AÑO BISIESTO




Es cierto que la guerrilla empezó este año bisiesto perdiendo a su jefe Raúl Reyes y que no tuvo más remedio que admitir la muerte del sanguinario Tirofijo, que sobrevivía en las entrañas de un computador. Y después vino la catarata de desastres, con la pérdida del espantable Iván Ríos, y de la temible Karina y del horrendo Paisa. Apenas se salvaron John 40 y el Marrano, que tiene las vidas de un gato, pero Gafas cayó en la misma acción prodigiosa en que se salvaron los secuestrados más notables, la mejor obra de inteligencia de ningún ejército del mundo, que fue la operación Jaque. Pero esos son los misterios gloriosos. Porque los dolorosos los aventajan de lejos, al menos en nuestra modesta contabilidad.

Hace años venimos diciendo que no tenemos conciencia clara de que una guerra se compone de imprescindibles acciones militares, que cobran sentido en el marco político en que se ejecutan. Las guerras terminan por ganarlas o por perderlas los pueblos, de los que son los soldados sus expresiones y mensajeros. Y esa guerra, la del pueblo, nos la arrebatan.

La Corte Interamericana de Derechos Humanos, no tiene otro oficio que el de condenar a Colombia, para salvar a las Farc. Es el núcleo del mamertismo internacional que nos golpea sin compasión, sin que hagamos nada por defendernos. El Gobierno de Colombia nunca supo que ahí se libraba la batalla decisiva y la Cancillería anda demasiado ocupada pidiéndole perdón al Presidente del Ecuador como para darse cuenta de lo que nos pasa. La OEA es la sede de nuestras primeras desventuras.

Allá empieza la tragedia. Que se trasladó a Colombia cuando un par de personajes de menos que mediana categoría, el fiscal Iguarán y el ex Ministro de Defensa Camilo Ospina, acaso por casualidad hoy Embajador en la OEA, acabaron en un papel la institución constitucional de la Justicia Penal Militar. De modo que en un santiamén se acordó que cualquier combate lo juzgan civiles que nunca supieron qué cosa es un combate, y que cualquier baja se calibra por los intereses de los amigos y parientes de la supuesta víctima inocente, combinados con los muy poderosos de los Colectivos y las Asociaciones que montaron el único negocio más interesante que el de las pirámides y la cocaína. Ese de exprimir el presupuesto nacional y mandar a la cárcel los militares mejores, con la inapreciable ayuda de despreciables pitirris, invento mágico de la Corte Suprema, es mejor que la piedra filosofal. Porque todo lo convierte oro y a los enemigos en barro.

Lo que tal vez no entiendan muchos es cómo se compone esa trama. La Corte Interamericana está integrada por el Foro de Sao Paulo, donde moran los socios comunistoides de las Farc. El Fiscal es un pobre diablo, al que manejan sus antiguos patrones y socios ocultos, encabezados por Alfonso Gómez Méndez, quien fuera parlamentario de la Unión Patriótica, brazo político de las Farc. Luego son las Farc las que investigan nuestros hombres. Los procesos continúan en manos de algunos jueces de Asonal Judicial, el sindicato de Jaime Pardo Leal, líder de la Unión Patriótica, otra vez con las Farc montadas a la espalda.

Ahí vamos entendiendo el tinglado de la farsa. Que tuvo en la rueda de prensa del 29 de octubre de este bisiesto año, su más alta expresión. Cuando dieron de baja 27 militares, con tres generales a la cabeza, por falsos positivos que se disuelven en faltas formales que aprecia un jefe guerrillero del Epl, asesor del Vicepresidente. Ahora nos da la sorpresa el general Padilla, cuando en El Tiempo nos dice que contra esos desgraciados no hay acción administrativa ni penal. Los echaron a los lobos como medida preventiva. Y para que a los lobos no falte el alimento. Por si acaso.

