Me dio por leer los mensajes que me dejan en esta página, y veo que penden allí, como camisas secándose, unos muy estimulantes, llenos de afecto y cariño, y otros cargados de odio. Me alegran y enorgullecen muchísimo los primeros y confieso que me divierten los segundos. Nada causa más alivio que saber que hay gente que lo detesta a uno, pero se deja llevar a cabestro, como vacas mansas, palabra por palabra, a lo largo de todas las columnas que escribo. Es gente rara. Yo detesto al padre Chucho, por ejemplo, pero no lo veo. Ellos necesitan leerme para alimentar esa especie de desprecio adictivo que los obliga a seguir un artículo, en lugar de ignorarlo. Hay cosas que a uno le duelen con placer, como espicharse los morados. Deben sentir algo parecido.
Lo que me causa más gracia es que muchos dicen que soy un resentido. Y lo dicen con un resentimiento que pocas veces he visto. Aducen que en teoría gozo de una posición social privilegiada como para dármelas a estas alturas de la vida de “tirapiedras”.
Algunos piensan que soy un acomodado que posa de rebelde social. Parten de una suposición extraña y clasista: que para que a uno le parezca cursi ese sistema de exclusiones que hay en el norte de Bogotá; cursi cada club, cursi cada frijolada; cursi cada fiesta social, es necesario ser de estrato bajo.
Es decir: la única crítica posible a toda esa cursilería debe venir cargada de resentimiento social. No sean ridículos, amigos: que tenga un peso o un millón de dólares en mi cuenta de ahorros no determina el maltrato a la que la clásica señora bogotana somete a su empleada de servicio y la culera que es Cartagena un diciembre. Y no necesito vivir en la indigencia para burlarme de todos esos gestos ridículos que nos muestran a diario. Aun más: el hecho de poder estar cerca de ellos me confiere autoridad para que mi risa suene más duro.
En esos mensajes encontré uno que me llamó especialmente la atención. Un lector me decía que soy comunista del Chicó. Era un insulto que también le lanzaban a mi papá, para señalarle como incoherencia lo que a lo sumo es una paradoja: vivir en un barrio rico pero con conciencia crítica de lo que observa en él. Del amable lector me permito diferir con respeto. No soy un comunista del Chicó. Lo soy, pero de La cabrera.
Daniel Samper Ospina (jetset.com.co)
Lo que me causa más gracia es que muchos dicen que soy un resentido. Y lo dicen con un resentimiento que pocas veces he visto. Aducen que en teoría gozo de una posición social privilegiada como para dármelas a estas alturas de la vida de “tirapiedras”.
Algunos piensan que soy un acomodado que posa de rebelde social. Parten de una suposición extraña y clasista: que para que a uno le parezca cursi ese sistema de exclusiones que hay en el norte de Bogotá; cursi cada club, cursi cada frijolada; cursi cada fiesta social, es necesario ser de estrato bajo.
Es decir: la única crítica posible a toda esa cursilería debe venir cargada de resentimiento social. No sean ridículos, amigos: que tenga un peso o un millón de dólares en mi cuenta de ahorros no determina el maltrato a la que la clásica señora bogotana somete a su empleada de servicio y la culera que es Cartagena un diciembre. Y no necesito vivir en la indigencia para burlarme de todos esos gestos ridículos que nos muestran a diario. Aun más: el hecho de poder estar cerca de ellos me confiere autoridad para que mi risa suene más duro.
En esos mensajes encontré uno que me llamó especialmente la atención. Un lector me decía que soy comunista del Chicó. Era un insulto que también le lanzaban a mi papá, para señalarle como incoherencia lo que a lo sumo es una paradoja: vivir en un barrio rico pero con conciencia crítica de lo que observa en él. Del amable lector me permito diferir con respeto. No soy un comunista del Chicó. Lo soy, pero de La cabrera.
Daniel Samper Ospina (jetset.com.co)
Esta pagina es de godos y ya. Es en contra de los que no son godos.
ResponderEliminarMe encanta Samper Ospina. Pienso exactamente como él, o él como yo.
ResponderEliminarNo se necesita vivir en el sur y en la inopia para criticar el estrato 6. Estar en medio de tal estrato asquea tanto como a los menos favorecidos.
Ver a "amigas" haciendo bañar a su empleada cuando llega los domingos por la noche porque "quién sabe dónde se estaría revolcando" es asquerosamente repulsivo y así muchos ejemplos por el estilo.
Esta respuesta no es para dar ejemplos sino para decir que admiro mucho a Samper Ospina, como alguna vez he admirado al padre pero reconociendo que el hiijo tiene un humor más cáustico y político, y por tanto más real.
Mis respetos.
Muy bueno...aqui en colombia parece que ya no se puede criticar a algunos de sus gobernantes por que te tildan de guerrillero y otras especies. y me parece muy bueno que una persona reconocida como ud. asuma una posicion tan frentera. saludos.
ResponderEliminarLo que samper ospina, opina me parece dde los mas representativo delas clases, que la denominaban pequeña burguesia y en este tema no hay que popnerlos de enemigos. es mas con el tiempo, o mejor dicho el calendaruio pueden resultar hasta patriotas, ahi esta el caso de Daniel Samper, en las epocas de la unidad investigativa se puso al descubierto mas de un abuso, crimen y robo al erario público.
ResponderEliminarLastima que los Uribistas probablemente no tengan ni siquiera la capacidad de discernimiento para entender lo que este señor esta planteando, son unos betustes!!!!!!!!!!!
ResponderEliminarMenos mal me fui de ese país... ya estaba harto de tanta cosa.....
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