CARTA DE JORGE NOGUERA...


LOS ARCHIVOS DE LAS FARC...


Una confesión pormenorizada de diez años de crímenes y conspiraciones. Buscar los datos es cosa simplísima.
El gobierno de Colombia encomendó a The International Institute for Strategic Studies la nada sabrosa tarea de clasificar los millares de archivos de 'Raúl Reyes'.
Hoy, por 50 mil pesitos, cualquier ciudadano podrá recibir Los archivos de las Farc, con un CD en que se clasifica, rigurosamente, una confesión pormenorizada de diez años de crímenes y conspiraciones. Para las Farc, esos miles de mensajes dormían ya el sueño eterno, pero despertaron a la voz de un bombardeo. Y eso es hoy una dicha para investigadores, periodistas y público en general.
Buscar los datos es cosa simplísima. Para comprobarlo escribí mi nombre y, ¡oh sorpresa!, lo primero que veo es a 'Alfonso Cano' y 'Raúl Reyes' despotricando de mí y 'trazando línea' sobre cierto asunto. Los pongo en antecedentes. 4 de febrero del 2008: 10 millones de colombianos marchamos bajo la consigna "¡No más Farc!". Iván Cepeda, de inmediato, cita una contramarcha para marzo, cuyas consignas parecían guión hecho por las Farc. Para acabar de ajustar, Anncol -su página oficial- también invitaba.

EDUCADOS Y ADOCTRINADOS...

Lleva dos años vacía, sin que el sonido del alumnado ni el ruido de las bandejas metálicas se hagan oír en sus pasillos, en sus aulas o en el comedor. Durante décadas fue una escuela en el campo, uno de esos preuniversitarios cubanos que intentaba vincular el estudio con el trabajo y donde los adolescentes permanecían internos. Pero desde el curso 2009-2010 la mayoría de estos centros docentes cerraron sus puertas, ante la evidencia del fracaso pedagógico y productivo. En lugar de formarse en la práctica del trabajo agrícola, los becados se entrenaban en las hábiles mañas de simular que laboraban, mientras en los albergues florecían la promiscuidad y el matonismo. Afortunadamente el experimento terminó, no sin antes dejarnos una mezcla de recuerdos agridulces a quienes lo vivimos en carne propia. El gobernante Raúl Castro anunció su cierre en medio de un proceso por reducir costes y hacer que el pragmatismo se impusiera allí donde solo había primado el desatino. Los bloques de concreto, erigidos en medio de la nada, que albergaban estas becas, ahora están reutilizados algunos como viviendas o instituciones, otros simplemente abandonados. Ruinas nuevas, arquitectura ya desechada de una época reciente que terminó.

CONDENADO NOGUERA...


Según el extracto de prensa, Jorge Noguera fue el asesino del profesor Correa de Andréis, por lo que pagará 16 años de prisión. Los otros nueve los queda debiendo por haber obstaculizado la acción de sus subalternos en la lucha que tan valerosamente habían emprendido contra 'Jorge 40' y sus secuaces; por haber puesto el DAS a las órdenes del paramilitarismo y por haber vendido información secreta a estos criminales.
    En el asesinato de Correa, la Corte le quitó a Noguera la condición de "coautor" por la de "autor mediato". Dicho con la mayor simpleza, el viraje significa que la Corte no pudo acusar a Noguera por haber participado en el crimen del profesor. Con toda su perversa imaginación, y con la imaginación criminal de su obsecuente servidor Rafael García, no pudo encontrar una sola prueba de la comisión de este asesinato. ¿Y entonces, para qué está Roxin?

POPULISMO DESVIADO...


El problema no radica en la evidente ignorancia de Garzón sobre estos temas.

    La destemplada reacción del vicepresidente de la República, Angelino Garzón, a los datos de pobreza del Gobierno ha despertado un debate sobre estas cifras sociales. El segundo de la Casa de Nariño rechazó los resultados de la nueva metodología de Planeación Nacional, que establece el valor mensual de la línea de pobreza en 187.079 pesos.
    Garzón dijo que el monto "es una verdadera ofensa para la gente pobre", y les ofreció a los asesores "regalarles los 190.000 pesos para que nos vayamos a Corabastos... para ver si hacemos un mercado de cuatro personas de un mes". Al igual que con sus declaraciones a favor de un salario mínimo más alto, el Vicepresidente demerita las conclusiones técnicas a favor de posturas que sabe que ganarán el fervor popular.
    