Así termina el bisiesto. Con las Farc derrotadas y con el Ejército peor. Es la hora del Foro de Sao Paulo y los mamertos. Curioso fin de la Seguridad Democrática. Aunque esperamos que pasado el bisiesto salgamos del fin y volvamos, siquiera, al principio. Cuando los malos eran los de las Farc.

Fernando Londoño Hoyos (www.lapatria.com)

ENCUESTA CONFIDENCIAL SOBRE LOS FORISTAS



EL PROFESOR NORBERTO PINGOLI- ppi Delclaux, distinguido investigador del “Instituto Torcuato di Tella” de Buenos Aires, de manera confidencial me ha hecho llegar una reciente encuesta —elaborada en conjunto con la Facultad de Investigaciones Sociales de la Universidad de Leipzig— sobre los foristas de los medios de comunicación en Colombia.

Al ser todavía las conclusiones preliminares, el profesor Pingolippi Delclaux, y los distinguidos investigadores alemanes, me han solicitado que no divulgue el contenido, y de divulgarlo, que preferiblemente no salga de América del Sur y del Atlántico Norte.

Los resultados de la encuesta son tan sorprendentes que no puedo menos que compartirlos con los lectores:

– El 37% de los foristas encuestados no alcanzó a terminar la primaria y sólo el 42% cursó estudios de bachillerato. El 65% se ufana de la pureza y legitimidad de su ignorancia y no hacen —ni piensan hacer— esfuerzo alguno para salpicarla con gotas de conocimiento. Dentro de la inmensa minoría que pasó, aunque fuera de manera temporal, por las aulas universitarias, el 77% lo hizo en la Universidad Distrital, el 17% en la Universidad Municipal, y el restante 6% en la Universidad Veredal.

– El 63% pertenece al Polo Democrático Alternativo y un sorprendente 10% al Polo Opuesto. La totalidad de los miembros del Polo se declaran admiradores incondicionales de Carlos Gaviria y de Papá Noel, que, para efectos visuales, por no decir ideológicos, da lo mismo.

– El 72% tiene hondas raíces mamertas, inculcadas, como es natural, en el seno materno. Dentro de los mamertos de leche, un importante porcentaje hace parte de la inmensa burocracia a la Administración Distrital. Dentro de los mamertos de convicción, el 75% pasa sus horas libres escribiendo diatribas contra Uribe en los medios de comunicación o echando piedra desde la Piedragógica o la Nacional.

– El 17% es tuerto de un ojo y por el otro no ven nada bien. La visión del 83% es defectuosa y todo lo ven como falso positivo, borroso, o inexistente. Prácticamente la totalidad de los encuestados ve bastante mejor con el ojo izquierdo.

– El 59% se declara profundo admirador del intelecto de Piedad Córdoba, el 21% de su nata elegancia, y el 9% de su destacada cabellera. La totalidad de los admiradores de la apuesta chocoana son igualmente devotos incondicionales del estadista Hugo Chávez. No necesariamente hay una correlación estadística entre la imbecilidad congénita y estos encuestados.

– El 54% confiesa ser incapaz de redactar con coherencia comentario alguno y aceptan el ser impotentes de expresar nada diferente de improperios, ultrajes, escarnios, injurias, calumnias, afrentas y agravios contra todo columnista que no sea furibundo antiuribista. La inmensa mayoría manifiesta que jamás serían capaces de utilizar su nombre y cédula con la certeza con que el anonimato les permite disfrazar su cobardía.

– El 32% guarda fotos de Ernesto Che Guevara en sus habitaciones; el 13% de Mao Tse Tung; el 7% del padrecito Stalin; el 5% de Pol-Pot, y sólo un 4% de Jorge 40.

– Un sorprendente 9% cayó en las pirámides: el 4% en la de don David Murcia Guzmán, DMG; el 3% en la de Dinero Fácil, Rápido y Efectivo; y sólo uno entre los tres mil encuestados en manos de don Bernard Madoff. Se trata de un miliciano que invirtió $10 millones de dólares recién salidos de los Talleres de Imprenta que tienen las Farc en las afueras de Yumbo. Todos los anteriores muestran rasgos de autismo bipolar.

