BUSCANDO UNA SOLUCION



La renuncia de Virginia Uribe a la terna de donde debe salir el nombre de quien reemplace en propiedad a Mario Iguarán, puede constituirse en una importante oportunidad de la que resulte un entendimiento institucional entre el Ejecutivo y la Corte Suprema.

Al momento de escribir esta columna no se conoce el nombre de la mujer que va a reemplazar a la abogada Uribe. Con esta nueva persona, la Corte tendrá en sus manos una terna renovada en un 66%, con lo que le quedará muy difícil seguir alegando la inviabilidad de la misma.

El simple hecho de que los magistrados reciban con buena tónica la renovación de la terna evitando una reacción inmediata de descalificación, sería un mensaje importante que indefectiblemente serviría para empezar a diseñar un mecanismo que permita subsanar las profundas diferencias que existen entre unos magistrados de la Suprema y el Jefe de Estado.

El problema surgió a raíz del discurso pronunciado por el presidente Uribe con ocasión de los 120 años de la Corte Suprema. Allí, él fijó su posición al respaldar la posibilidad de que la Corte Constitucional conozca acciones de tutela contra sentencias de otras cortes.

Los magistrados homenajeados consideraron que las palabras del Presidente eran una limitación del poder de la cabeza de la justicia colombiana. Desde entonces, el rifirrafe ha ido creciendo hasta llegar a lo que tenemos hoy.

No se trata de buscar culpables ni de señalar responsabilidades, ejercicio que a estas alturas no servirá de mucho. El esfuerzo debe concentrarse en el diagnóstico pormenorizado de las diferencias y las posibles soluciones.

Para que el entendimiento pueda darse, se requiere de actitudes positivas y de mensajes armónicos. Sería nefasto que en el mismo instante en que la Casa de Nariño revele el nombre de la nueva persona que integrará la terna, la Corte responda con una entrevista destemplada en la que ratifique la supuesta inviabilidad de la misma.

Lo primero que hay que entender es que la crisis con la Corte no se limita al asunto de la elección del Fiscal General de la Nación. Este episodio ha sido un brote más de los muchos que ha habido con esa corporación. Así que la elección de Fiscal no va a ser la solución de los problemas. Ahí todavía quedan algunos asuntos por dirimir.

Se trata de hallar una solución institucional en la que ojalá participen personas conocedoras de los asuntos y que, discretamente, puedan hacer una serie de propuestas tendientes a limar las asperezas y los malos entendidos que se han presentado.

El asunto debe tratarse con total desprevención, donde todas las variables puedan ser tenidas en cuenta, sin que existan temas vedados. El Gobierno tiene muchas quejas sobre el proceder de algunos magistrados y seguramente ellos, a su vez, tendrán algunos reparos por plantear.

Sin un ejercicio como el planteado, va a ser muy difícil encontrarle una solución de largo plazo al problema.

Sólo falta que las partes interesadas den su visto bueno y den inicio a un acercamiento discreto del que seguramente el resultado será mucho mejor del que hasta los más optimistas se imaginan.

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La gran noticia de la semana: las autoridades pudieron descubrir al bandido que andaba amenazando a los hijos del Presidente a través de Facebook. Los cobardes que se dedican a amenazar a través de internet y que creen que se saldrán con la suya, deben estar temblando del susto porque su hora ha terminado.

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