en particular por su equivocado empeño reeleccionista y por la corrupción desatada como consecuencia del chantaje de la maquinaria politiquera que el Gobierno alentó para sacar adelante el referendo en el Congreso. Pero de ahí a que la oposición calle y mire para otro lado a la hora de respaldar a Uribe ante las agresiones de Chávez, hay mucho trecho. Un trecho que los electores tal vez les cobren el año entrante.
¿PIEDAD, CON PATENTE DE CORZO?
El país le perdona casi todo a Piedad Córdoba. Es cierto que a veces la insultan en la calle, pero esas voces son la excepción a un estatus de tolerancia en el que la mantienen los colombianos, porque entienden sus descaches de carácter en medio de las complejidades de su misión humanitaria.
Por eso, los colombianos le pasan a Piedad asuntos que le cobrarían a cualquier otro colombiano. Le han perdonado cosas no tan graves, como sus chorros de babas cuando se ha tomado la vocería del control político en el Congreso, como hace unos años en el famoso debate sobre Invercolsa contra el entonces ministro Fernando Londoño. Tan mal sustentado por Piedad, que casi quedamos debiéndole a Londoño la devolución de las acciones de Ecopetrol. O cuando hace quince días dijo 45 minutos de bobadas sobre el campo, pero ni siquiera se apareció por el Capitolio a votar la moción de censura contra el Ministro de Agricultura.
El país, incluso, le ha perdonado a Piedad cosas graves. Como su invitación a los países del continente, durante un foro en México en el 2007, a ayudar a derrocar el gobierno ilegítimo, mafioso y paramilitar de Álvaro Uribe.
Pero la semana pasada sí creo que Piedad se pasó. Tuvo una actitud casi cómplice en la liberación de un peligroso miliciano de las Farc, alias 'Danilo', a quien tuvieron que soltar unos detectives del DAS por presión de una turba enfurecida, y quien, según Piedad, no iba a ser capturado, sino "sometido a una tentativa de desaparición forzada".
Alias 'Danilo' tiene una condena vigente de 50 meses de prisión por el delito de rebelión. Una orden de detención por narcotráfico y una de captura como sospechoso de brindar apoyo logístico al frente sexto de las Farc, que mantiene asoleados a Corinto, Miranda, Toribío y Tacueyó.
Es verdad que la captura de alias 'Danilo' se produjo, de manera bastante ingenua por cierto, en inmediaciones de un foro del Derecho Internacional Humanitario, que en realidad era un acto de campaña política de la senadora Córdoba. De ahí salieron las personas que a la fuerza redujeron a los detectives, los golpearon, saquearon sus pertenencias, los despojaron de sus identificaciones y chalecos antibalas, USB y armas de dotación, amenazando con cortarle la mano con una segueta al detective que resolvió esposarse al miliciano para evitar su fuga, al tiempo que este ordenaba que "desaparecieran" a los detectives gritándoles "hijos de Uribe". A la mujer detective incluso la despidieron con un "su familia se va a morir, h.p.".
Ignoro si Piedad desconocía que este "dirigente popular", este "líder campesino" lleva una doble vida, porque en la otra es visto por la justicia como un peligroso miliciano de las Farc. Ha querido empaquetar el incidente entre una "matriz de opinión", que, según ella, crecientemente tiende a "asociar a las organizaciones populares con grupos terroristas". No, senadora Piedad. Por ahí no es la cosa.
Se ha dicho mentirosamente que los detectives no iban identificados, pero son visibles las huellas de cómo les arrancaron a la fuerza sus identificaciones del cuello. Se ha intentado mostrarlos como irregulares porque se desplazaban en taxi, cosa que es habitual entre detectives del DAS. Y que no llevaban orden de captura, cuando el documento sí existe y fue legítimamente expedido por un fiscal Roa Arias.
Senadora: siga ejerciendo su labor humanitaria, para la que cuenta con todo el apoyo de los colombianos. Pero no use una patente de corso para desafiar la benevolencia que se le ha brindado. Es cierto que su carácter explosivo y con frecuencia tan poco coherente a veces le ha impedido ejercer la razón cuando la ha tenido. Pero, desde luego, no se la concede cuando no la tiene, como ahora.
¡SE ME OLVIDA! ¿La tumbada de los puentes peatonales de humildes pobladores de las zonas fronterizas las planeará Hugo Chávez en sus noches de insomnio?
Por eso, los colombianos le pasan a Piedad asuntos que le cobrarían a cualquier otro colombiano. Le han perdonado cosas no tan graves, como sus chorros de babas cuando se ha tomado la vocería del control político en el Congreso, como hace unos años en el famoso debate sobre Invercolsa contra el entonces ministro Fernando Londoño. Tan mal sustentado por Piedad, que casi quedamos debiéndole a Londoño la devolución de las acciones de Ecopetrol. O cuando hace quince días dijo 45 minutos de bobadas sobre el campo, pero ni siquiera se apareció por el Capitolio a votar la moción de censura contra el Ministro de Agricultura.
El país, incluso, le ha perdonado a Piedad cosas graves. Como su invitación a los países del continente, durante un foro en México en el 2007, a ayudar a derrocar el gobierno ilegítimo, mafioso y paramilitar de Álvaro Uribe.
Pero la semana pasada sí creo que Piedad se pasó. Tuvo una actitud casi cómplice en la liberación de un peligroso miliciano de las Farc, alias 'Danilo', a quien tuvieron que soltar unos detectives del DAS por presión de una turba enfurecida, y quien, según Piedad, no iba a ser capturado, sino "sometido a una tentativa de desaparición forzada".
Alias 'Danilo' tiene una condena vigente de 50 meses de prisión por el delito de rebelión. Una orden de detención por narcotráfico y una de captura como sospechoso de brindar apoyo logístico al frente sexto de las Farc, que mantiene asoleados a Corinto, Miranda, Toribío y Tacueyó.
Es verdad que la captura de alias 'Danilo' se produjo, de manera bastante ingenua por cierto, en inmediaciones de un foro del Derecho Internacional Humanitario, que en realidad era un acto de campaña política de la senadora Córdoba. De ahí salieron las personas que a la fuerza redujeron a los detectives, los golpearon, saquearon sus pertenencias, los despojaron de sus identificaciones y chalecos antibalas, USB y armas de dotación, amenazando con cortarle la mano con una segueta al detective que resolvió esposarse al miliciano para evitar su fuga, al tiempo que este ordenaba que "desaparecieran" a los detectives gritándoles "hijos de Uribe". A la mujer detective incluso la despidieron con un "su familia se va a morir, h.p.".
Ignoro si Piedad desconocía que este "dirigente popular", este "líder campesino" lleva una doble vida, porque en la otra es visto por la justicia como un peligroso miliciano de las Farc. Ha querido empaquetar el incidente entre una "matriz de opinión", que, según ella, crecientemente tiende a "asociar a las organizaciones populares con grupos terroristas". No, senadora Piedad. Por ahí no es la cosa.
Se ha dicho mentirosamente que los detectives no iban identificados, pero son visibles las huellas de cómo les arrancaron a la fuerza sus identificaciones del cuello. Se ha intentado mostrarlos como irregulares porque se desplazaban en taxi, cosa que es habitual entre detectives del DAS. Y que no llevaban orden de captura, cuando el documento sí existe y fue legítimamente expedido por un fiscal Roa Arias.
Senadora: siga ejerciendo su labor humanitaria, para la que cuenta con todo el apoyo de los colombianos. Pero no use una patente de corso para desafiar la benevolencia que se le ha brindado. Es cierto que su carácter explosivo y con frecuencia tan poco coherente a veces le ha impedido ejercer la razón cuando la ha tenido. Pero, desde luego, no se la concede cuando no la tiene, como ahora.
¡SE ME OLVIDA! ¿La tumbada de los puentes peatonales de humildes pobladores de las zonas fronterizas las planeará Hugo Chávez en sus noches de insomnio?
LAS MENTIRAS DE ROBLEDO
Luego de largas semanas de silencio forzado por las maniobras de la oposición, el ministro Andrés Fernández al fin pudo hablar en el Congreso para desbaratar una a una las mentiras, desinformaciones, medias verdades e infamias del senador Robledo y de los opositores liberales que le hacían coro. Durante esos días la verdad mediática reemplazó la verdad real. Esta última es la que ahora debe conocer el país en torno al Agro Ingreso Seguro (AIS).
"Estamos al borde de la hambruna", vociferaba el senador Robledo para criticar la política agraria del gobierno. Pero, con solo asomarse a una plaza de mercado o a un supermercado, cualquiera puede verificar la enorme y barata oferta de alimentos que estamos disfrutando los colombianos. El senador Robledo miente. Los supermercados y los datos macroeconómicos niegan sus afirmaciones.
Entre los años 2002 y 2009 se han incorporado 700.000 nuevas hectáreas a la agricultura, o sea un 16 por ciento adicional, y la productividad por hectárea se incrementó en 10 por ciento. Como resultado, antes producíamos 22 toneladas de alimentos y hoy producimos 27 toneladas, un 22 por ciento más. Por eso la inflación de alimentos es la más baja de los últimos 20 años. Simultáneamente la pobreza rural bajó de 80 por ciento a 65 por ciento y el desempleo rural descendió de 10,8 por ciento a 7,4 por ciento. Hoy obtenemos tres veces más divisas por nuestras exportaciones de alimentos que lo que pagamos por las importaciones. Y si estas últimas han crecido un poco es para alimentar gallinas y cerdos para satisfacer la enorme demanda de proteína animal que por sus bajos precios consume en forma creciente la población colombiana.
Pero como estos datos que demuestran el éxito de la política agropecuaria son irrebatibles, entonces Robledo, los liberales y algunos medios insisten en que AIS es un programa "pro-rico" y ''le da plata al que no la necesita". Argumento efectista, burdo y populista. Primero, porque está probado que el 98 por ciento de las 316.000 familias campesinas beneficiarias son pequeños y medianos productores cuyos patrimonios en su mayoría no pasan de 250 millones de pesos. Esas familias también han recibido el 86 por ciento de los subsidios, porcentaje superior al 70 por ciento que el mismo senador Robledo declaró aceptable en el momento que se discutió y aprobó AIS en el Congreso. Segundo, porque este no es un programa asistencial como el Sisbén, sino de estímulo a la producción, y por eso los subsidios deben llegar a los productores pequeños, medianos y grandes, para crear más riqueza y más empleo. Tercero, porque aquí no se trata de regalar plata improductivamente, sino de incentivar la inversión y el desarrollo del campo. Así, por cada peso de subsidio estatal, el beneficiario ha tenido que invertir cuatro pesos de su propio bolsillo. Cuarto, hay que recordar que el Incentivo a la Capitalización Rural -componente de AIS- fue creado en 1993 por César Gaviria para aliviar los efectos de una apertura descontrolada que arruinó a muchos empresarios agrícolas. También lo aplicaron Samper y Pastrana, sin que en esas épocas fuera criticado por los críticos de hoy. Puro oportunismo. Y quinto, porque AIS es mucho más democrático y equitativo que programas similares de otros países. Así, mientras en Colombia los pequeños y medianos campesinos reciben el 84 por ciento de los recursos, en la Unión Europea sólo reciben el 50 por ciento; en Francia, el 40 por ciento; en México, el 33 por ciento, y en Inglaterra, el 16 por ciento, para citar sólo algunos ejemplos.