Mauricio Botero Caicedo (elespectador.com)

CUBA: EL CARTEL DE LA HABANA




La vieja y aparentemente cada vez más confirmada denuncia sobre los vínculos de Fidel Castro y de su hermano Raúl con el narcotráfico internacional vuelve al ruedo de la actualidad con la aparición de El gran engaño, último libro del veterano periodista alemán-uruguayo José Antonio Friedl, quien concluye que al gobierno cubano le cabe el apelativo de Cartel de La Habana y agrega: nada tiene que envidiarle a otros carteles de la droga.

Friedl recuerda que Fidel Castro se encuentra entre las personas más ricas del mundo, de acuerdo con la revista Forbes, con un patrimonio estimado en $1,400 millones, y ocupa el décimo lugar entre los 200 hombres más acaudalados de la Tierra.

Esa fortuna de Castro, dice Friedl citando a Forbes, está representada en depósitos en diferentes países y bancos a través de testaferros.

Empero, este libro, editado en Buenos Aires por Editorial Santiago Apóstol, ofrece más evidencias y narraciones sobre vínculos con el narcotráfico por parte de Raúl Castro que del propio Fidel.

En este sentido, la obra de Friedl, cuya distribución en Miami estará a cargo de la Librería Universal, coincide con el libro, también próximo a aparecer en una coedición mexicano-argentina, de Jhon Jairo Velásquez Vásquez, Popeye, quien fuera secretario privado y tenebroso jefe de seguridad del extinto narcotraficante Pablo Escobar Gaviria.

En mayo pasado Popeye anticipó que revelará cómo Raúl Castro, vicepresidente cubano y hermano de Fidel Castro, mantuvo estrechos y constantes contactos con el cartel de la cocaína de Medellín y protegió durante años embarques de droga que llegaron a Miami a través de Cuba.

El que estaba enterado era Raúl, nunca se supo si Fidel sabía, aclaró Popeye, quien tras un silencio de doce años en prisión acaba de propiciar el arresto del ex senador liberal colombiano Alberto Santofimio Botero al que acusa de haber convenido con Pablo Escobar el asesinato, en 1989, del candidato presidencial Luis Carlos Galán, magnicidio por el que el propio Popeye está purgando una condena de 30 años de prisión.

El libro de Friedl es ante todo una meticulosa compilación de publicaciones y de documentos oficiales dispersos y algunos inéditos, en su mayor parte estadounidenses, que en diversas épocas se han ocupado de recoger información sobre el tráfico ilícito de drogas y el gobierno cubano.

El gran engaño despierta el apetito del lector con un capítulo de abrebocas en el que muestra cómo Fidel Castro y su régimen se alimentó por primera vez en 1956 con dineros del tráfico de marihuana.

Después de haber sobrevivido al desastroso desembarco con el famoso yate Granma, en el año 1956, Castro busca la protección económica de un tal Crescencio Pérez, un poderoso líder campesino que controlaba la comercialización de la marihuana en varias regiones de la isla, relata Friedl.

En los archivos del FBI, a partir de 1958 existe documentación según la cual desde La Habana ya se articulaba por entonces una primitiva red de narcotráfico que fue llamada Medellín-Habana-Conection, presuntamente ligada a la desbordante causa revolucionaria cubana. Un año más tarde (1959), con la orientación del propio FBI, las autoridades colombianas encontraron en El Poblado, cerca de Medellín, un laboratorio apropiado para procesar morfina, heroína y cocaína.

La obra de Friedl cita informes desclasificados de agencias de seguridad estadounidenses, según los cuales desde los años 60 Fidel Castro comenzó a servirse del dinero de la cocaína, cuando ese negocio era manejado a escala global por chilenos. Los colombianos comenzaron a tomar el control en los años 70.

