EL SONSONETE DE MONCAYO



¿A quién le interesa la liberación de Moncayo? Es la pregunta obligada que se hace el pueblo colombiano. Desde hace un tiempo para acá, el colombiano del común está siendo bombardeado día y noche sobre el caso del secuestrado Pablo Emilio Moncayo. Su padre, en su dolor, ha realizado caminatas, ha viajado al exterior y ha utilizado a los medios de comunicación para exigirle ferozmente al gobierno nacional y tímidamente a las FARC que liberen a su hijo. En su campaña, por buscar que el grupo terrorista libere a su hijo después de 12 años de secuestro inhumano, el profesor Gustavo no ha escatimado ataques en contra del presidente Uribe. No hay escenario en donde él no le endilgue responsabilidad exclusiva al mandatario y exonere a las FARC de la suerte de su hijo. De ahí, que buena parte de la sociedad colombiana esté empezando a fastidiarse de él.

La liberación del Cabo del ejército ha sido usada sin ningún tipo de pudor por el ala propagandistica y política de la estructura criminal colombiana para fustigar al gobierno colombiano. En su estratagema, recurren a tratar de engañar al pueblo colombiano sobre un supuesto acuerdo humanitario que conduzca, según ellos, a la liberación de todos los secuestrados y a la paz para Colombia. Ellos, van por el mundo pregonando la falta de interés del presidente Uribe por la liberación de Moncayo, aún más, dicen que el mandatario es insensible al clamor de los familiares del secuestrado por las FARC, pero a la estructura terrorista no le exigen nada.

El caso de Moncayo recuerda al de Ingrid Betancourt. El tiempo que la ex candidata presidencial estuvo plagiada sirvió para que los enemigos de la institucionalidad colombiana atacaran sin tregua al gobierno, escudándose en la liberación de ella. No hubo escenario en donde además de los familiares de ésta, salieran personajes de dudosa reputación a exigir al gobierno nacional que arrodillara la democracia colombiana ante los barbaros de la manigua. El periplo que hicieron tanto familiares como los oportunistas, muchos de ellos conocidos ampliamente por su cercanía con la estructura terrorista de las FARC, buscaba que el gobierno nacional bajara la intensidad de la ofensiva militar en contra de sus aliados de la manigua.

El epílogo de la liberación de Ingrid fue positivo para el país, debido a que se logró su rescate por la vía militar. Esta liberación permitió conocer tanto por el país como por la comunidad internacional, el compromiso del presidente Uribe por lograr arrebatarles a estos colombianos, que se pudren en la manigua, a sus verdugos y carceleros.

Ahora bien, el rescate de Ingrid le dejó al país una experiencia que es bueno tenerla en cuenta para los casos de los demás secuestrados que aún se encuentran en poder de las FARC. La enseñanza que le dejó al pueblo colombiano este rescate, es que la suerte de los secuestrados no puede ser usada en desmedro del resto de la población colombiana. Las liberaciones sólo le interesan, realmente, es a sus familiares, de ahí que una vez la obtienen, por los medios que sean, dejan de importarles las de los demás. Peor aún, le importa un bledo el resto de la sociedad colombiana.

El pueblo colombiano no puede seguir permitiendo que por buscar la liberación de Moncayo, el gobierno tenga que hacer concesiones al grupo terrorista por las que toda la población tenga que pagar más adelante. No se puede seguir invocando la falsa solidaridad. Las cosas son como son o dejan de ser, dice el adagio popular, pero la experiencia vivida por la sociedad colombiana ratifica que el resto de los colombianos no debe pagar por una decisión arbitraria de una estructura criminal que ha enlutado al país.

Hoy, de los familiares de Ingrid no se ha vuelto a saber nada. Ellos, aún no le han pedido perdón al gobierno ni al pueblo colombiano por sus campañas en contra del país. Hoy, felices por el rescate militar que logró la libertad de la ex candidata se les ha olvidado el daño que en su momento le infligieron a la sociedad colombiana por alinearse con los terroristas de las FARC y sus aliados en la civilidad.