EL VICEPRESIDENTE

No hay otra institución política que le traiga a la República más dolorosos recuerdos que la Vicepresidencia. La cuestión puede remontarse a los días de la República naciente, cuando las desavenencias de Bolívar y Santander produjeron, nada menos, que la disolución de la Gran Colombia, la conspiración de la noche septembrina y el exilio de Santander, piadosa medida con la que el Libertador perdonó la pena de muerte que le había sido decretada al jefe de aquel atroz atentado.
Cerrando el trágico siglo XIX, exactamente para el Gobierno que se posesionó el 7 de agosto de 1898, fueron elegidos Manuel Antonio Sanclemente y José Manuel Marroquín, para los cargos de Presidente y Vicepresidente de la que ya era la República de Colombia. En buena medida la Guerra de los Mil Días, y con seguridad la pérdida de Panamá, resultaron de los enfrentamientos entre estos dos personajes. Se comprende por qué esa dignidad fue suprimida por casi un siglo de nuestra Constitución.
Pero vino la Constitución de 1991, la vigente, cuya inspiración y redacción se le confió, en alta medida, a los guerrilleros del M19 y a otros de parecidas ejecutorias. Y entre los entuertos de esa triste experiencia, habremos de observar éste que ahora nos aflige.
Lo invito a que haga el experimento que le propongo, querido lector. Pregúntele a un número cualquiera de ciudadanos, qué oficio tiene nuestro personaje, y sin vacilación le dirán que es el segundo en el Gobierno, después del Presidente. Y menuda sorpresa se llevarán cuando usted los corrija, para decirles que el Vicepresidente no es nada en el Gobierno, y que no tiene ninguna función pública. ¿Por qué entonces la casa que le han dado al pie de la de Nariño, muy Salmona y muy llena de aparato? Pues porque aquí somos así.
Puro folclor. El Vicepresidente no tiene funciones, no tiene mando, no es parte del Gobierno. Su oficio, si por tal pudiera llamársele, es esperar juicioso a que el Presidente tenga un accidente, que se muera o quede por largo tiempo inhabilitado, o que le ocurra ese otro accidente que sería la renuncia. Entonces se posesionaría como Presidente, por el tiempo que le falte al elegido como tal.
Mientras tanto, carece de funciones, de representatividad, de todo.
La Constitución dispone que el Presidente podría darle determinadas funciones al elegido como Vicepresidente. Como mandarlo de embajador a Bangladesh, o a otro más lejano lugar, que sería lo aconsejable. O como confiarle alguna otra función específica. ¡Pobre Constitución! A Angelino no le han dado ninguna facultad y se las toma todas. Y no pasa nada. A la Oficina Jurídica de Palacio acudimos en derecho de petición para que nos aclarara el tema, y la respuesta fue tan melancólica, tan pobre, que mejor ni mencionarla.
No hay nada tan peligroso como un desocupado con iniciativa. Y si se le agrega que el desocupado con iniciativa tiene ínfulas y ambiciones y título pomposo, la cosa es insufrible. Que es lo que empieza a sentir Santos respecto de Garzón, y lo que le ha pasado a varios de sus ministros. Cuando menos lo piensan, sale Angelino a contradecirlos, a regañarlos, a proponerles camorra. Y los ministros no saben qué hacer, como que sienten que le deben respeto a quien no está respetando su fuero.
Se debe a lo dicho que el Presidente haya salido a enfrentar a su Vicepresidente, diciendo en discurso público que los problemas del Gobierno se deben resolver en su interior. Pero ocurre que Angelino no es parte del Gobierno, que no es subalterno de Santos y que puede decir y hacer lo que le venga en gana, creando problemas de mando insolubles y problemas de imagen gravísimos. Por ahora, Garzón se limita a intervenir en cuestiones de petróleos, de orden público, de paz con las Farc y en asuntos económicos y laborales.
Ya recordó que fue elegido con nueve millones de votos y advirtió que no se va a callar. Pero la culpa no es suya. Es de los insensatos que redactaron ese disparate que es la Constitución de 1991. ¡Pobre Santos!