Finalmente, puesto que está probado que la política agraria ha sido exitosa, democrática y equitativa, el último recurso de Robledo y su coro liberal es que el manejo de AIS ha sido "politiquero" y "corrupto". Mentira. Sólo en el 0,01 por ciento de los proyectos se ha señalado alguna irregularidad. En efecto, un puñado de familias de la costa pudo haber hecho fraude en AIS, lo que se debe investigar y castigar. Pero otras acusaciones son infundadas y buscaban de mala fe provocar escándalos gratuitos. Porque algunos bancos desembolsaron unos pocos créditos a personas o empresas que en su momento no aparecían en las listas de inhabilitados judicialmente, pero que después tuvieron problemas con la justicia. Porque algunos financiadores de campañas políticas de distintos partidos y candidatos, y hasta parlamentarios de la oposición y sus familiares, recibieron subsidios, llenando los requisitos exigidos. Porque algún familiar de un narcotraficante aspiró sin éxito a lograr un crédito. O porque Coltabaco canalizó legalmente créditos subsidiados, otorgó garantías y brindó asistencia técnica a más de 9.000 pequeños productores. Ninguno de estos falsos escándalos desvirtúa las enormes bondades que AIS le ha producido al campo colombiano.
Pulverizadas en el Congreso las mentiras de Robledo y su corito liberal, el país le debe un gran reconocimiento a la gestión del ex ministro Arias y el ministro Fernández .
GENUFLEXIONES SAMPERISTAS
Desde la cresta esquizofrénica en la que se halla, el dictador Chávez arremetió una vez más contra Colombia, haciendo uso de su ya conocido listado de ofensas e improperios.
No es la primera ni la última vez que Chávez ultrajará al presidente Uribe a quien desde enero del año pasado viene calificando de “mafioso, maniobrero, mentiroso, cobarde, paramilitar” y otros adjetivos del mismo calibre.
Llama la atención la hombría y la valentía del teniente coronel acostumbrado a despacharse contra el presidente de Colombia desde su resguardo, pero que se pone del tamaño de una pulga cuando lo tiene al frente. Cuánto difiere el Chávez rústico que vemos en los “Aló Presidente” del fantoche acobardado y ridículo que se presenta en las cumbres regionales donde coincide con su homólogo colombiano.
El comité de aplausos de la satrapía venezolana poco a poco va recibiendo nuevos integrantes. El último en solicitar admisión fue el ilustrísimo ex presidente Ernesto Samper —al que le gustan los “diamanticos pero preciosos” que le regalaba la monita retrechera—. Entristecido por la falta de micrófono en Colombia, le ha dado declararle lealtad y respeto al inquilino de Miraflores.
Mientras Colombia entera cierra filas frente a la declaración de guerra de Chávez, respaldando la prudente decisión del Gobierno de guardar silencio y remitirles el caso a los organismos multilaterales, el doctor Samper viajó a Caracas —allá no le piden visa—, ciudad desde la que criticó la decisión colombiana de acudir al Consejo de Seguridad de la ONU para que evalúe el alcance de las amenazas del gobernante venezolano.
Samper prefiere que Unasur —es decir el Foro de São Paulo— dirima la controversia. El ex presidente liberal ha roto muchas tradiciones, empezando por las que hacen referencia a la financiación de las campañas políticas, que otrora recaía en empresarios y personas honorables. También existía una norma no escrita respecto del silencio que los ex mandatarios deben guardar sobre asuntos de política exterior cuando estén fuera del territorio nacional.
Pero él tenía que hacerse notar, así sus palabras vayan en detrimento de la seguridad nacional. Al fin y al cabo no tiene mucho que perder, pues su destino ya está definido. Seguirán diciéndole elefante y mirándolo golpeado en los restaurantes bogotanos. La justicia lo absolvió, pero la sociedad lo condenó, y de por vida.
Mientras tanto, en Colombia los candidatos presidenciales guardan silencio angustiante. Preocupa que quienes aspiran a dirigir los destinos del país mantengan silencio frente a la delicada situación con Venezuela. Más peligrosa resulta la actitud de César Gaviria, quien se ha mimetizado cuando le corresponde decir si las venias que Samper le hace al dictador venezolano son in tuito personæ, o es un mandato del Partido Liberal.
Samper, campeón mundial cuando de complacer a sus amigos, socios y aliados se trata, se ha empleado a fondo en la crítica al acuerdo de cooperación en defensa que se firmó con los Estados Unidos. Que los mamertos de antaño, los aliados de la guerrilla, los terroristas de Anncol y los románticos del socialismo del siglo XXI aseguren que las “bases gringas” serán un trampolín para la invasión a Venezuela, no debe extrañarnos. Pero llama la atención que un ex jefe de Estado se convierta en caja de resonancia de ese discurso que ha servido de fundamento para las declaraciones de guerra chavistas.
Mientras Colombia entera cierra filas frente a los desafíos del gobernante venezolano, uno de nuestros ex presidentes —el más indigno y cuestionado de todos— encabeza la pastoral de acólitos que baten devotamente el incensario ante la repugnante imagen de Hugo Chávez.
No es la primera ni la última vez que Chávez ultrajará al presidente Uribe a quien desde enero del año pasado viene calificando de “mafioso, maniobrero, mentiroso, cobarde, paramilitar” y otros adjetivos del mismo calibre.
Llama la atención la hombría y la valentía del teniente coronel acostumbrado a despacharse contra el presidente de Colombia desde su resguardo, pero que se pone del tamaño de una pulga cuando lo tiene al frente. Cuánto difiere el Chávez rústico que vemos en los “Aló Presidente” del fantoche acobardado y ridículo que se presenta en las cumbres regionales donde coincide con su homólogo colombiano.
El comité de aplausos de la satrapía venezolana poco a poco va recibiendo nuevos integrantes. El último en solicitar admisión fue el ilustrísimo ex presidente Ernesto Samper —al que le gustan los “diamanticos pero preciosos” que le regalaba la monita retrechera—. Entristecido por la falta de micrófono en Colombia, le ha dado declararle lealtad y respeto al inquilino de Miraflores.
Mientras Colombia entera cierra filas frente a la declaración de guerra de Chávez, respaldando la prudente decisión del Gobierno de guardar silencio y remitirles el caso a los organismos multilaterales, el doctor Samper viajó a Caracas —allá no le piden visa—, ciudad desde la que criticó la decisión colombiana de acudir al Consejo de Seguridad de la ONU para que evalúe el alcance de las amenazas del gobernante venezolano.
Samper prefiere que Unasur —es decir el Foro de São Paulo— dirima la controversia. El ex presidente liberal ha roto muchas tradiciones, empezando por las que hacen referencia a la financiación de las campañas políticas, que otrora recaía en empresarios y personas honorables. También existía una norma no escrita respecto del silencio que los ex mandatarios deben guardar sobre asuntos de política exterior cuando estén fuera del territorio nacional.
Pero él tenía que hacerse notar, así sus palabras vayan en detrimento de la seguridad nacional. Al fin y al cabo no tiene mucho que perder, pues su destino ya está definido. Seguirán diciéndole elefante y mirándolo golpeado en los restaurantes bogotanos. La justicia lo absolvió, pero la sociedad lo condenó, y de por vida.
Mientras tanto, en Colombia los candidatos presidenciales guardan silencio angustiante. Preocupa que quienes aspiran a dirigir los destinos del país mantengan silencio frente a la delicada situación con Venezuela. Más peligrosa resulta la actitud de César Gaviria, quien se ha mimetizado cuando le corresponde decir si las venias que Samper le hace al dictador venezolano son in tuito personæ, o es un mandato del Partido Liberal.
Samper, campeón mundial cuando de complacer a sus amigos, socios y aliados se trata, se ha empleado a fondo en la crítica al acuerdo de cooperación en defensa que se firmó con los Estados Unidos. Que los mamertos de antaño, los aliados de la guerrilla, los terroristas de Anncol y los románticos del socialismo del siglo XXI aseguren que las “bases gringas” serán un trampolín para la invasión a Venezuela, no debe extrañarnos. Pero llama la atención que un ex jefe de Estado se convierta en caja de resonancia de ese discurso que ha servido de fundamento para las declaraciones de guerra chavistas.
Mientras Colombia entera cierra filas frente a los desafíos del gobernante venezolano, uno de nuestros ex presidentes —el más indigno y cuestionado de todos— encabeza la pastoral de acólitos que baten devotamente el incensario ante la repugnante imagen de Hugo Chávez.
FALTAN CORDURA Y SENTIDO COMUN
Vivimos bajo el signo del conflicto. Desde la confrontación armada interna que cubre ya 60 años maltratando la existencia colombiana hasta las relaciones familiares y amorosas, la armonía es la gran ausente. Las quebraditas se nos vuelven torrentes y las capillitas, catedrales. La desarticulación de los organismos oficiales entre sí es dramática: compartimentos estancos no hablan ni coordinan, ensimismados en su funcionamiento interno pero ajenos al diálogo lateral, lo que se traduce en que cada cual anda por su lado y "los choques de trenes" son pan de cada día, para deleite de los medios de comunicación, que acuñaron el término y acuden donde olfatean que puede existir o suscitarse con noticias espectáculo y entrevistas que agudicen los distanciamientos.
Con frecuencia nos preguntamos si es una característica colombiana o si es la idiosincrasia latinoamericana. Tal parece que es más lo segundo, como lo verificamos a diario, comenzando por nuestros vecinos y culminando el fenómeno con Unasur, donde los propósitos unitarios se contradicen con los antagonismos, las incriminaciones y no pocas veces con el ánimo camorrista de jefes de Estado que se observan, como diría el padre Astete en su inefable Catecismo, con miradas de "ahí te caigas muerto".
Si se penetra hacia el fondo de tales confrontaciones se halla que serían evitables con un poco de sentido común y no menos cordura. El primero, desdichadamente, es el menos común de los sentidos. La segunda resulta planta exótica en la maraña selvática que nos rodea. Veamos algunos casos.
El lío de la terna gubernamental para la Fiscalía. Es obvio que para enfrentar la criminalidad desbordada que toca como peste contagiosa los más altos estratos de la política y del mismo Estado, el ideal es que la Fiscalía General de la Nación sea regida por un connotado penalista. Si la Corte Suprema así lo considera, ¿por qué no se anticipa al recibo de la terna presidencial y discretamente, sin publicidad alguna, en un diálogo directo y respetuoso de la facultad del Jefe del Ejecutivo, no le sugiere tener en cuenta esta conveniencia jurisdiccional, que lo es para toda la nación? Conveniencia que no figura entre los requisitos constitucionales sobre la materia, pero que es de capital importancia. Pero no. La terna se rechaza por inviable. Rechazo, inconstitucional también, y el choque de trenes salta en grandes titulares a la prensa escrita y satura los noticieros radiales y televisivos dividiendo la opinión pública, desconcertada y expectante, afectada por sus propias simpatías y animosidades.
Pasando al plano internacional, con nuestras repúblicas hermanas y vecinas son lo menos hermanables de que se tenga noticia desde la disolución de la Gran Colombia soñada por el Libertador.
No se trata aquí de enjuiciar a nadie, pues hacerlo significaría lanzarse de cabeza al conflicto, sobre el cual nuestra ciudadanía consciente tiene su criterio formado. Sino de señalar cómo el sentido común y la cordura podrían haber evitado rupturas y distanciamientos perjudiciales para todos y ahora remediar el daño que nos venimos infligiendo. Condiciones estas que deben descender desde lo alto de los tres Estados. Como esto no se produce en medio de la borrasca, de nosotros los ciudadanos que desearíamos ver a nuestras respectivas naciones trabajando en paz y armonía por materializar los ideales que en los congresos de Angostura y la Villa del Rosario dieron vida a la Gran Colombia.