En el verano de 1961, de acuerdo con uno de los informes desclasificados funcionarios cubanos del más alto rango se encuentran con el senador chileno Salvador Allende, para discutir el establecimiento de una red de distribución de cocaína que ayude a financiar la revolución en Chile y al mismo tiempo al régimen cubano que ya tenía carencia de fondos, revela Friedl.

Estos vínculos primitivos de los hermanos Castro con el tráfico de drogas se refrendarían de manera creciente a lo largo del tiempo y harían que los líderes de la revolución pudieran amasar capitales incalculables, muchos de ellos blanqueados y atesorados a través de la oficina MC (abreviatura de Moneda Convertible), apéndice del Ministerio del Interior. En La Habana era una broma muy conocida el llamar al MC como las siglas de marihuana y cocaína, apunta Friedl.

El virtual itinerario del castrismo por entre el narcotráfico tiene uno de los episodios más extendidos y vigorosos en la relación con el narcotraficante estadounidense Robert Vesco, a través del cual Fidel y Raúl habrían articulado una intrincada red de movimiento de cocaína colombiana con estaciones en Panamá, Nicaragua y Cuba. Las ganancias cubanas fueron multimillonarias.

El gran engaño abunda en informes y reseñas sobre las ya conocidas relaciones entre el tristemente célebre narcotraficante colombiano Carlos Lehder, los hermanos Castro, el ex dictador panameño Manuel Antonio Noriega y el régimen sandinista de Nicaragua.

Raúl Castro aceptó implícitamente la utilización del narcotráfico como venganza histórica frente al imperio americano, sostiene Friedl y una amenazante trifulca entre Noriega y los principales narcotraficantes colombianos por el allanamiento policial de un productivo laboratorio de cocaína en las selvas panameñas del Darién, en los años 80, fue dirimida directamente por Fidel Castro.

Entre las principales bases que Raúl Castro puso en Cuba a disposición del cartel de Medellín, a lo largo de los años 80, figuran la de Cayo Largo y la del pueblo de Moa, provincia de Oriente, donde funcionó una de las plantas de procesamiento de droga más importantes del mundo, expone Friedl.

El complejo de Moa estaba directamente bajo el control del Estado Mayor del Ejército Comunista Cubano y estaba custodiado por una guarnición especial al mando del general Fernando Vecino Alegret. Con el transcurso del tiempo Moa se iba a convertir en el paraíso para una serie de narcotraficantes internacionales requeridos por las justicias de sus respectivos países, asegura Friedl.

El gran engaño también abunda en detalles sobre las ligaduras de Pepe Abrantes, ministro cubano del Interior, con activas rutas de tráfico de cocaína a través de Cuba, Panamá, México y Nicaragua.

También ofrece nuevos detalles y reflexiones sobre el infortunado general Arnaldo Ochoa, quien tras un juicio sumario por narcotráfico fue fusilado junto con el coronel Antonio La Guardia y los capitanes Amado Padrón y Jorge Martínez Valdez. Con sus muertes desaparecieron potenciales testigos sobre los vínculos de los hermanos Castro con el cartel de Medellín y otras organizaciones mafiosas.

La droga llegaba directamente a Cuba. Lo hacían a veces a través de Centroamérica o directamente a Cuba, en aviones, y de ahí, en lanchas, a Miami, sostiene el colombiano alias Popeye sobre su libro Sangre, Traición y Muerte, que, por su parte, se pondrá coincidencialmente a circular con capítulos que tocan los mismos temas del libro de Friedl.

José Friedl, nació en Montevideo hace 62 años. Durante más de tres décadas ha sido analista político y periodista internacional para medios europeos e hispanoamericanos.

Tiene más de 10 libros publicados, uno de ellos sobre la revolución cubana y otro sobre Tania, la enigmática espía que vivió a la sombra del Che Guevara.