La Patria, septiembre 20 de 2011

LA IZQUIERDA CONTRAATACA...

Como dirian en "La Luciernaga": "Una extraña mezcla de realidad y ficción"...

COLOMBIA ¿PAIS MEDIOCRE?


Una de las frases que he leído y que más me ha gustado la encontré en un libro que invita a la reflexión y, por ende, recomiendo: “El hombre mediocre” Obra escrita por el italiano Giusseppe Ingegneri o por el argentino José Ingenieros (escojan ustedes pues se trata de la misma persona). 
La frase
"Sin la sombra ignoraríamos el valor de la luz"
Cierto, tenemos la maldita tendencia a valorar lo bueno gracias a la presencia de lo malo. Eso, aparte de hacernos mediocres, es una manera implícita de justificar la existencia de todo aquello que debemos rechazar. Desgraciada justificación que impide erradicar lo que no debieramos hallar y que, muchas veces, deriva de una percepción subjetiva que nos hace valorar algo malo gracias a la presencia de algo igualmente malo, constituyéndose ello, en algo -además de anodino- mucho peor. Algo así sucede en Colombia, un país que ha padecido una violencia absurda. La incapacidad de ejecutar acciones que conduzcan a su efectiva y absoluta eliminación por parte de generaciones anteriores, e inclusive aquellas que hoy encuentran el ocaso, ha sido más que comprobada. ¿Por qué? ¡Porque han sido mediocres!
 Incluso hoy, los protagonistas del acontecer nacional, son el reflejo contemporáneo de una mediocridad que lamentablemente no hemos podido superar. Es curioso por ejemplo, leer una columna que rechaza y enfatíza el horror originado por grupos de derecha y, al mismo tiempo, calla el horror que proviene de la izquierda. Y resulta igualmente curioso lo contrario: el rechazo de las acciones guerrilleras por parte de alguien que no menciona a los paramilitares. Eso es Colombia, un país capaz de polarizarse frente a grupos; un país compuesto por tuertos cuyo único ojo sólo es capaz de cuestionar un único emisferio; un país que rechaza una mitad de la violencia y justifica, acepta o ignora la otra; un país que tolera uno de los discursos auspiciadores de tanta atrocidad. En fín, un país mediocre.
 ¡No nos alarmemos! No todos los colombianos hacen parte de dicha mediocridad. Hay una Colombia peor: la que ignora todo. La Colombia a la que no le importa que Piedad Córdoba sea incapaz de referirse a la guerrilla en términos despectivos por cuenta de su papel de mediadora; la Colombia a la que le importa un soberano tubo el hecho de que los grupos paramilitares estén más vivos que nunca (ahora se llaman Bacrim); la Colombia que no entiende, o mejor, que no quiere entender que la violencia debe ser rechazada de forma tajante sin importar el orígen o las “causas” o “discursos” que la propician. Porque nada es más mediocre que tratar de explicar la violencia; nada es más mediocre que justificarla.
 Por fortuna, hay una esperanza. El hecho de que exista el relevo generacional nos permite pensar en la posibilidad de cambiar el presente encausándolo a un mejor futuro. Las nuevas generaciones tenemos la obligación con las generaciones próximas de cambiar las actuales circunstancias. Sólo podremos lograrlo si cambiamos la actitud mediocre que hemos heredado.
Por @millersoto  letramenuda.com 

VAYA DÍGALES...

TRANSMILENIO ES LO PEOR... ¿SERA CIERTO?


Lo que está ocurriendo en los medios de comunicación con el tema de Transmilenio, me recuerda la estrategia que utilizaron cuando estaba en furor la adjudicación del tercer canal de televisión.

A diario, RCN y Caracol difundían todas las actuaciones de sus abogados, daban a conocer la vida, obra y milagros de los comisionados de televisión, maximizaban cualquier situación y la convertían en un escándalo que adobaban con los comentarios improvisados de la gente en la calle.