Esta teoría halla su mejor comprobación en el progresivo restablecimiento de las relaciones bilaterales con el Ecuador.
Agrias disputas presidenciales, ruptura de relaciones diplomáticas, interrupción del tránsito fronterizo, barreras arancelarias están cediendo el paso a la normalización de todo lo alterado. Los dos presidentes abrieron el camino. Los cancilleres lo adelantan con buenos auspicios. ¿Para qué tanta pendencia evitable o, en segunda instancia, arreglable? En cambio, con el presidente Chávez, aquellas dos condiciones no han hallado acogida, en el comandante de la boina roja. ¿Hasta cuándo?
Con frecuencia nos preguntamos si es una característica colombiana o si es la idiosincrasia latinoamericana. Tal parece que es más lo segundo, como lo verificamos a diario, comenzando por nuestros vecinos y culminando el fenómeno con Unasur, donde los propósitos unitarios se contradicen con los antagonismos, las incriminaciones y no pocas veces con el ánimo camorrista de jefes de Estado que se observan, como diría el padre Astete en su inefable Catecismo, con miradas de "ahí te caigas muerto".
Si se penetra hacia el fondo de tales confrontaciones se halla que serían evitables con un poco de sentido común y no menos cordura. El primero, desdichadamente, es el menos común de los sentidos. La segunda resulta planta exótica en la maraña selvática que nos rodea. Veamos algunos casos.
El lío de la terna gubernamental para la Fiscalía. Es obvio que para enfrentar la criminalidad desbordada que toca como peste contagiosa los más altos estratos de la política y del mismo Estado, el ideal es que la Fiscalía General de la Nación sea regida por un connotado penalista. Si la Corte Suprema así lo considera, ¿por qué no se anticipa al recibo de la terna presidencial y discretamente, sin publicidad alguna, en un diálogo directo y respetuoso de la facultad del Jefe del Ejecutivo, no le sugiere tener en cuenta esta conveniencia jurisdiccional, que lo es para toda la nación? Conveniencia que no figura entre los requisitos constitucionales sobre la materia, pero que es de capital importancia. Pero no. La terna se rechaza por inviable. Rechazo, inconstitucional también, y el choque de trenes salta en grandes titulares a la prensa escrita y satura los noticieros radiales y televisivos dividiendo la opinión pública, desconcertada y expectante, afectada por sus propias simpatías y animosidades.
Pasando al plano internacional, con nuestras repúblicas hermanas y vecinas son lo menos hermanables de que se tenga noticia desde la disolución de la Gran Colombia soñada por el Libertador.
No se trata aquí de enjuiciar a nadie, pues hacerlo significaría lanzarse de cabeza al conflicto, sobre el cual nuestra ciudadanía consciente tiene su criterio formado. Sino de señalar cómo el sentido común y la cordura podrían haber evitado rupturas y distanciamientos perjudiciales para todos y ahora remediar el daño que nos venimos infligiendo. Condiciones estas que deben descender desde lo alto de los tres Estados. Como esto no se produce en medio de la borrasca, de nosotros los ciudadanos que desearíamos ver a nuestras respectivas naciones trabajando en paz y armonía por materializar los ideales que en los congresos de Angostura y la Villa del Rosario dieron vida a la Gran Colombia.
Esta teoría halla su mejor comprobación en el progresivo restablecimiento de las relaciones bilaterales con el Ecuador.
Agrias disputas presidenciales, ruptura de relaciones diplomáticas, interrupción del tránsito fronterizo, barreras arancelarias están cediendo el paso a la normalización de todo lo alterado. Los dos presidentes abrieron el camino. Los cancilleres lo adelantan con buenos auspicios. ¿Para qué tanta pendencia evitable o, en segunda instancia, arreglable? En cambio, con el presidente Chávez, aquellas dos condiciones no han hallado acogida, en el comandante de la boina roja. ¿Hasta cuándo?
MEMORANDO AL PRESIDENTE
Asunto: qué hacer ante las recientes amenazas de guerra del presidente Hugo Chávez.
Señor presidente Álvaro Uribe:
A usted le ha tocado una misión sin antecedentes: construir unas relaciones con una Venezuela que piensa distinto a Colombia en todo lo fundamental y evitar un conflicto que está más cercano que nunca. Hay algunas tradiciones, señor Presidente, que no se pueden perder en estos momentos. La principal es que los colombianos nos unimos en momentos de conflicto externo —un corolario de la guerra contra el Perú—. Lo invito a que convoque como Jefe de Estado a todos los partidos, candidatos y fuerzas uribistas y de oposición.
Ya no funciona, Presidente, la famosa frase del ex presidente Eduardo Santos según la cual “con Venezuela todo nos une y nada nos separa”, que nos sirvió de guía durante décadas a varias generaciones de cancilleres y embajadores en Caracas. Hoy poco nos une y mucho nos separa, aunque sigue siendo cierto que el destino de los dos pueblos debe ser el entendimiento, la cooperación y la integración, por más lejanos que parezcan. Los colombianos y los venezolanos tenemos un mismo padre fundador y pertenecemos a una misma realidad social y geográfica. Una guerra entre Colombia y Venezuela, por muy distintas que sean, sigue siendo una guerra entre hermanos y hay que evitarla con el mismo empeño con que la evitamos en el pasado, cuando nuestras concepciones políticas eran más parecidas.
La Venezuela de Chávez, presidente Uribe, es muy distinta a la del pasado pero solo los venezolanos son arquitectos de su propio destino y solo la historia podrá juzgar la revolución bolivariana. Lo cierto es que su gobierno tiene que tratar con ella. Creo, señor Presidente, que Colombia tiene en juego tres objetivos ligados a sus intereses nacionales: preservar la soberanía para decidir en forma autónoma e interna los parámetros de su cooperación militar con Estados Unidos; contener el apoyo de Chávez a las Farc, y construir una relación con Venezuela que impida el escalamiento del conflicto, controle la proliferación de incidentes y genere espacios para una agenda de cooperación en temas esenciales.
La mejor política para alcanzar estos intereses no es asumir el rol —que nadie más está dispuesto a asumir en el hemisferio— de frenar las extravagancias de Chávez o de atacar su ideario. A Venezuela hay que manejarla como un vecino con un proyecto profundamente distinto, no como a un enemigo. Chávez, por sus posiciones antidemocráticas y estilo agresivo, es incómodo para todos: para Estados Unidos tanto como para los miembros de Unasur. Pero no pueden esperar que el país que tiene más intereses en su relación con Venezuela sea el que asume el precio de frenarlo.
Además, la experiencia indica que no puede esperarse mucho de los ‘terceros actores’: la paz, al final, está en sus manos y en las de Chávez. Celebro sus llamados a la ONU y a la OEA, pero en esos organismos tienen asiento Venezuela y sus aliados, y solo actuarán dentro de mandatos aceptables tanto para Usted como para Chávez. Es verdad que ellos, así como el popular presidente de Brasil, tan bien recibido en Bogotá y en Caracas, pueden ayudar a bajar las tensiones. Pero se necesitará un trabajo prudente y profesional, como el que en forma ejemplar han realizado Usted y el Canciller para normalizar las relaciones con Ecuador. Hay que bajarle el tono a este conflicto. ¿Por qué no apelar al tratado colombo-venezolano de Conciliación, Arbitraje y Arreglo Judicial de 1939? Recuerde que contempla una comisión binacional de conciliación.
Y una última reflexión: ¿dónde están, Presidente, los Estados Unidos? A ese país le conviene el acuerdo recientemente firmado, y no puede ser que Colombia sea la única que pone el pecho para explicarlo. ¿Por qué no dice nada el presidente Obama para tranquilizar a la región sobre lo que hará en ‘las bases’ colombianas?
Presidente, ábrale espacios amplios a su agenda para contar con el tiempo que requiere pensar y escuchar. Se necesita cabeza fría porque está en juego la paz entre dos países hermanos. Y parece que Chávez no lo entiende.
Señor presidente Álvaro Uribe:
A usted le ha tocado una misión sin antecedentes: construir unas relaciones con una Venezuela que piensa distinto a Colombia en todo lo fundamental y evitar un conflicto que está más cercano que nunca. Hay algunas tradiciones, señor Presidente, que no se pueden perder en estos momentos. La principal es que los colombianos nos unimos en momentos de conflicto externo —un corolario de la guerra contra el Perú—. Lo invito a que convoque como Jefe de Estado a todos los partidos, candidatos y fuerzas uribistas y de oposición.
Ya no funciona, Presidente, la famosa frase del ex presidente Eduardo Santos según la cual “con Venezuela todo nos une y nada nos separa”, que nos sirvió de guía durante décadas a varias generaciones de cancilleres y embajadores en Caracas. Hoy poco nos une y mucho nos separa, aunque sigue siendo cierto que el destino de los dos pueblos debe ser el entendimiento, la cooperación y la integración, por más lejanos que parezcan. Los colombianos y los venezolanos tenemos un mismo padre fundador y pertenecemos a una misma realidad social y geográfica. Una guerra entre Colombia y Venezuela, por muy distintas que sean, sigue siendo una guerra entre hermanos y hay que evitarla con el mismo empeño con que la evitamos en el pasado, cuando nuestras concepciones políticas eran más parecidas.
La Venezuela de Chávez, presidente Uribe, es muy distinta a la del pasado pero solo los venezolanos son arquitectos de su propio destino y solo la historia podrá juzgar la revolución bolivariana. Lo cierto es que su gobierno tiene que tratar con ella. Creo, señor Presidente, que Colombia tiene en juego tres objetivos ligados a sus intereses nacionales: preservar la soberanía para decidir en forma autónoma e interna los parámetros de su cooperación militar con Estados Unidos; contener el apoyo de Chávez a las Farc, y construir una relación con Venezuela que impida el escalamiento del conflicto, controle la proliferación de incidentes y genere espacios para una agenda de cooperación en temas esenciales.
La mejor política para alcanzar estos intereses no es asumir el rol —que nadie más está dispuesto a asumir en el hemisferio— de frenar las extravagancias de Chávez o de atacar su ideario. A Venezuela hay que manejarla como un vecino con un proyecto profundamente distinto, no como a un enemigo. Chávez, por sus posiciones antidemocráticas y estilo agresivo, es incómodo para todos: para Estados Unidos tanto como para los miembros de Unasur. Pero no pueden esperar que el país que tiene más intereses en su relación con Venezuela sea el que asume el precio de frenarlo.
Además, la experiencia indica que no puede esperarse mucho de los ‘terceros actores’: la paz, al final, está en sus manos y en las de Chávez. Celebro sus llamados a la ONU y a la OEA, pero en esos organismos tienen asiento Venezuela y sus aliados, y solo actuarán dentro de mandatos aceptables tanto para Usted como para Chávez. Es verdad que ellos, así como el popular presidente de Brasil, tan bien recibido en Bogotá y en Caracas, pueden ayudar a bajar las tensiones. Pero se necesitará un trabajo prudente y profesional, como el que en forma ejemplar han realizado Usted y el Canciller para normalizar las relaciones con Ecuador. Hay que bajarle el tono a este conflicto. ¿Por qué no apelar al tratado colombo-venezolano de Conciliación, Arbitraje y Arreglo Judicial de 1939? Recuerde que contempla una comisión binacional de conciliación.
Y una última reflexión: ¿dónde están, Presidente, los Estados Unidos? A ese país le conviene el acuerdo recientemente firmado, y no puede ser que Colombia sea la única que pone el pecho para explicarlo. ¿Por qué no dice nada el presidente Obama para tranquilizar a la región sobre lo que hará en ‘las bases’ colombianas?
