UNA MARCHA EQUIVOCADA



POR PRIMERA VEZ ME DECLARO DE acuerdo con Chávez. La marcha del viernes es una mala respuesta a su política expansionista.

Uno no puede contestar una intromisión con otra intromisión. Será peor el remedio que la enfermedad, porque le dará argumentos a Chávez para seguir en lo suyo. Que los venezolanos hagan con él lo que puedan. No lo digo por egoísmo sino porque pienso que es una equivocación eso de meterse en el corral ajeno. Y si por fuerza de las mal llamadas bases americanas hemos llegado a ensalzar la soberanía hasta las alturas que no había imaginado ni siquiera Jean Bodin, pues mal haríamos en fomentar decisiones políticas en el hermano país, si no queremos, como no queremos, que de Venezuela nos llegue el dinero de las campañas y la propaganda que el Monarca de las Charreteras nos ha anunciado.

En cambio, lo que sí debemos decir aquí, con altivez y alto volumen, es: “no más a los recaderos de Chávez”. Esto es, los que están llevando a Caracas el pienso que necesita el caballo de Troya que nos quieren atornillar en medio de la salmodia seudo-revolucionaria del señor Dussán y la estulticia de uno que otro intelectual enredado todavía en la letanía de los años sesentas. Desagradable coincidencia que pocos días después de estos viajes, sea el mismo Chávez el que les dé su interpretación. En exótico aviso dijo: “En los últimos días, hemos recibido manifestaciones de preocupación y de solidaridad de los pueblos y gobiernos del continente; así como también de un importante sector de la sociedad colombiana”.

Recordemos que Laureano Gómez, un verdadero huracán en la oposición, tan pronto estalló el conflicto con Perú, en vez de desmarcarse del Gobierno, lo apoyó en la política exterior. De ahí la célebre frase: “Paz, paz al interior; guerra, guerra en las fronteras”. Claro que no hablo de guerra, jamás. Pero sí de un frente unido de todos los colombianos como lo dijo César Gaviria, consciente de su papel histórico.

Con todo respeto: Tampoco entiendo el inverosímil activismo del ex presidente Samper, que tiende una mano a Chávez en el momento en que arrecia los peores ataques contra el Estado colombiano.

Es legítima la difusión de las ideas de Chávez. Pero cuando el vecino amenaza con movilizar tanques a nuestra frontera, compra aviones estratégicos, ha montado una fábrica para producir decenas de miles de fusiles de asalto AK-103 lo cual excede con creces las necesidades de su fuerza pública y ha gastado más de 11.000 millones de dólares en armamento, la unidad interna es un imperativo, un sencillo acto de supervivencia. Y también lo es el rechazo a la benevolencia con que ha tratado a las Farc, a Reyes y a Marulanda, por quienes ha confesado su admiración, sin que le tiemble su voz, pese al ataque brutal que esta organización ha desatado sobre la población civil colombiana.

El “no más Chávez” no puede ser un mensaje para el pueblo de Venezuela. Es un imperativo para nosotros.

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Me precio de ser quizás el único comentarista que se opuso a tiempo a que la Corte admitiera la renuncia del fuero de los congresistas investigados. El fuero no es un privilegio de ellos sino una irrenunciable garantía para la sociedad. Lástima que para llegar a esto, tuviéramos que afrontar un desagradable cambio de jurisprudencia. Y en cuanto al referendo, ya volveré sobre el tema.

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