En esa campaña contra el tercer canal, RCN y Caracol no ahorraron esfuerzos, cuidándose de mencionar el interés directo que tenían en desprestigiar la iniciativa. Sin embargo, lograron su propósito y el asunto del tercer canal quedó en la mente de la ciudadanía, como un embeleco inconveniente y lleno de corrupción.

A esto se suma la negativa del gobierno Uribe de pautar en los medios de comunicación, situación que era usual antes de 2002 y es normal ahora, en pleno 2011. El gobierno de turno pautaba, no por la utilidad de informar, sino por el mecanismo de presión que puede utilizar en cualquier momento contra el medio no alineado.

Total: los interesados en conservar el monopolio de la televisión en Colombia, mantuvieron por varios meses la campaña de desprestigio y finalmente lograron su propósito de evitar la competencia, gracias al apoyo de la ciudadanía desinformada y manipulada para favorecer la conveniencia de los dos grupos económicos que son dueños de los dos canales privados.

La misma estrategia se viene utilizando con el tema de Transmilenio: no hay día ni emisión en que RCN y Caracol no emitan informes “noticiosos” sobre la inconveniencia del Sistema: que los botiquines de las estaciones tienen los medicamentos vencidos, que los extintores están guardados porque se los roban, que a los conductores los hacen trabajar 18 horas y que todo es culpa del pésimo diseño del contrato entre la ciudad y los operadores de Transmilenio.

La última información difundida por RCN y Caracol se refiere a un concepto del IDU en el que manifiesta que la solución a los problemas de las lozas de la troncal Caracas es reponerlas en su totalidad. Eso suena muy bonito en una campaña electoral, pero la realidad es que volver a construir la troncal, además de los costos, implicaría el colapso de la movilidad capitalina.

Mientras tanto, los mismos medios empeñados en amplificar las fallas de Transmilenio, no tocan al transporte público tradicional, ni le exigen, ni exponen a diario sus miserias. Eso sería inconveniente en plena campaña, pues las mafias de los transportadores tienen una gran influencia en el tema electoral, a tal punto que financian concejales que después, ya elegidos, complicarán la gestión de aquel que intente tocarlos.

Ahora bien: mientras RCN y Caracol difunden su campaña de desprestigio, no se oye una sola palabra sobre las alternativas disponibles para los usuarios del Sistema, pues realmente no existen y a lo sumo, el Sistema Integrado de Transporte Público estará en plena operación en dos años, si todo sale bien.

Lo cierto es que la campaña contra Transmilenio tiene destinatario propio: Enrique Peñalosa, el alcalde que copió el modelo de Curitiba, Brasil, y trató de adaptarlo a las necesidades de Bogotá. No se puede negar que el Sistema tiene fallas, que debe mejorar diversos aspectos, que el problema del relleno fluido en la troncal Caracas es grave, pero más allá de las utopías del metro —estilo Samuel— ningún alcalde ha desarrollado soluciones reales al problema del transporte en la ciudad.

Curiosamente, las fuentes que utilizan RCN y Caracol son oficiales: La Personería de Bogotá y el IDU. En cuanto a la Personería, es bueno recordar que está a cargo de Francisco Rojas Birry, miembro del PDA quien se atornilló al puesto, pese a las investigaciones sobre sus nexos con el extraditado David Murcia Guzmán. Sobre el IDU, bastión clientelar del Polo, tampoco resulta extraño que mediante informes y recomendaciones trate de influir en las elecciones del 30 de octubre.

Aunque ya sabemos a quién tratan de perjudicar los informes oficiales que amplifican RCN y Caracol, no resulta tan sencillo entender a quién benefician. No es al candidato del Polo, el desconocido Aurelio —que empapela la ciudad con su nombre—, pues en las encuestas apenas registra y sabe que su aspiración no tiene futuro alguno. El beneficiado con la campaña de desprestigio es Gustavo Petro, el verdadero candidato del chavismo, quien está disputando, cabeza a cabeza, la Alcaldía de Bogotá con Enrique Peñalosa.

