LOS PARQUEADEROS


EL TEMA DE LAS TARIFAS DE LOS PARqueaderos en Bogotá podría parecer un asunto que compete sólo a los dueños de carros particulares, pero en el fondo es un problema que afecta a mucha gente.
Se trata de la valorización creciente y acelerada de los precios del suelo urbano, explicada por el crecimiento demográfico, la urbanización, la prosperidad de los estratos 5 y 6, la exportación de cocaína y las inversiones empresariales.

El precio de un lote en el centro de la capital crecía a un ritmo lento y regular hasta el año 2004, porque el sector se deterioraba poco a poco, los zonas residenciales se trasladaban hacia el norte o hacia aéreas periféricas; las vías eran estrechas, los ladrones muchos y las puticas más. Con Mockus comienza el proceso de recuperación del centro de la ciudad con la idea de que repercutiera en el conjunto; con Peñalosa se afianza y con Lucho Garzón corona. Las medidas fueron en realidad simples: meter a los vendedores ambulantes en edificios, remodelar San Victorino, reconstruir la Avenida Jiménez, sacar a los indigentes del Cartucho, poner bolardos de cemento para impedir el parqueo en las aceras de Bogotá y acabar con las Zonas Azules, donde se podía parquear en determinadas calles vigiladas por minusválidos. Esta última medida fue complementada al dar a la policía de verde el papel que cumplían los chupas de azul, con lo cual la primera terminó heredando la corrupción de la segunda. Al mismo tiempo se autorizaron compañías de grúas para trastear vehículos aparcados en zonas prohibidas a los “patios de la circulación”.

Lote o casa que se convirtiera en parqueadero se le regalaban 10 años de exención de impuestos. Un gran negocio para los casatenientes y especuladores con lotes de engorde que comprendieron, con la avidez económica que los caracteriza, que ahí estaba el negocio. Bogotá se llenó de parqueaderos, unos legales y otros piratas. Todo predio se avaluó con base en la ganancia que podía rentar un parqueadero y éstos se avaluaban con referencia a los cánones de arriendo comercial. Uno de los efectos fue destruir casas viejas, muchas bellas, y construir —o transformar— edificios para parquear carros. El negocio es el negocio y más pronto que tarde impusieron a las alcaldías menores sus reglas de ganancia. En centros comerciales, clínicas y hospitales, oficinas públicas y aeropuerto, las tarifas se dispararon sin control. Los alcaldes cedieron. La arbitrariedad reinaba. Se presentó entonces una ambigua medida: cobrar por minutos y no por cuartos de hora. La administración actual se comió el mico que llevaba en la tripa: el IVA que se incluía en la tarifa anterior comenzó a ser cobrado por minuto, como un taxímetro. Los propietarios de las empresas de parqueaderos públicos —que tienden al monopolio— ya no cobraban 3.000 pesos por hora, sino 100 (87 de parqueo y el resto por IVA) multiplicado por 60: 6.000 pesos. La Alcaldía Mayor no sabe qué hacer, si rechazar su función regulando tarifas a favor de la gente o contribuir a que los especuladores de lotes urbanos se llenen los bolsillos. Una prueba más que la ciudadanía le pone al Polo.

1 comentario:

  1. Interesante que esta pagina "anti mamertos" publique articulos de el "mamerto" mas importante,,, y no es que acuse de nada a Molano, para mi Alfredo Molano es de las personas que mas admiro en mi vida, ... sera que los "anti mamertos" uribistas ya se han dado cuante de lo equivovados que estan?

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