Gonzalo Guillen (El Nuevo Herald)

LA DEPRESION DE LA FAMILIA SAMPER





Lo dijo Jesús –no Sarria, amigo de César Castellanos y de la familia Samper- sino el Hijo de Dios: “¿Y Por qué miras la paja que está en el ojo de tu hermano, y no echas de ver la viga que está en tu propio ojo..?” (Mateo 7:3)

Obviamente, nuestro Señor no debió estar pensando en Don Danielito Samper cuando dijo esto, ya que el ilustre periodista nunca ha visto una viga –ni siquiera una simple brizna- en los ojitos de su hermano, el expresidente Ernesto Samper, beneficiario de los dineros del narcotráfico y sospechoso de algunos crímenes de Estado aún sin resolver. Pero el mayor pecado de “el bojote”, como se le conoce en el inframundo y en los cocteles de la alta sociedad colombiana, siempre será el prestarse para emborracharse con la cúpula del Polo, proclive a la dosis personal maxi y al amor libre desprovisto de las carajadas de la decencia y las advertencias contra las venéreas y el Sida.

Don Daniel Samper publica una nota en El Tiempo (del cual fue -¿aún es?- accionista) donde llora a mares porque Isaza salió del país picho en plata y con una novia que, creo yo, o es ciega, o los mil millones de pesos de su amante bandido le dan el aliciente necesario para darle un beso con lengua al ex copartidario de los amigos de los chinos Samperes.

Yo estoy de acuerdo con don Daniel. A un criminal no se le debería premiar con mil millones de pesos, y menos darle visa para Europa para que se los gaste en lo que le resta de vida, en premio por su pasado asesino.

En lo que no estoy de acuerdo con don Samper, es que él no mida con el mismo rasero a todos, incluidos sus amigos y su familia.

Para don Samper está mal que alias Isaza reciba mil millones de pesos; pero no dice nada porque alias “bojote” (su hermano) haya recibido mucho más que eso y, de ñapa, se haya atornillado en la silla presidencial para usar el erario público en pagar a los congresistas su defensa. Samper le salió más caro al país que Isaza. De eso no hay duda. Dice también don Samper, que “El pago del exabrupto no se gira solo contra los fondos del erario, sino que se resta de los valores sociales y la ética de los colombianos, que ven cómo un delincuente, por el hecho de arrepentirse, obtiene lo que se le niega a la mayoría de ellos.” Y dice bien… Pero también debería decírselo a su hermanito, el ex presidente, porque el vergajo ese no solamente se burló de la justicia, sino que se la pasa por ahí dando discursos sobre la moral, el manejo del Estado y los falsos positivos. Ay, don Daniel… Es que el amor fraterno de usted por don Ernesto, parece más una obsesión freudiana.

Además, don Daniel la emprende contra el nuevo Procurador porque se atrevió a demandar a la revista Soho, una especie de PlayBoy colombiana pero con más morbito, donde Daniel Samper Jr., funge como director de casting para las niñas que llegan allá con la esperanza de ser fotografiadas todas empeloticas, un viejo vicio de familia que alcanzó su máxima expresión en las pachangas de la Casa de Nariño cuando era presidente el miembro menos inteligente de la familia.

Dice don Daniel que la demanda que puso el hoy Procurador, Alejandro Ordóñez, contra la revista Soho fue un atentado contra la libertad de prensa. Ordóñez demandó a Soho porque al pelao de don Daniel se le ocurrió mandar tomarle una foto a una señora, toda desnudita y bien formada, en el papel de Jesucristo (a quien citamos al comienzo de este escrito); y porque también le dio por recrear la última cena con una serie de políticos de izquierda, poetas, travestis y rateros. Don Daniel papá defiende a don Daniel hijo y dice que el chino tiene derecho a hacer sus travesuras donde quiera y contra quien quiera.