Presidente, ábrale espacios amplios a su agenda para contar con el tiempo que requiere pensar y escuchar. Se necesita cabeza fría porque está en juego la paz entre dos países hermanos. Y parece que Chávez no lo entiende.
QUIEN AMENAZA A QUIEN
Los acontecimientos de los últimos dos años demuestran que lo que perturba la paz y la seguridad del hemisferio no es la "política de seguridad democrática" implementada por Alvaro Uribe, tampoco el Pentágono, la CIA o el Comando Sur. Lo que desestabiliza y conspira contra las democracias en el hemisferio es el ánimo imperialista de Chávez.
Se asoma una nueva tormenta en América Latina por el acuerdo de cooperación bilateral para fortalecer la lucha contra el narcotráfico, el terrorismo y otros delitos de carácter transnacional, que suscribirán los gobiernos de Barack Obama y Alvaro Uribe. El eje chavista, agrupado en el ALBA, pegó el grito en el cielo porque esa decisión permite a las tropas norteamericanas el uso de algunas bases militares colombianas. El argumento lo expuso el canciller Nicolás Maduro: ``El ejército de EEUU es una amenaza directa contra los gobiernos progresistas del continente y contra Venezuela''.
La principal hipótesis de guerra de Venezuela es una intervención estadounidense en su territorio, con el fin de controlar las riquezas energéticas y abortar el proceso revolucionario. Más que una amenaza cierta es una excusa con la cual Hugo Chávez pretende despertar sentimiento nacionalista, fortalecer su hegemonía, justificar una inusitada carrera armamentista e inclusive recibir el ofrecimiento de apoyo militar de las FARC, que nunca ha rechazado.
La alianza de Estados Unidos y Colombia es el principal obstáculo para la expansión de la ``revolución bolivariana'' y la construcción del ``bloque regional de poder'', que requiere el ``socialismo del siglo XXI''. Quebrar ese vínculo es un interés nacional vital para el actual gobierno de Miraflores. En esa lógica, así como se despedazó dicho nexo con Ecuador, debe romperse el que existe con Colombia, Perú y Honduras, entre otros. No gratuitamente, Chávez pide a Obama que retire a los miembros del ejército que están en ese último país, con el falaz razonamiento de que su presencia es un aval al gobierno de Micheletti.
Pero, en realidad, ¿quién amenaza a quién? Los acontecimientos de los últimos dos años demuestran que lo que perturba la paz y la seguridad del hemisferio no es la "política de seguridad democrática" implementada por Alvaro Uribe, tampoco el Pentágono, la CIA o el Comando Sur. Lo que desestabiliza y conspira contra las democracias en el hemisferio es el ánimo imperialista de Chávez.
La crisis generada en noviembre de 2007 con ocasión del retiro del presidente venezolano de las gestiones para la liberación de los secuestrados por las FARC, el reclamo que hizo de estatus de beligerancia para la guerrilla, la solicitud de excluirla de las listas de organizaciones terroristas, el respaldo a su proyecto revolucionario, la orden en marzo de 2008 de movilizar diez batallones a la frontera con Colombia y sus reiteradas advertencias de emplear los aviones rusos Sukhoy dejan claro de dónde provienen los atentados a la paz y la seguridad. La mano de la revolución bolivariana también está en los nexos del gobierno de Rafael Correa con el secretariado fariano, los anuncios de guerra contra Colombia de Daniel Ortega en el Caribe, los ataques de Evo Morales al gobierno de Alan García y el golpe de estado de Zelaya y el posterior contragolpe.
Es corriente que los países tengan hipótesis de guerra y estén preparados para actuar. Del mismo modo, es plausible que desplieguen políticas de disuasión y que denuncien lo que consideran amenazas a su seguridad. Empero, este no es el caso. Hace ya mucho tiempo que el poder de Estados Unidos tiene expresiones mucho más efectivas que los recursos militares. América Latina está en su órbita de influencia y esa nación no necesita de portaviones, ni de bases militares en Colombia, para hacer sentir su predominio en la región. Sólo obtusos militaristas pueden pensar lo contrario.
La utilización de las bases militares colombianas no tiene objetivos ofensivos contra nadie en el continente. La complementación de las operaciones antinarcóticos con acciones contra el terrorismo y el crimen organizado enfatiza que su objetivo es frenar el tráfico de estupefacientes, al tiempo que derrotar a las organizaciones armadas ilegales. A Chávez y compañía nada de esto debería preocuparles, si no fuera porque han hecho de la enemistad con Estados Unidos su bandera.
Para la administración Uribe la alianza con Estados Unidos es fundamental con el fin de disuadir una posible agresión en bloque de los gobiernos alineados con la revolución bolivariana. Si se examina con cabeza fría, ese escenario no es descabellado. De hecho, Chávez, Ortega, Evo y Correa al dar apoyo abierto y clandestino a las FARC ya le declararon una guerra irregular a la democracia colombiana. Así, pues, bienvenida la utilización de las bases militares del país sudamericano por los estadounidenses. Lejos de ser una amenaza es una garantía de seguridad en la región.
Se asoma una nueva tormenta en América Latina por el acuerdo de cooperación bilateral para fortalecer la lucha contra el narcotráfico, el terrorismo y otros delitos de carácter transnacional, que suscribirán los gobiernos de Barack Obama y Alvaro Uribe. El eje chavista, agrupado en el ALBA, pegó el grito en el cielo porque esa decisión permite a las tropas norteamericanas el uso de algunas bases militares colombianas. El argumento lo expuso el canciller Nicolás Maduro: ``El ejército de EEUU es una amenaza directa contra los gobiernos progresistas del continente y contra Venezuela''.
La principal hipótesis de guerra de Venezuela es una intervención estadounidense en su territorio, con el fin de controlar las riquezas energéticas y abortar el proceso revolucionario. Más que una amenaza cierta es una excusa con la cual Hugo Chávez pretende despertar sentimiento nacionalista, fortalecer su hegemonía, justificar una inusitada carrera armamentista e inclusive recibir el ofrecimiento de apoyo militar de las FARC, que nunca ha rechazado.
La alianza de Estados Unidos y Colombia es el principal obstáculo para la expansión de la ``revolución bolivariana'' y la construcción del ``bloque regional de poder'', que requiere el ``socialismo del siglo XXI''. Quebrar ese vínculo es un interés nacional vital para el actual gobierno de Miraflores. En esa lógica, así como se despedazó dicho nexo con Ecuador, debe romperse el que existe con Colombia, Perú y Honduras, entre otros. No gratuitamente, Chávez pide a Obama que retire a los miembros del ejército que están en ese último país, con el falaz razonamiento de que su presencia es un aval al gobierno de Micheletti.
Pero, en realidad, ¿quién amenaza a quién? Los acontecimientos de los últimos dos años demuestran que lo que perturba la paz y la seguridad del hemisferio no es la "política de seguridad democrática" implementada por Alvaro Uribe, tampoco el Pentágono, la CIA o el Comando Sur. Lo que desestabiliza y conspira contra las democracias en el hemisferio es el ánimo imperialista de Chávez.
La crisis generada en noviembre de 2007 con ocasión del retiro del presidente venezolano de las gestiones para la liberación de los secuestrados por las FARC, el reclamo que hizo de estatus de beligerancia para la guerrilla, la solicitud de excluirla de las listas de organizaciones terroristas, el respaldo a su proyecto revolucionario, la orden en marzo de 2008 de movilizar diez batallones a la frontera con Colombia y sus reiteradas advertencias de emplear los aviones rusos Sukhoy dejan claro de dónde provienen los atentados a la paz y la seguridad. La mano de la revolución bolivariana también está en los nexos del gobierno de Rafael Correa con el secretariado fariano, los anuncios de guerra contra Colombia de Daniel Ortega en el Caribe, los ataques de Evo Morales al gobierno de Alan García y el golpe de estado de Zelaya y el posterior contragolpe.
Es corriente que los países tengan hipótesis de guerra y estén preparados para actuar. Del mismo modo, es plausible que desplieguen políticas de disuasión y que denuncien lo que consideran amenazas a su seguridad. Empero, este no es el caso. Hace ya mucho tiempo que el poder de Estados Unidos tiene expresiones mucho más efectivas que los recursos militares. América Latina está en su órbita de influencia y esa nación no necesita de portaviones, ni de bases militares en Colombia, para hacer sentir su predominio en la región. Sólo obtusos militaristas pueden pensar lo contrario.
La utilización de las bases militares colombianas no tiene objetivos ofensivos contra nadie en el continente. La complementación de las operaciones antinarcóticos con acciones contra el terrorismo y el crimen organizado enfatiza que su objetivo es frenar el tráfico de estupefacientes, al tiempo que derrotar a las organizaciones armadas ilegales. A Chávez y compañía nada de esto debería preocuparles, si no fuera porque han hecho de la enemistad con Estados Unidos su bandera.
Para la administración Uribe la alianza con Estados Unidos es fundamental con el fin de disuadir una posible agresión en bloque de los gobiernos alineados con la revolución bolivariana. Si se examina con cabeza fría, ese escenario no es descabellado. De hecho, Chávez, Ortega, Evo y Correa al dar apoyo abierto y clandestino a las FARC ya le declararon una guerra irregular a la democracia colombiana. Así, pues, bienvenida la utilización de las bases militares del país sudamericano por los estadounidenses. Lejos de ser una amenaza es una garantía de seguridad en la región.
PARA REPORTEROS SIN FRONTERAS (PARIS)
Los periodistas María Isabel Rueda y Mauricio Vargas Linares, editorialistas del diario El Tiempo (Bogotá) acaban de protestar contra lo que consideran "un abuso y un atropello" contra la libertad de prensa cometido por cuatro altos magistrados de la Corte Suprema de Justicia de
Colombia.
Su protesta se produjo tras una reunión el 25 de octubre de 2009 en la sede de El Tiempo en la que Augusto Ibáñez, el Presidente de la Corte Suprema de Justicia, pidió a la dirección de ese periódico poner fin a la colaboración de los citados periodistas. Augusto Ibáñez, y tres otros magistrados de la CSJ, pidieron, además, el mismo castigo para los editorialistas José Obdulio Gaviria, ex asesor presidencial, y Fernando Londoño Hoyos, ex Ministro del Interior y Justicia.
En resumen, los magistrados reiteraron la necesidad de cerrar las páginas de El Tiempo a los escritos de José Obdulio Gaviria, Fernando Londoño Hoyos, María Isabel Rueda y Mauricio Vargas. Todos ellos son conocidos columnistas muy apreciados por su independencia y su valor personal.
Durante su incursión en El Tiempo, Augusto Ibáñez estuvo acompañado por los magistrados Jaime Arrubla, Vice Presidente de la CSJ, Francisco Ricaurte y Julio Enrique Socha Salamanca.
Esta no es la primera vez que magistrados colombianos atacan a periodistas colombianos. El agosto 23 de 2009, envié una carta a Reporteros Sin Fronteras para decirle que una serie de abusos se estaban cometiendo en Colombia contra la libertad de prensa. Expliqué que, paradójicamente, no es el gobierno quien persigue a los periodistas sino que esa sucia actividad proviene de círculos enemigos del gobierno y halla respaldo en importantes miembros del poder judicial, conocidos por su oposición al gobierno del presidente Álvaro Uribe.