El candidato de la izquierda, ahora todo dulzura y suavidad, ha trabajado activamente para desdibujar sus vínculos: no habla de Chávez, ni expresa sus simpatías por el dictador venezolano. Reniega del Polo, cuando muchos de sus directivos y simpatizantes se deslizaron a su campaña, más que por identidad con la aparente disidencia, por afinidad ideológica con el proceso que ha determinado dejar al Polo como una marca política perdedora y responsable de la debacle capitalina, mientras que la nueva marca, Progresistas, no tiene cargas y se vende como cristalina, transparente y muy honrada. Esta estrategia de desinformartsija subestima públicamente el poder comunista y acalla los temores de sus adversarios mediante la fabricación de crisis falsas, divulgación de debilidades y disidencias en el seno del mundo comunista. Pero no lo pueden ocultar: PDA y Progresistas son las marcas de venta para un solo producto: el socialismo del siglo XXI.

atrabilioso.blogspot.com 12 de sptiembre 2011

LA GRAN INDECENCIA PARLAMENTARIA


Que el Congreso Nacional abra una licitación valorada en $40.000.000.000 para tomar en alquiler 476 vehículos, que adjudicará en enero, de los cuales entregarán dos para el servicio a cada congresista. El costo mensual por cada automotor será de $7'000.000, mientras miles de damnificados de la pasada tragedia invernal continúan en la cochina calle, viviendo de la caridad pública.
La indecencia mínima. Que el salario mínimo de un trabajador raso sea hoy de $532.500/mes y el de un Congresista de $33'996.000, pudiendo llegar, con dietas y otras prebendas, a $38'500.000/mes. Con oficinas, asesores, teléfonos fijos y celulares, carros, tiquetes aéreos gratuitos, además de los mejores servicios de salud.
Otras indecencias. Indecente es quien afirma que es riqueza ganar en Colombia $187.000. Indecente resulta que un profesor, un maestro, un catedrático universitario o un cirujano de salud pública, ganen menos que el concejal de un municipio de tercera categoría. O que los políticos se suban sus retribuciones en el porcentaje que les apetezca (siempre por unanimidad, por supuesto y, al inicio de la legislatura).
Tenemos más. Es indecoroso que un ciudadano se vea obligado a cotizar hasta 35 años y tener 62 años para percibir una pensión y otros -para cobrar la pensión máxima- sólo necesiten jurar el cargo y estar un tiempito devengando de lo lindo. Es indecente que los congresistas sean los únicos trabajadores de este país que están exentos de tributar un tercio de su sueldo. Y que en la administración de justicia haya sueldos astronómicos que ya desearían los técnicos más calificados.
Más indecencias. Que el ingente dinero destinado a sostener a los partidos sea aprobado por los mismos políticos que viven del erario. Es indecoroso que a un político no se le exija superar una mínima prueba de capacidad para ejercer su cargo. (Ni cultural, ni intelectual.) ¡Sólo basta estar en la bancada mayoritaria y patrocinado por dineros sucios!
Contratación indecente. Indecente es el político que es elegido, se llena los bolsillos de dinero en lugar de gobernar y solo quiere contratar. Indecente es el costo que representa para la administración de justicia los viáticos, viajes (siempre en primera clase), comidas, comunicaciones, guardaespaldas, escoltas, carros último modelo blindados, tarjetas de crédito y varios etcéteras y se le niegue a los soldados de la patria un aumento digno en sus salarios y los presupuestos no alcancen ni para sus prótesis en los hospitales.
Otro torrente. Mortificante que los congresistas tengan seis meses de vacaciones remuneradas al año. Irrita que el dinero de las regalías, destinado al desarrollo de las regiones y clases menos favorecidas, se quede en manos de gobernadores y alcaldes corruptos y sus secuaces. Indigna que a los abnegados soldados de la patria que dedicaron su vida para hacer de Colombia un mejor país, queden en la más completa ruina, sin un defensor pagado por el mismo Estado. ¡No hay derecho!
El Nuevo Siglo, 5 de septiembre 2011

EL MAMERTO BOGOTANO...