Ahí también le encuentro razón a don Daniel. En parte. Porque está bien que el joven Daniel, delfín de tan ilustre familia, haga sus diabluras. Todos los chinos de familias oligárquicas las hacen. Pero don Daniel papá se extralimita en su discursillo mamertoide porque defiende el derecho de su retoño para burlarse de un cuadro religioso católico, pero niega el derecho de un ciudadano a demandarlo por ello, por irrespetar algo que es sagrado para los católicos.

Yo no soy católico –eso lo saben bien quienes me conocen-. Y la foto de marras me pareció bien graciosa, sobre todo ver a Carlos Gaviria posando en una foto de esas, fingiendo ser uno de los apóstoles. Es gracioso porque los apóstoles no eran –que se sepa- miembros de la comunidad gay palestina. También es gracioso que Carlos Gaviria –quien fuera una vez del Opus Dei-, ahora haga cosas por las cuales en ese entonces se hubiera azotado gustoso durante cinco días seguidos. Bien por el cambio, aunque en parte.

Menciona también don Daniel papá, que le da pena con el Polo, que se tranzó con las ofertas clientelistas a cambio de su voto a favor de Ordóñez, pero olvida mencionar don Daniel que su amigo, Gustavo Petro, fue uno de los que traicionaron la bancada. No lo menciona para nada… Ni siquiera pone sus iniciales…!

Insinúa también don Daniel papá –y ahí sí dice mal-, que Ordóñez es un “quemador de libros” como lo eran los dominicos de la Inquisición. Eso no es cierto. Ordóñez no quemó una sola revista Soho ni mandó a la hoguera al director de la misma, Daniel hijo. Es más, Ordóñez demandó y perdió la demanda. Y ya. Pero los dones Danieles –papá e hijo- siguen jodiendo con el temita para dárselas de Luteros, víctimas de este perverso Inquisidor que osó usar su derecho a opinar y a demandar a quien se le dé la gana. Igual derecho para unos que para otros, don Daniel (papá e hijo). Es mejor que las cosas se decidan en los estrados judiciales, que en el monte. Dígale eso a su amigo admirado, don Carlos Gaviria que sabe mucho de delito político y que es partidario de asesinar presidentes si esto se hace por buena causa -la suya-.

Sumercé, don Daniel papá, quería un Procurador a su medida, y a la medida de su hermano don Ernesto. Bueno.. No se pudo esta vez. ¿No le bastó con tener Fiscal (De Greiff) a la medida de su hermano y del Cartel de Cali…? ¿No le parece un poco desmedido también poner Procurador a quien inviten a almorzar en casa de su hermano don Ernesto..?

Yo no sé quién será este señor Ordóñez. Pero, al menos, no ha figurado por ningún lado defendiendo narcotraficantes ni mucho menos recibiéndoles plata para campañas políticas.

Por otro lado, y ya para terminar, también estoy de acuerdo con don Daniel papá cuando insta a los millones de colombianos a que mantengamos los ojos abiertos ante las actuaciones del nuevo Procurador. Y también sé que eso no servirá de mucho. Todo el país se enteró de que su hermano don Ernesto recibió dineros del narcotráfico pero nada se pudo hacer. Él siguió atornillado al poder, robando el erario público para sostenerse él, sus amigos y su familia. En ese entonces, don Daniel papá –e hijo-, no sólo atacaron a la prensa que denunciaba, cuyos derechos hoy dice defender, sino que –además- se fue a vivir a Europa. Hoy, don Daniel critica a alias Isaza por irse a Europa, pero olvida que –según reposa en los expedientes de los Rodríguez Orejuela- él mismo salió del país ayudado por la mafia. La mafia es una sola, sea de guerrilla o de ultraderecha, y sus beneficiarios son solo eso: comisionistas.

Así que, don Daniel papá y don Daniel hijo, gracias por darnos clases de decencia, de derechos constitucionales y de depresión por la corrupción. Pero ya no les creemos. Si mucho, nos da tristeza ver que usted, un hombre que otrora fue un periodista valiente que destapó muchas ollas podridas, ahora tenga empeñada su pluma a favor de quienes antes denunciaba.