Por ejemplo, en agosto de 2009, un grupo de periodistas fue enjuiciado penalmente por José Alfredo Escobar Araujo, miembro del Consejo Superior de la Magistratura. Empero, el Tribunal Superior de Bogotá desestimó los cargos y los periodistas escaparon a fuertes sanciones. Escobar Araujo, sostuvo que los periodistas le habían "violado sus derechos" por haber escrito en varios artículos de 2008 que él era un "magistrado indigno”. Escobar había recibido un regalo de Giorgio Sale, un individuo detenido en Italia en noviembre de 2006 por tráfico de drogas. Giorgio Sale estaba relacionado con Salvatore Mancuso, un ex líder paramilitar encarcelado y extraditado a los Estados Unidos con otros 14 ex jefes 'paras'.
Mauricio Vargas había denunciado los vínculos de varios jueces con oscuros personajes relacionados con Mancuso. También criticó la guerra de guerrillas que adelanta la Corte Suprema de Justicia contra el gobierno de Uribe. Mauricio Vargas, y otros columnistas que criticaron la actitud inescrupulosa de Escobar Araújo, fueron absueltos por el TSB. Sin embargo, esa organización exigió que fuera corregida una frase de los artículos en que se decía que Escobar Araújo influyó en el nombramiento de otros jueces y magistrados. Los periodistas tuvieron que hacerlo.
Rodrigo Pardo García-Peña, otro periodista, editor de la revista Cambio, quien también criticó al magistrado Escobar por el mismo asunto, fue condenado por una juez de Bogotá a pasar unos días en la cárcel y pagar una cuantiosa multa. Ella dijo que Pardo había "ignorado" la orden de un juez en el caso del magistrado Escobar.
Ante esa orden de detención, varias asociaciones de periodistas protestaron. "Privar de libertad a un periodista por algo tan insignificante es inadmisible y crea un precedente peligroso en contra de la actividad periodística", dijeron Andiarios, Asomedios y la Sociedad Interamericana de Prensa (SIP).
Pero algo más grave estalló el 30 de junio de 2009 cuando la juez Sandra Castro, de la Fiscalía General, anunció que entablaría una demanda penal contra el editorialista Fernando Londoño Hoyos. Considerando que los escritos de Fernando Londoño Hoyos, director del programa La Hora de la Verdad, de Radio Súper de Bogotá, constituyen a sus ojos una "asociación para delinquir agravada", la magistrada amenaza con entablar una demanda penal contra Fernando Londoño y contra William Calderón, otro periodista de ese programa.
Fernando Londoño ha presentado pruebas de los abusos cometidos por algunos jueces contra militares que han sido injustamente encarcelados tras la presentación de "pruebas" y "testimonios" cuya credibilidad es nula. La Hora de la Verdad se pregunta también sobre el fenómeno opuesto, es decir acerca de la negativa a considerar las pruebas presentadas por algunos demandados y la parsimonia de ciertos jueces al momento de abrir casos en los que hay gente acusada de estar vinculada al aparato político-militar de las FARC. Fernando Londoño también reveló, en junio de 2009, que las numerosas visitas a las oficinas de la Corte Suprema de Justicia por de Giorgio Sale habían sido borradas de los registros electrónicos "en el puro estilo de la mafia con destrucción de pruebas".
Días más tarde, los ataques contra Fernando Londoño se intensificaron. En una entrevista con una televisión colombiana, el presidente Hugo Chávez acusó a Fernando Londoño de haber organizado en 2004 el envío a Venezuela de "200 paramilitares colombianos" para asesinar al jefe de Estado venezolano. Londoño niega en bloque esas acusaciones y dice que los media venezolanos ya investigaron y refutaron la versión de Chávez. Londoño dijo que presentaría una denuncia por difamación contra el presidente de Venezuela.
En Colombia, la ofensiva contra los periodistas ocurre en el marco de una fuerte ola de politización del poder judicial que pretende doblegar al poder ejecutivo, creando situaciones inextricables. Ese desafío al Estado de derecho ya ha suscitado violentos enfrentamientos entre los poderes. La Corte Suprema de Justicia se ha peleado con la Corte Constitucional y con la Procuraduría General de la Nación. Las tensiones son alarmantes entre el poder judicial y el poder legislativo, y entre el poder judicial y el poder ejecutivo.
Las intrigas del magistrado Augusto Ibáñez y los tres otros magistrados contra los periodistas María Isabel Rueda, Mauricio Vargas, José Obdulio Gaviria y Fernando Londoño Hoyos, y las amenazas contra de Fernando Londoño y Rodrigo Pardo, revelan la horrible máscara de un polo autoritario en la justicia colombiana que está actuando contra la libertad de prensa.
Es evidente que estamos ante un fenómeno muy extraño en el que hay, de hecho, como una infiltración insidiosa de una influencia extranjera en un sector del aparato de Estado colombiano. ¿Existe una estrategia de conquista, pérfida y discreta, del Estado y de la sociedad colombiana, la cual avanza paso a paso, parcela por parcela, sin hacer ruido?
Ha llegado el momento de que Reporteros sin Fronteras denuncie estos hechos y pida, en particular, al magistrado Augusto Ibáñez poner fin a sus maniobras contra los periodistas que se atreven a investigar y a criticar las graves deficiencias del sistema judicial colombiano.
CHAVEZ Y SUS TAMBORES DE GUERRA
Una frontera tan caliente como la colombo-venezolana es un polvorín, y un presidente incendiario como Chávez, un verdadero peligro.
Fiel a sí mismo y preso de sus delirios mesiánicos y de su proverbial paranoia, el presidente Chávez se muestra cada día más agresivo contra el Gobierno colombiano y el Imperio, a los que acusa de organizar un complot para asesinarlo. El viejo y socorrido truco para desviar la atención de los problemas que agobian a los venezolanos: desempleo (seis de cada diez personas que pueden trabajar están desempleadas o en la economía informal), inflación (cerca del 30 por ciento), racionamientos de agua y luz, desabastecimiento de los productos de la canasta familiar, delincuencia e inseguridad desbordadas (los homicidios se han multiplicado en más de 300 por ciento desde 1999 y el cálculo es que este año terminará con un saldo cercano a 18.000 asesinatos).
En más de 10 años en el poder, Chávez ha destruido más de lo que ha construido. El aparato productivo está en ruinas: el Gobierno ha cerrado cerca de 6.500 industrias, e innumerables leyes y normas hacen muy costosa la producción; las exportaciones no-petroleras siguen a la baja y al alza las importaciones; la inversión extranjera está hoy en los mínimos históricos, Pdvsa no ha logrado recuperar el ritmo de producción anterior al paro petrolero (2002-2003) y la crisis del sector petroquímico es tal, que Venezuela se ha convertido en gran importadora de gasolina; muchas empresas se han trasladado a otros países, y zonas industriales están convertidas en cementerios improductivos o en almacenes de contenedores, y ni qué decir de la crisis de la agricultura y la ganadería.
No sorprenden los resultados del Índice de Prosperidad Legatum 2009 —del Grupo Legatum, una firma privada de inversión—, que analiza crecimiento económico, educación, salud, felicidad y calidad de vida de 104 países y evalúa las condiciones para atraer capital. Según este, Venezuela es uno de los menos prósperos del mundo: ocupa el puesto 74, por debajo de Bolivia (73) y Ecuador (71). Solo prosperan las importadoras estatales y los amigos del régimen. Y Chávez y su familia, cuyos críticos dicen que Ricardo Fernández Barrueco —el único empresario al que el mandatario le pasa al teléfono y cuyo emporio abarca transporte, agricultura, alimentos y energía— les sirve de testaferro y les ha abierto cuentas en paraísos fiscales del Caribe y Europa.
El panorama interno no es nada halagador para el caudillo. Según una reciente encuesta de Alfredo Kéller & Asociados, su popularidad viene cayendo desde 2006 —pasó de 65 por ciento a 38 por ciento— y continúa perdiendo puntos; el 54 por ciento desaprueba el modelo socialista, el 56 por ciento quiere libertad educativa, el 60 por ciento apoya la libertad de prensa, y el 78 por ciento considera que el Gobierno es corrupto.
El pueblo está pagando los platos rotos de la ruptura de relaciones con Colombia, la interrupción del comercio bilateral —en Venezuela hay entre 2,5 y tres millones de colombianos que han sido importante base del apoyo chavista—. No le gusta el sonido de los tambores de guerra que Chávez toca para distraer la atención de la catástrofe doméstica, y desaprueba la complacencia frente a las Farc, que asocian con el narcotráfico. El rechazo a la guerrilla es tan radical y masivo entre los venezolanos como en Colombia: más del 98 por ciento.
Los venezolanos no quieren guerra pero Chávez sueña con ella. Por eso creó las milicias bolivarianas y ha aumentado el gasto en Defensa (15,69 millardos entre 2000 y 2008) en detrimento de inversiones en programas sociales, energía, minas e industrias básicas. Lo justifica en la posición estratégica de Venezuela y en la necesidad de defender las reservas energéticas, pero también en el acuerdo de cooperación militar Colombia-Estados Unidos que considera una amenaza, y en el supuesto complot en su contra. Lo grave es que para la guerra no necesariamente se necesitan dos, basta con uno para que un incidente cualquiera prenda la mecha. Una frontera tan caliente como la colombo-venezolana es un polvorín, y un presidente incendiario como Chávez, un verdadero peligro. Con el pretexto de defender la soberanía podría arriesgar la vida de miles de ciudadanos.
Fiel a sí mismo y preso de sus delirios mesiánicos y de su proverbial paranoia, el presidente Chávez se muestra cada día más agresivo contra el Gobierno colombiano y el Imperio, a los que acusa de organizar un complot para asesinarlo. El viejo y socorrido truco para desviar la atención de los problemas que agobian a los venezolanos: desempleo (seis de cada diez personas que pueden trabajar están desempleadas o en la economía informal), inflación (cerca del 30 por ciento), racionamientos de agua y luz, desabastecimiento de los productos de la canasta familiar, delincuencia e inseguridad desbordadas (los homicidios se han multiplicado en más de 300 por ciento desde 1999 y el cálculo es que este año terminará con un saldo cercano a 18.000 asesinatos).
En más de 10 años en el poder, Chávez ha destruido más de lo que ha construido. El aparato productivo está en ruinas: el Gobierno ha cerrado cerca de 6.500 industrias, e innumerables leyes y normas hacen muy costosa la producción; las exportaciones no-petroleras siguen a la baja y al alza las importaciones; la inversión extranjera está hoy en los mínimos históricos, Pdvsa no ha logrado recuperar el ritmo de producción anterior al paro petrolero (2002-2003) y la crisis del sector petroquímico es tal, que Venezuela se ha convertido en gran importadora de gasolina; muchas empresas se han trasladado a otros países, y zonas industriales están convertidas en cementerios improductivos o en almacenes de contenedores, y ni qué decir de la crisis de la agricultura y la ganadería.
No sorprenden los resultados del Índice de Prosperidad Legatum 2009 —del Grupo Legatum, una firma privada de inversión—, que analiza crecimiento económico, educación, salud, felicidad y calidad de vida de 104 países y evalúa las condiciones para atraer capital. Según este, Venezuela es uno de los menos prósperos del mundo: ocupa el puesto 74, por debajo de Bolivia (73) y Ecuador (71). Solo prosperan las importadoras estatales y los amigos del régimen. Y Chávez y su familia, cuyos críticos dicen que Ricardo Fernández Barrueco —el único empresario al que el mandatario le pasa al teléfono y cuyo emporio abarca transporte, agricultura, alimentos y energía— les sirve de testaferro y les ha abierto cuentas en paraísos fiscales del Caribe y Europa.