El despropósito de obligar al pueblo colombiano a someterse a la voluntad de los criminales y de sus aliados debe motivar al colombiano del común a protestar. No se puede seguir permitiendo que la liberación de este colombiano, al cual le fue le violentado hace 12 años su derecho a la libertad, se convierta ahora en un caballito de batalla de los amigos de las FARC para bombardear las políticas del gobierno.

La manera alevosa como el profesor Moncayo ha querido arrodillar al estado colombiano, para lograr la liberación de su hijo, merece el rechazo en pleno de la sociedad colombiana que ha sufrido durante décadas muerte y desolación de manos a los cuales él les rinde pleitesía.

El sonsonete en que ha convertido el profesor Gustavo la liberación de su hijo, poco a poco, le ha ido granjeando el rechazo del pueblo colombiano. Las declaraciones que ha dado durante sus caminatas despiertan desconfianza en la sociedad, debido a que ellas están cargadas de resentimiento en contra del país, pero de alabanzas en favor de sus verdaderos enemigos como lo deben ser las FARC.

El colombiano del común entiende que sólo en este gobierno ha sido posible que el secuestro, extorsión y ataques en contra de la población civil realizada por parte de los grupos terroristas colombianos, hayan disminuido de manera significativa. Para muchos de los aliados de las FARC, este cambio que ha vivido el país los perjudica, debido a que no pueden seguir alimentándose del horror y la desolación sufrida por el pueblo colombiano.

Por último, el colombiano del común entiende que una vez se logre la liberación de Pablo Emilio, a sus familiares poco le importará la suerte del resto de la sociedad colombiana. Por eso es que el gobierno no debe claudicar en su empeño de derrotar a estos criminales y a sus aliados que durante décadas se ensañaron en contra del país. Por lo tanto, no debe permitir que las FARC y sus aliados logren sus propósitos.

La ñapa: El gobernante venezolano todos los días ratifica su condición de hazmerreír. Ahora ha iniciado un periplo por el mundo gastando millones de dolares del pueblo venezolano para tratar de mostrarse como un estadista, pero lo que logra es diametralmente opuesto. Sólo los que le reciben dineros son los que le aplauden su acto circense digno de los mejores payasos del mundo. Faltó que durante ese viaje lo haya acompañado Teodora y Moncayo para completar la rutina circense.

4 comentarios:

  1. Señor Lombana, totalmente de acuerdo con usted.
    El señor Moncayo, no pierde oportunidad para insultar al presidente, comop si el fuera el que tubiera secuestrado a su hijo, pero a los de las farc solo falta que los llame camaradas.
    Y parece que el muchacho esta aleccionado, en las pruebas de superviviencia saludos para Chaves y Correa. Interesante No ?

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  2. Profesor Moncayo, Teodora y ¿Colombianos por la Paz?: Las llaves de los candados que cierran las cadenas de los secuestrados, las tienen las farc y pueden liberarlos cuando quieran. El Presidente no las tiene,ni secuestró a ninguno de ellos. Su deber es facilitar gestiones pero sin espectáculos de bribones comunistas que viven del cuento de que son "humanitarios".

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  3. OJALA FUERA TU MADRE LA QUE ESTUVIERA SECUESTRADA, TU HIJO O TU PAPA. A VER QUE PENSARÍAS DE ELLO, SI PENSARIAS IGUAL. SI TE MATAN A TU HIJO, A TU HIJA,A TU MAMA, A MI TAMPOCO ME IMPORTARIA.

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  4. si es verdad, si secuestran o matan a alguien, creo que a los "colombianos de bien" no les importa....por ejemplo, si a usted lo secuestraran o lo mataran con una motosierra señor Lombana, no me importaria, y me importaria un bledo que su madre fuera a quejarse, y a las FARC tambien les importaria un bledo, y a Uribe tambien.....es mas, me importa un bledo su columna, y seguro es el mismo sonsonete de paraco en todas las que ha escrito (no lo se, no quiero leer las demas, cai en esta de puro "chepazo" despues de seguir un link en un comentario del tiempo.com), pero bueno....la conclusion es que todo es una porqueria en este pais con sus polarizaciones (y si, eso lo incluye a usted y su columna tan aberrante del sonsonete de moncayo).

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