El sentido más indicado para reconocer a un mamerto es el oído. Su discurso acartonado, compuesto por distintas configuraciones de las mismas palabras, es inconfundible; el vocabulario es reducido: sistema, contra, represión, revolución, opresión, pobreza, lucha, imperio, burguesía, explotación, pueblo; las configuraciones, infinitas: “Lucha contra el imperio”; “Explotación imperialista del pueblo”; “Pueblo oprimido por el sistema”; “Sistema imperialista burgués”; “Pobreza y opresión, igual revolución”. Sólo son ejemplos; combínense aleatoriamente, en letras apeñuscadas cuando es por escrito, y se tiene con estas palabras un panfleto listo para las imprentas de tinta roja del centro de Bogotá.
A la vista, su forma anticuada de vestir es más opaca y homogénea. Su moda está dominada por los colores cafés desteñidos, sacos viejos con parches en los codos, cuellos de tortuga, botas militares y jeans con camiseta oscura en los más jóvenes. Faldas no hay; no sólo por la carencia sistemática de una población de mamertas saludable para la supervivencia de este nicho social, sino porque las pocas que existen (¡gracias al cielo!) suelen vestirse igual a los hombres. Lo digo como una observación estadística más que un juicio de valor, pero dentro de la mamertería las mujeres son feas.
Sin embargo, detenernos en los detalles exteriores, como esa manera insalubre de tomar café recalentado en vasos de plástico verde, ese gusto por las agendas de lomo de cuero y páginas de bordes dorados llenas de papelitos, esa fijación por las organizaciones con siglas, distrae del pensamiento esencial que hace al mamerto. Mamerto no es sólo izquierdista. Aunque el origen de la palabra está en la coincidencia de “ertos” en el Partido Comunista Colombiano, cuando Gilberto Vieira y Filiberto Barrera eran sus directivos, hoy el término se esparció por almas que moran fuera del partido.
En el fondo de esos corazones apasionados y recalcitrantes está la lucha constante de una existencia contradictoria. Los mamertos poseen una certeza absoluta de conocer la verdad sobre lo que debe ser para todo el mundo. Su misión es cambiar la tierra porque saben que, como está, está mal. Cambiarlo a usted, cambiarme a mí, cambiar el destino del pueblo. La revolución no es personal, compañero, la revolución es de masas. Por eso los pobres se ajustan tan bien a los objetivos de nuestros salvadores; los pobres, que no tienen voz para decir que no quieren que los salven.
Gente sabia podrá explicar cómo esto es una consecuencia de la filosofía marxista, pero el asunto no viene al caso, pues la mayoría de los mamertos no entienden a Marx, de todos modos. No por eso su seguridad inamovible de poseer la verdad va a derrumbarse, ni su deseo de salvar a la humanidad, así la humanidad se niegue, va a calmarse. Es una vocación espiritual: la mística intolerante, esencial del mamerto. Frente a esta ética de hierro, son infructuosos los argumentos, las discusiones, las evidencias más claras. Unos por sofismas burgueses, otros por manipulaciones y engaños mediáticos, y otros más por conspiraciones extranjeras. Frente a su seguridad dogmática, es inaceptable la diferencia o el disenso; son debilidades de mentes aplacadas por ese enemigo externo siempre al acecho.
En contra de este arrojo vital del mamerto se estrella la vida diaria de Juan, de María y de Pedro. Los mamertos son personas del común disfrazadas de revolucionarios. Los guerrilleros son revolucionarios disfrazados de personas del común. La diferencia es fundamental, y está en el corazón de la existencia contradictoria (¿por eso amarga e iracunda?) del mamerto.
Cuando se cierra el comité, se reparten las comisiones y se levantan las actas, el mamerto vuelve afónico al sistema contra el que vociferó durante horas. Se enjuaga su garganta con coca-cola antes de subirse al Transmilenio. Madruga al día siguiente al trabajo, por lo regular en una entidad del sector público, o a la universidad, generalmente una institución del Estado. Paga impuestos, tiene cuenta bancaria, hace mercado en el Éxito, ve telenovelas, y les compra cerveza a Bavaria y cigarrillos a Mustang en las tiendas salseras de La Candelaria.
A pesar de su escaso potencial reproductivo los mamertos son marginales duraderos. Serán los fósiles vivientes que atestigüen que en Colombia algunas cosas han cambiado para bien. A la gente ya no la matan tanto por lo que piensa o dice, sino por lo que hace, y eso para los mamertos es garantía de perpetuidad.

CartelUrbano.com