El panorama interno no es nada halagador para el caudillo. Según una reciente encuesta de Alfredo Kéller & Asociados, su popularidad viene cayendo desde 2006 —pasó de 65 por ciento a 38 por ciento— y continúa perdiendo puntos; el 54 por ciento desaprueba el modelo socialista, el 56 por ciento quiere libertad educativa, el 60 por ciento apoya la libertad de prensa, y el 78 por ciento considera que el Gobierno es corrupto.
El pueblo está pagando los platos rotos de la ruptura de relaciones con Colombia, la interrupción del comercio bilateral —en Venezuela hay entre 2,5 y tres millones de colombianos que han sido importante base del apoyo chavista—. No le gusta el sonido de los tambores de guerra que Chávez toca para distraer la atención de la catástrofe doméstica, y desaprueba la complacencia frente a las Farc, que asocian con el narcotráfico. El rechazo a la guerrilla es tan radical y masivo entre los venezolanos como en Colombia: más del 98 por ciento.
Los venezolanos no quieren guerra pero Chávez sueña con ella. Por eso creó las milicias bolivarianas y ha aumentado el gasto en Defensa (15,69 millardos entre 2000 y 2008) en detrimento de inversiones en programas sociales, energía, minas e industrias básicas. Lo justifica en la posición estratégica de Venezuela y en la necesidad de defender las reservas energéticas, pero también en el acuerdo de cooperación militar Colombia-Estados Unidos que considera una amenaza, y en el supuesto complot en su contra. Lo grave es que para la guerra no necesariamente se necesitan dos, basta con uno para que un incidente cualquiera prenda la mecha. Una frontera tan caliente como la colombo-venezolana es un polvorín, y un presidente incendiario como Chávez, un verdadero peligro. Con el pretexto de defender la soberanía podría arriesgar la vida de miles de ciudadanos.
LA CORTE Y EL GOLPE DE ESTADO
La Corte Suprema de Justicia está incumpliendo de manera abierta y flagrante sus deberes constitucionales al no elegir al Fiscal General de la Nación de la terna que le envió el Presidente de la República. Según la Constitución está obligada a hacerlo, pero no lo ha hecho y no ha justificado formal y legalmente su omisión. Alguien podría demandarla por prevaricato, si la atemorizada e impotente comisión de acusaciones de la Cámara no se hubiera autodisuelto por estos días. Hoy a la Corte no hay quien la ronde. Síntomas estos que se suman a muchos otros graves y frecuentes, y que demuestran la urgencia de una reforma a la estructura institucional de la justicia.
En efecto, de manera inaudita y sin antecedentes esa Corte está debilitando la institucionalidad del país haciendo un alarde de soberbia y absoluta arbitrariedad frente al primer magistrado de la Nación, el Presidente de la República. Porque no otra cosa es sacar de la manga unas nuevas condiciones para elegir al Fiscal, requisitos que no tienen ninguna existencia ni sustento legal. Pero, peor aún es que esa Corte no haya hecho público un pronunciamiento de fondo con sus argumentos para declarar "no viable" la terna presentada por el Presidente. Porque, obviamente, para hacerlo a derechas tendría que justificar por qué esa terna no cumple con los requisitos legales que, entre otras cosas, son los mismos que la Ley exige para ser elegido magistrado de la Corte Suprema. Y todos los miembros de la terna los cumplen, así como con seguridad los cumplieron los actuales magistrados de esa Corte, sin que a nadie se le hubiera ocurrido inventar en su momento requisitos adicionales a los legales ya existentes.
La negativa de la Corte a plasmar en un documento público sus razones hace pensar que hay una mala conciencia que se lo impide: su actitud es insostenible e indefensable desde el punto de vista estrictamente jurídico, lo que, tratándose de uno de los más altos tribunales de justicia de nuestro país, merma su credibilidad y socava su legitimidad, la que al no tener un origen popular ni democrático está basada en la confianza del público en su respeto y estricto apego a las leyes -y nada más que a las leyes- establecidas por órganos del Estado cuya conformación sí tiene origen en la soberanía popular. Y son esas leyes las que en este caso no le confieren a la Corte ningún margen de posibilidad para introducir a capricho requisitos adicionales a los que establece la Constitución. Y no se olvide que un principio básico del derecho es que los servidores públicos sólo pueden hacer lo que las leyes expresamente les autorizan. Y nadie está por encima de la Ley. Ni siquiera las altas Cortes, que son las primeras obligadas a cumplirlas.
Esa misma Constitución ha querido que siendo el Presidente el responsable del orden público y de la política criminal del Estado, él trabaje en estrecha colaboración y coordinación con el Fiscal General. Por eso la Carta le ha dado al Presidente esa capacidad nominadora que lleva implícita la responsabilidad política sobre el nombramiento del Fiscal y sobre el desempeño de la Fiscalía. Y es precisamente esta responsabilidad la que llevó al constituyente a no otorgarle a la Corte ningún poder de veto -o de declaración de "inviabilidad", que para el caso es lo mismo-, sobre la terna presidencial. El que carga con la responsabilidad debe tener la potestad. Por eso la Constitución no le dio a la Corte ninguna discrecionalidad en la conformación de la terna y debe limitarse a escoger al Fiscal entre los candidatos presentados por el Presidente, siempre y cuando todos los ternados cumplan con los requisitos legales. Como es el caso que nos ocupa.
No es, pues, un acto de vanidad ni de orgullo personal del Presidente negarse a retirar su terna e insistir en que de ella debe salir el nuevo Fiscal General. Aquí hay algo de mucho fondo. Es la vigencia plena de la Ley y el respeto entre los poderes públicos. Aceptar la actitud de la Corte y retirar la terna equivaldría a tolerar la arbitrariedad y colocaría al Ejecutivo en una inaceptable e inconstitucional posición de inferioridad y subordinación. Pésimo e inconcebible antecedente que socavaría la estabilidad institucional, pues la piedra angular de una democracia es la sujeción a la Ley y el equilibrio entre los poderes públicos. Estaríamos entonces ante la presencia de un golpe de Estado técnico, que se da cuando las autoridades subsisten, pero hay un desacato de un grupo poderoso que menoscaba la autoridad legal para forzar la adopción de una decisión que corresponde a sus intereses. De esta gravedad es la rebelión de la Corte contra la Ley.
EL PERFECTO IDIOTA EN LOS FOROS DE INTERNET
Últimamente vemos en distintas paginas de Internet, especialmente en las de importantes revistas y diarios reconocidos, como los foros de opinión se han convertido en sitios de verdaderas peleas de plaza, donde “verduleros y verduleras” se disputan, no quien tiene la razón, basado en argumentos, sino quien es el mas gamin, el mas vulgar, el mas sicario y quien lo puede repetir mas veces. Y muchos nos preguntamos ¿Porque se permiten esta clase de comentarios?, ¿Porque no se censuran los mensajes vulgares y ofensivos?, ¿Por qué no se bloquea a los usuarios con esta clase de comportamientos, si la tecnología lo permite?...
Para responder a estas preguntas debemos tener claro tres aspectos fundamentales: Quienes son los usuarios de Internet, Que es lo que escriben y Que buscan los medios al permitir esta clase de comportamientos.
Cualquier usuario de Internet, que le guste visitar espacios periodísticos y/o comentar las noticias y artículos que se publican, puede notar que una inmensa mayoría de comentarios de usuarios en la red, son comentarios de oposición y en contra del gobierno, y entonces se preguntan ¿Porque las encuestas dicen una cosa, mientras en el mundo virtual se ve otra muy distinta? Lo que muchos no entienden, es que esa “mayoría virtual” no tiene nada que ver con el porcentaje del mundo real, de ahí que muchos caen en la ligereza de cuestionar la veracidad de las encuestas, porque sencillamente no corresponden a la “realidad” que ellos están viendo en la pantalla de su computador. Pero veamos porque sucede esto.
Según un reciente estudio de la Universidad de los Andes sobre usuarios y comportamientos en los foros virtuales, mas del 90% de los usuarios frecuentes, es decir aquellos que duran más de dos horas frente a un computador en actividades distintas a las laborales, no superan los 25 años de edad. Son jóvenes que encuentran en Internet una forma de ser escuchados, protestar y desahogar toda esa rebeldía juvenil propia de la edad en la que se encuentran, pero que de ninguna manera corresponde a posiciones críticas, por convicción, radicales o de mayorías absolutas como algunos sectores quisieran hacernos creer. Para ellos es una simple actividad más. Muy seguramente mientras repiten consignas contra el capitalismo salvaje y defienden el sueño utópico del socialismo, tendrán en otra pestaña, abiertas las paginas de Facebook, Myspace o cualquier otra, tendrán las ultimas zapatillas Nike, estarán tomando Coca cola y su mayor preocupación económica, no será la hambruna en África o en nuestro propio país, sino como invitar a la novia o al novio a MacDonald a comer hamburguesa.
Para la gran mayoría de estos jóvenes todo es un simple juego, una forma de "pasar el tiempo" y podríamos decir, en términos coloquiales, que más allá del computador, les importa cero o nada lo que pase en el país o el mundo.
Así mismo, dice el estudio, muchos de estos jóvenes tienen mas de un "Nick" o identificación en el mundo virtual, lo que infla artificialmente el numero de usuarios reales, que algunos no tienen ni siquiera la mayoría de edad y que aquellos que la tienen, nunca han votado en su vida y otros que simplemente no lo piensan hacer jamás, por simple apatía con todo lo que tenga que ver con política. Todo esto nos da la respuesta del porque la oposición tiene una amplia favorabilidad en los foros virtuales, pero pierde sistematicamente en las encuestas, votaciones y convocatorias que realiza en la vida real.
Pero bien, así como se describe al usuario “promedio”, también se ha podido establecer una “conducta promedio” por parte de los usuarios.
Una de las “ventajas” (y aquí no vamos a discutir el aspecto ético o moral), que ha producido toda esta revolución informática, no solo es la posibilidad de opinar en tiempo real, es que nos permite una interacción desde el anonimato. Podemos opinar y decir lo que queramos, en todo el sentido de la palabra. Y si es contrario al tema planteado, pues tanto mejor, porque se podrán utilizar los peores calificativos, las peores bajezas y las mas temibles amenazas, todo desde la tranquilidad del hogar y la seguridad de que nunca se sabrá quien es el autor. Según el estudio realizado, la mayoría de opiniones en los foros, están cargadas de odio y descalificaciones al contrario, de acusaciones sin fundamento y obviamente de palabras ofensivas y vulgares.
En un principio las medidas tomadas por los administradores de los portales de Internet era la mas sencilla y tal vez la mas elemental para cualquier persona, suprimir todos aquellos mensajes que a su juicio no respetaran las normas establecidas por ellos mismos, ni aquellas mas elementales de respeto y de lenguaje apropiado. Esto, aun cuando permitía mantener una página “limpia”, era tomado por los autores de los mensajes editados, como una afrenta a su libertad de expresión, a su pensamiento contrario. Efectivamente, se detecto que en la mayoría de usuarios, quedaba una sensación de cierta dictadura por parte del medio, y peor aun, los lectores terminaban dándole mas crédito al usuario y comentario borrado, que al columnista o al articulo publicado. El efecto “bumerang” jugaba en contra del mismo medio. Si bien se pretendía mantener un foro ordenado y formal, las medidas adoptadas terminaban beneficiando a aquellos que precisamente se quería combatir.
