EN EL AÑO 2025 (II)

REGRESANDO AL TEMA DE LA COlumna anterior, en donde se afirmaba que la explosión de la telefonía celular y otras comunicaciones inalámbricas han convertido a la telefonía fija en obsoleta; y que este negocio está condenado, más temprano que tarde, a desaparecer, cabe hacerse la misma pregunta que Cicerón:
“¿Quo bono?”. Es decir, ¿a quién conviene que las unidades de telecomunicaciones que devengan la casi totalidad de sus ingresos de telefonía fija se marchiten y desaparezcan?
A primera vista hay dos candidatos: el primero son líderes sindicales enceguecidos por la desaparición, en una eventual privatización, de la vaca a quien seguir ordeñando. De imponerse el sentido común hay razones para descartar esta hipótesis, siendo la principal que cuando desaparece la empresa por sustracción de clientes, necesariamente tiene que desaparecer el sindicato. La segunda hipótesis, bastante más probable, es que con la desaparición de las unidades de telecomunicaciones de telefonía fija, los ganadores son las dos grandes empresas de celulares que prácticamente dominan el mercado colombiano: Telmex de México y Telefónica de España. Ambas empresas están captando en Cali 20.000 nuevos clientes al mes. De mantener esa misma tasa de penetración, en dos años y medio tendrán bastante más abonados que los 520.000 que tiene hoy Emcali. A estas dos empresas, de rancio abolengo monopolístico, lo que menos les conviene es que un tercero, con capacidad económica y tecnológica, rescate de su lenta agonía a la unidad de telecomunicaciones de Emcali. Siendo así el panorama, ¿no será que alguien les está haciendo el favor a Telmex y Telefónica de impedir a toda costa que llegue un socio a Emcali y les dañe el caminado? Porque para estos gigantes es música celestial ver al principal competidor marchitarse, mientras que se devoran plácidamente el ponqué… evitando tener que nadar en la fría piscina de la competencia.
La desaparición de las líneas fijas, por otra parte, tiene consecuencias importantes en otros campos. Lo que inexorablemente va en camino a la extinción son los directorios telefónicos, con la posible excepción de las páginas amarillas. Los “chepitos”, aquellos desagradables reptiles al servicios de los agiotistas y de los pulpos financieros, van a tener que usar mucha imaginación para encontrar el número del celular de sus víctimas.
Otro negocio que se va a tener que reinventar es el telemercadeo. Las llamadas a celulares, aparte de la evidente dificultad en identificar el número del cliente objetivo, tienen un costo bastante más alto que aquellas de telefonía fija. En algunos países, en donde las llamadas al celular se le cobran también al que las recibe, el telemercadeo por celular está prohibido. Las autoridades en Colombia deben, de todas formas, prohibir el acoso de toda índole por celular.
Otros que se van a ver en calzas prietas son los fabricantes de redes, instalaciones, centrales y teléfonos fijos. O se reinventan, como pasó con los fabricantes de las máquinas de escribir, o desaparecen. Las empresas dedicadas a las obras de instalar y mantener las redes telefónicas, igualmente tendrán que buscar nuevos horizontes.
Finalmente, algunos que van a ver menguado su negocio son los ladrones de las líneas telefónicas, ubicuos a lo largo y ancho del país. Cuando sea más difícil comercializar el cobre y caucho de estas líneas, los cacos y los rateros tendrán que desplegar su imaginación.
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Apostilla: Excelente noticia el gran salto en el escalafón para negocios que ha dado Colombia en el último año. El pasar del puesto 73 hace tres años al puesto 37 es una admirable proeza. Sin inversión, no existe ninguna posibilidad de crecimiento; y sin crecimiento, acabar con la pobreza es una quimera.

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