Hoy en día los grandes medios noticiosos juegan con ambas caras de la moneda (y con sus usuarios naturalmente) a su entera conveniencia. Algunos han decidió suspender totalmente la moderación, por lo que es muy común hoy en día ver el anuncio en ciertos foros de “sin censura” o simplemente titulan de forma especial las noticias y acomodan los comentarios de tal forma que irónica y paradójicamente, terminan censurando aquellos que apoyan el articulo dejando solo aquellos que generan mayor confrontación y mayores posiciones extremas.
Miremos el caso particular del foro de El Espectador. ¿Alguno se ha preguntado porque en el foro se permiten tantos mensajes agresivos, amenazantes y vulgares? Si bien para muchos “ingenuos”, la pagina permite una sana y abierta libertad de expresión, para nadie es un secreto que su ideología pertenece a una corriente “oficialista” y se limita a emplear la técnica descrita, sencillamente están aplicando el efecto “bumerang”. Ellos saben muy bien que en la psiquis de sus lectores, contrario a lo que pueda parecer, queda una sensación de rechazo hacia los autores de estos mensajes inapropiados, pero peor aun, hacia las ideologías que supuestamente pretenden defender. Si a esto le sumamos un ingrediente adicional, como lo es, la tendencia a publicar noticias de personajes que generan una gran polémica, tipo Hugo Chavez o Piedad Cordoba. (¿Alguna vez han visto la primera pagina sin siquiera una noticia relacionada con alguno de ellos?) Por supuesto que son temas que generan en el público posiciones extremas, no existen puntos medios, o bien se idolatran hasta la idea de morir por ellos o bien se les aborrece hasta la idea de querer asesinarlos. El resultado no puede ser otro. Las acusaciones, las amenazas y el lenguaje van y vienen de lado y lado, hasta el punto que el calor del debate parece más bien una batalla campal, pero con el agravante que explicamos anteriormente, la mayoría en los foros la tiene la “oposición” y por consiguiente en la psiquis colectiva, siempre serán los malos del paseo.
Ahí tenemos los ingredientes y la receta perfecta para un coctel de “manipulación”. Es el juego de la política, del manejo de masas y adoctrinamiento, que juegan todos los bandos, los buenos y los malos, ¡Todos! Pareciera que efectivamente, todo se vale.
Para responder a estas preguntas debemos tener claro tres aspectos fundamentales: Quienes son los usuarios de Internet, Que es lo que escriben y Que buscan los medios al permitir esta clase de comportamientos.
Cualquier usuario de Internet, que le guste visitar espacios periodísticos y/o comentar las noticias y artículos que se publican, puede notar que una inmensa mayoría de comentarios de usuarios en la red, son comentarios de oposición y en contra del gobierno, y entonces se preguntan ¿Porque las encuestas dicen una cosa, mientras en el mundo virtual se ve otra muy distinta? Lo que muchos no entienden, es que esa “mayoría virtual” no tiene nada que ver con el porcentaje del mundo real, de ahí que muchos caen en la ligereza de cuestionar la veracidad de las encuestas, porque sencillamente no corresponden a la “realidad” que ellos están viendo en la pantalla de su computador. Pero veamos porque sucede esto.
Según un reciente estudio de la Universidad de los Andes sobre usuarios y comportamientos en los foros virtuales, mas del 90% de los usuarios frecuentes, es decir aquellos que duran más de dos horas frente a un computador en actividades distintas a las laborales, no superan los 25 años de edad. Son jóvenes que encuentran en Internet una forma de ser escuchados, protestar y desahogar toda esa rebeldía juvenil propia de la edad en la que se encuentran, pero que de ninguna manera corresponde a posiciones críticas, por convicción, radicales o de mayorías absolutas como algunos sectores quisieran hacernos creer. Para ellos es una simple actividad más. Muy seguramente mientras repiten consignas contra el capitalismo salvaje y defienden el sueño utópico del socialismo, tendrán en otra pestaña, abiertas las paginas de Facebook, Myspace o cualquier otra, tendrán las ultimas zapatillas Nike, estarán tomando Coca cola y su mayor preocupación económica, no será la hambruna en África o en nuestro propio país, sino como invitar a la novia o al novio a MacDonald a comer hamburguesa.
Para la gran mayoría de estos jóvenes todo es un simple juego, una forma de "pasar el tiempo" y podríamos decir, en términos coloquiales, que más allá del computador, les importa cero o nada lo que pase en el país o el mundo.
Así mismo, dice el estudio, muchos de estos jóvenes tienen mas de un "Nick" o identificación en el mundo virtual, lo que infla artificialmente el numero de usuarios reales, que algunos no tienen ni siquiera la mayoría de edad y que aquellos que la tienen, nunca han votado en su vida y otros que simplemente no lo piensan hacer jamás, por simple apatía con todo lo que tenga que ver con política. Todo esto nos da la respuesta del porque la oposición tiene una amplia favorabilidad en los foros virtuales, pero pierde sistematicamente en las encuestas, votaciones y convocatorias que realiza en la vida real.
Pero bien, así como se describe al usuario “promedio”, también se ha podido establecer una “conducta promedio” por parte de los usuarios.
Una de las “ventajas” (y aquí no vamos a discutir el aspecto ético o moral), que ha producido toda esta revolución informática, no solo es la posibilidad de opinar en tiempo real, es que nos permite una interacción desde el anonimato. Podemos opinar y decir lo que queramos, en todo el sentido de la palabra. Y si es contrario al tema planteado, pues tanto mejor, porque se podrán utilizar los peores calificativos, las peores bajezas y las mas temibles amenazas, todo desde la tranquilidad del hogar y la seguridad de que nunca se sabrá quien es el autor. Según el estudio realizado, la mayoría de opiniones en los foros, están cargadas de odio y descalificaciones al contrario, de acusaciones sin fundamento y obviamente de palabras ofensivas y vulgares.
En un principio las medidas tomadas por los administradores de los portales de Internet era la mas sencilla y tal vez la mas elemental para cualquier persona, suprimir todos aquellos mensajes que a su juicio no respetaran las normas establecidas por ellos mismos, ni aquellas mas elementales de respeto y de lenguaje apropiado. Esto, aun cuando permitía mantener una página “limpia”, era tomado por los autores de los mensajes editados, como una afrenta a su libertad de expresión, a su pensamiento contrario. Efectivamente, se detecto que en la mayoría de usuarios, quedaba una sensación de cierta dictadura por parte del medio, y peor aun, los lectores terminaban dándole mas crédito al usuario y comentario borrado, que al columnista o al articulo publicado. El efecto “bumerang” jugaba en contra del mismo medio. Si bien se pretendía mantener un foro ordenado y formal, las medidas adoptadas terminaban beneficiando a aquellos que precisamente se quería combatir.
Hoy en día los grandes medios noticiosos juegan con ambas caras de la moneda (y con sus usuarios naturalmente) a su entera conveniencia. Algunos han decidió suspender totalmente la moderación, por lo que es muy común hoy en día ver el anuncio en ciertos foros de “sin censura” o simplemente titulan de forma especial las noticias y acomodan los comentarios de tal forma que irónica y paradójicamente, terminan censurando aquellos que apoyan el articulo dejando solo aquellos que generan mayor confrontación y mayores posiciones extremas.
Miremos el caso particular del foro de El Espectador. ¿Alguno se ha preguntado porque en el foro se permiten tantos mensajes agresivos, amenazantes y vulgares? Si bien para muchos “ingenuos”, la pagina permite una sana y abierta libertad de expresión, para nadie es un secreto que su ideología pertenece a una corriente “oficialista” y se limita a emplear la técnica descrita, sencillamente están aplicando el efecto “bumerang”. Ellos saben muy bien que en la psiquis de sus lectores, contrario a lo que pueda parecer, queda una sensación de rechazo hacia los autores de estos mensajes inapropiados, pero peor aun, hacia las ideologías que supuestamente pretenden defender. Si a esto le sumamos un ingrediente adicional, como lo es, la tendencia a publicar noticias de personajes que generan una gran polémica, tipo Hugo Chavez o Piedad Cordoba. (¿Alguna vez han visto la primera pagina sin siquiera una noticia relacionada con alguno de ellos?) Por supuesto que son temas que generan en el público posiciones extremas, no existen puntos medios, o bien se idolatran hasta la idea de morir por ellos o bien se les aborrece hasta la idea de querer asesinarlos. El resultado no puede ser otro. Las acusaciones, las amenazas y el lenguaje van y vienen de lado y lado, hasta el punto que el calor del debate parece más bien una batalla campal, pero con el agravante que explicamos anteriormente, la mayoría en los foros la tiene la “oposición” y por consiguiente en la psiquis colectiva, siempre serán los malos del paseo.
Ahí tenemos los ingredientes y la receta perfecta para un coctel de “manipulación”. Es el juego de la política, del manejo de masas y adoctrinamiento, que juegan todos los bandos, los buenos y los malos, ¡Todos! Pareciera que efectivamente, todo se vale.
DIEZ AÑOS DESPUES
Quedaron atrás los discursos interminables, los desplantes, las promesas vagas y las mentiras piadosas. Diez años después de la posesión de Hugo Chávez como Presidente de Venezuela, al pueblo no le queda más remedio que afrontar su desoladora realidad.
Ese esfuerzo elemental de conciencia crítica debió hacerse hace mucho. Pero las masas enardecidas en las calles piensan muy poco. Mucho antes que Chávez, lo descubrieron Mussolini y Hitler, esos dos maestros insuperables en el arte de manejar las turbas.
La sicología de las masas es una materia apasionante de la ciencia política. Porque cuesta entender que una gente rica se deje arrastrar a los sótanos de la miseria sin intentar una protesta, sin dejar siquiera una constancia. Pero así pasan las cosas. Entre discursos baratos y gestos histriónicos, Fidel Castro trajo a los cubanos hasta los confines de la indigencia y sólo lo notaron los que tuvieron el valor de arrostrar los peligros de una mar embravecida antes que soportar los delirios de un megalómano detestable.
Pero ahora nuestro caso es la Venezuela de Hugo Chávez. La que sólo ha tenido espacio para oír discursos de la peor catadura, vestir camisetas rojas y vociferar consignas contra el imperio satánico, contra los ricos, contra los curas, contra los vecinos, contra todo el mundo. ¿Qué ha quedado después de todo eso?
Pues algo parecido a lo de siempre. Si en uno de sus últimos esfuerzos pedagógicos Castro enseñaba a los cubanos el uso de la olla arrocera, la última novedad de su grotesca tecnología, Chávez tiene que dar clase sobre cómo bañarse en tres minutos.
Por supuesto que no hay agua. Porque en diez años no hubo espacio para construir presas donde almacenarla en los veranos previsiblemente largos. Los cuasi infinitos recursos petroleros se fueron en apoyar elecciones de amigotes, en consentir robos de la "boliburguesía" y en un inconcebible carnaval de ineptitud e ineficacia.
Pero algún consuelo habrían de tener los venezolanos. Y es que su angustia no se limita a carecer de agua para bañarse, sino que tampoco tienen luz para trabajar, para cocinar, para combatir los calores insufribles con un poco de aire acondicionado. Porque en el país más rico en petróleo de todo este Continente, faltando el agua tampoco se construyeron termoeléctricas. Ni agua, ni luz. Es la combinación perfecta de males para desesperar a cualquiera, pero sobre todo el síntoma de un aterrador balance de esta sustitución de la administración pública por el folclor comunista en el poder.
No teniendo agua para bañarse ni energía eléctrica para sobrevivir en este siglo de la industrialización y la tecnología, a los venezolanos les quedará espacio para meditar en lo que les ha pasado. Y advertirán con horror que su producción petrolera se ha venido a pique. Que sus puertos, sus carreteras, sus aeropuertos son los de hace diez años, pero diez años más viejos. Que el suyo es el país de la mayor inflación de América y que el costo de vida terminará por asfixiarlos. Que ya no producen nada y que tienen que comprarlo todo si no quieren ver vacíos los estantes de sus mercados. Que de sus reservas internacionales nada queda y que de tanta fanfarronada solo aparecen en el balance unos aviones ultrasónicos que no sirven para atrapar al ladrón, al atracador, al asesino transeúnte, que son los únicos enemigos verdaderos en su dramática perspectiva de las cosas.
Venezuela está despertando de su larga pesadilla. Y aún entre la simplicidad de las masas chavistas, entenderán que no les falta agua por las piscinas de los ricos, ni luz por los aires acondicionados de los centros comerciales.
Y descubrirán que mientras gritaban en las calles se les robaron entero su país, el más rico de toda esta América.
Ese esfuerzo elemental de conciencia crítica debió hacerse hace mucho. Pero las masas enardecidas en las calles piensan muy poco. Mucho antes que Chávez, lo descubrieron Mussolini y Hitler, esos dos maestros insuperables en el arte de manejar las turbas.
La sicología de las masas es una materia apasionante de la ciencia política. Porque cuesta entender que una gente rica se deje arrastrar a los sótanos de la miseria sin intentar una protesta, sin dejar siquiera una constancia. Pero así pasan las cosas. Entre discursos baratos y gestos histriónicos, Fidel Castro trajo a los cubanos hasta los confines de la indigencia y sólo lo notaron los que tuvieron el valor de arrostrar los peligros de una mar embravecida antes que soportar los delirios de un megalómano detestable.
Pero ahora nuestro caso es la Venezuela de Hugo Chávez. La que sólo ha tenido espacio para oír discursos de la peor catadura, vestir camisetas rojas y vociferar consignas contra el imperio satánico, contra los ricos, contra los curas, contra los vecinos, contra todo el mundo. ¿Qué ha quedado después de todo eso?
Pues algo parecido a lo de siempre. Si en uno de sus últimos esfuerzos pedagógicos Castro enseñaba a los cubanos el uso de la olla arrocera, la última novedad de su grotesca tecnología, Chávez tiene que dar clase sobre cómo bañarse en tres minutos.
Por supuesto que no hay agua. Porque en diez años no hubo espacio para construir presas donde almacenarla en los veranos previsiblemente largos. Los cuasi infinitos recursos petroleros se fueron en apoyar elecciones de amigotes, en consentir robos de la "boliburguesía" y en un inconcebible carnaval de ineptitud e ineficacia.
Pero algún consuelo habrían de tener los venezolanos. Y es que su angustia no se limita a carecer de agua para bañarse, sino que tampoco tienen luz para trabajar, para cocinar, para combatir los calores insufribles con un poco de aire acondicionado. Porque en el país más rico en petróleo de todo este Continente, faltando el agua tampoco se construyeron termoeléctricas. Ni agua, ni luz. Es la combinación perfecta de males para desesperar a cualquiera, pero sobre todo el síntoma de un aterrador balance de esta sustitución de la administración pública por el folclor comunista en el poder.
No teniendo agua para bañarse ni energía eléctrica para sobrevivir en este siglo de la industrialización y la tecnología, a los venezolanos les quedará espacio para meditar en lo que les ha pasado. Y advertirán con horror que su producción petrolera se ha venido a pique. Que sus puertos, sus carreteras, sus aeropuertos son los de hace diez años, pero diez años más viejos. Que el suyo es el país de la mayor inflación de América y que el costo de vida terminará por asfixiarlos. Que ya no producen nada y que tienen que comprarlo todo si no quieren ver vacíos los estantes de sus mercados. Que de sus reservas internacionales nada queda y que de tanta fanfarronada solo aparecen en el balance unos aviones ultrasónicos que no sirven para atrapar al ladrón, al atracador, al asesino transeúnte, que son los únicos enemigos verdaderos en su dramática perspectiva de las cosas.
Venezuela está despertando de su larga pesadilla. Y aún entre la simplicidad de las masas chavistas, entenderán que no les falta agua por las piscinas de los ricos, ni luz por los aires acondicionados de los centros comerciales.
Y descubrirán que mientras gritaban en las calles se les robaron entero su país, el más rico de toda esta América.
YA NO MAS CANALLADAS
Bien es sabido que uno de los principales problemas que tenemos en nuestro país, y que es ya una generalización en América Latina, es la mala administración de justicia por parte de Poder Judicial. Esto nos hace perder cada día más confianza en lo que tiene que ser la columna vertebral de una democracia, porque un país sin justicia no deja de ser un territorio salvaje perdido en lo profundo de una selva.
Lamentablemente, lo que estamos viviendo es el desprestigio acelerado de lo que es la rama del Poder más importante de un Estado. Hace más de tres meses se viene presentando un enfrentamiento en el nombramiento de Fiscal General de la Nación, en un tire y afloje cuyas consecuencias son el incremento del rechazo de la opinión pública ante un hecho que no tiene antecedentes en la historia y cuyas causas son una evidente lucha política promovida por las más Altas Cortes en un rechazable afán de convertirse en una justicia deliberante.
Todo este mal ejemplo, venido de lo alto, produce los resultados nefastos de que cientos de delincuentes, comienzan a regar calumnias por doquier, que sirven para dañar la honra de personas, que por la trayectoria de su vida y por los servicios prestados a la patria, deberían recibir respeto y admiración, pero que injustamente pasan hoy por momentos muy difíciles.
La demostración más palpable de estos hechos son los ataques de que están siendo víctimas una gran cantidad de miembros de nuestras Fuerzas Armadas.
Sólo para dar unos pocos ejemplos, el caso del almirante Arango Bachi llega a límites incalificables de canallada. Después de haber sido sometido durante más de tres años al escarnio público y recluido en la cárcel por las acusaciones de testigos cuya falsedad ha sido reconocida por el fiscal encargado del caso, acaba de declararse en el juicio que se le sigue, que las pruebas presentadas no tienen ninguna veracidad, comenzando por argumentos tan simples, como que las coordenadas de las órdenes de movilización de la fragata Almirante Padilla dadas por Arango, distaban más de 60 grados de la posible ruta de los narcotraficantes, que según los falsarios utilizaron los narcotraficantes. La acusación es tan estúpida que uno no se imagina cómo han tenido que pasar tres años para darse cuenta de semejante falsedad.
El general Mario Montoya, cerebro de una de las estrategias más exitosas de rescate en el mundo como fue la Operación Jaque, a los pocos días fue retirado de su cargo por acusaciones de enemigos del Ejército de haber sido responsable de supuestos falsos positivos, que ya fueron también rechazadas por falta de las más elementales pruebas.
Y así siguen multiplicándose los casos, hasta llegar al que podríamos llamar la madre de todas las calumnias. Es la acusación de uno de los delincuentes más tenebrosos del país contra el vicepresidente Francisco Santos. Ya Semana dijo que tal vez su único defecto, era que tenía un poco suelta la lengua; pero de allí a llegar, como lo hace Mancuso, a denunciarlo dizque por haberle propuesto que se organizaran en Bogotá grupos de paramilitares para enfrentar a los narcoguerrilleros, es llegar a los límites de la infamia.
Sin embargo, estas bellaquerías, impulsadas por algunos mamertos seudoperiodistas, tienen a un hombre bueno, supongo que con una gran angustia, defendiéndose de estas falsas acusaciones.
Y así podríamos estar llenando cuartillas, viendo cómo las honras ruedan por los suelos con gran sentimiento de indefensión ante los ataques de los bandidos. Es hora de amarrarnos los pantalones y rechazar con valor tantas canalladas.
ECUADOR: LA HORA DE LA VERDAD
Acabo de pasar una semana en Ecuador, donde, aparte de presentar mi novela sobre el Mariscal Sucre, tuve ocasión de conversar con altos funcionarios del gobierno de Rafael Correa, líderes opositores, abogados y periodistas. Allá hay dos fuerzas en pugna: una empeñada en normalizar las relaciones con Colombia y otra, en enterrarlas. Ni siquiera el gobierno se escapa de ese pulso: en el círculo de asesores de Correa están presentes ambas corrientes.
La fuerza que impulsa la normalización la lidera el canciller, Fánder Falconí, un hombre formado en la izquierda, pero reconocido por su realismo. Sabe, al igual que algunos integrantes del equipo económico, que romper definitivamente con "el coloso del Norte", como aún le dicen a Colombia medio en serio, medio en broma, tendría un costo fatal para las exportaciones ecuatorianas, en especial en ciertos productos altamente generadores de empleo. Algunos intelectuales del gabinete de Correa, como el agudo ministro de Educación, el escritor Raúl Vallejo, también promueven la normalización, convencidos de que hay que pasar la página del bombardeo contra el campamento de 'Raúl Reyes' en marzo del 2008.
Pero y Correa ¿qué piensa? Se mueve entre dos aguas, aunque es justo decir que desde hace varias semanas le ha dado todo el apoyo a la gestión estabilizadora del canciller Falconí, y ha evitado hacer declaraciones altisonantes que envenenen el ambiente. En esto, el Departamento de Estado de Hillary Clinton ha hecho su parte. En los contactos bilaterales Washington-Quito, Estados Unidos ha dejado en claro que mientras ve con enorme preocupación la deriva dictatorial y armamentista de Hugo Chávez, respeta el proceso ecuatoriano.
Eso sí, le ha hecho ver al gobierno de Correa el riesgo que corre por ciertos personajes cercanos a las Farc -y más grave aún para Washington, al narcotráfico de las Farc- que han rondado al presidente ecuatoriano. Correa ha tomado distancia de ellos, pero algunos siguen influyendo. Ahora que esas fuerzas vinculadas a la narcoguerrilla colombiana tienen problemas para llegarle a Correa, han resuelto trabajar de la mano con fiscales y jueces que comparten con ellos el sancocho de narcocorrupción e izquierdismo trasnochado en que cae todo el que se enreda con las Farc.
Por eso, le asiste plena razón al ministro de Defensa, Gabriel Silva, cuando sugiere que hay motivaciones oscuras detrás del juez de Sucumbíos que quiere procesar al ex ministro Juan Manuel Santos y a los generales Freddy Padilla y Óscar Naranjo. De manera coincidente con las declaraciones de Silva, el presidente de la Comisión de la Verdad sobre el bombardeo a 'Reyes', Francisco Huertas, que debe entregar un informe en los próximos días, adelantó la semana pasada una de las conclusiones: ha dicho que Ecuador enfrenta el riesgo de convertirse en una narcodemocracia, debido a la infiltración de los dineros de la cocaína en los poderes ejecutivo, legislativo y judicial.
Como semejante conclusión está relacionada con los campamentos de las Farc en Ecuador y con los amigos que 'Reyes' hizo entre las autoridades, es fácil imaginar hacia dónde apunta Huertas. Más allá de condenar -como seguramente lo hará- el bombardeo colombiano en territorio ecuatoriano, la Comisión parece llamada a destapar los nexos entre las narco-Farc y funcionarios de los distintos poderes. Huertas, un hombre de izquierda que califica a las Farc de "narcoterroristas", ha dicho que las relaciones se deben normalizar y que el informe debe servir para cortar de tajo todo nexo de las autoridades con el terrorismo y el narcotráfico. Ojalá que el informe salga pronto y que contenga esas verdades, porque sólo sobre esa base transparente será posible recomponer de verdad las relaciones entre los dos países.