Siga escribiendo. Lo hace muy bien. Y dígale a don Daniel hijo, que no empelote más esperpentos como Yidis Medina. Aunque nunca leo su revista Soho, confieso que a veces le he echado unas miraditas pecaminosas a varias muchachas que aparecen por allí en cueros. Mea culpa, don Daniel papá y don Daniel hijo… Espero que Dios me perdone por ello.

Una última cosa: por favor, traten de empelotar a Nohemí Campbell. Esa negra tiene su tumbao.

Perdóname Dios. Cambia los sentimientos de la familia Samper, dales un buen corazón para que compartan algo de lo recibido de los señores de Cali, y para que dejen de intentar poner en puestos públicos de control a sus amigos. Perdónalos, Señor, y dales todo lo mejor en esta pagano-católica navidad y en el también pagano-católico Año Nuevo. Y que puedan contactar a Nohemí Campbell. Amén.

Ricardo Puentes Melo (ricardopuentes.blogspot.com)

LOS "FALSOS POSITIVOS" DE LAS FARC



Me topé hace unas semanas con un par de partes de guerra de las Farc que me sorprendieron particularmente por los abultados positivos contra la Fuerza Pública reportados por unidades del Bloque Oriental y de los Comandos Conjuntos Central y Occidental, supuestamente logrados entre septiembre y octubre pasado. No es nuevo que este grupo guerrillero emita este tipo de partes. Sin embargo, hace un buen rato no sacaban un consolidado por bloques, así que me detuve a analizar su contenido.

Miremos algunos datos de los partes mencionados: dicen las Farc que sus estructuras en el oriente, centro y occidente realizaron más de un centenar de acciones armadas en las que resultaron muertos alrededor de 230 miembros del Ejército y la Policía y otros 150 fueron heridos. Esto en tan sólo dos meses y en una fracción del territorio nacional (aunque es aquella en la que mantienen mayor capacidad). Proyectando estos resultados al año entero, y sin contar los resultados de sus otras unidades, al final de este año las Farc habrían dado de baja o herido aproximadamente a unos 2300 miembros de la Fuerza Pública.

En contraste, los datos de los organismos de seguridad del Estado indican que en lo que va corrido del 2008 (a noviembre) el total de militares y policías muertos y heridos en ataques propiciados por las Farc en todo el territorio nacional no llegan a los 150. Además, cerca de la mitad de estos incidentes son el resultado de la activación de campos minados instalados por los guerrilleros. Estos, en cambio, sólo registran una cuarta parte de sus “positivos” como ocasionados por minas antipersona.

Estos resultados presentados por las Farc que parecen rimbombantes comparados con los datos oficiales, son absolutamente irrisorios cuando se contrastan con reportes anteriores de la propia organización. Los últimos que encontré que eran medianamente comparables fueron unos de principios de 2005 publicados por la Revista Resistencia. En éstos se informaba que en cuestión de tres meses las estructuras en el oriente, centro y occidente del país, habían abatido o herido a más de mil miembros de la Fuerza Pública. Es decir, según las proporciones que indican sus propios datos, las Farc estarían hoy golpeando tres veces menos a las fuerzas militares y de policía en las áreas donde sus bloques tiene la mayor influencia. Esto estricto sentido coincide con la visión del gobierno sobre la reducción drástica de la capacidad armada de las Farc en los últimos años.

No sé si las Farc utilicen sus partes de guerra para evaluar los avances de su lucha armada. Mi sospecha es que no y que más bien los usan como medio de propaganda hacia adentro y hacia el exterior. En ambos casos pretenden mostrar una elevada capacidad para propinarle golpes importantes a las fuerzas de seguridad del Estado y resistir los embates de la Política de Seguridad Democrática. De ahí que considere poco fiables tales reportes.

Sin embargo, debo admitir que me llamó mucho la atención el detalle con que informan sobre los incidentes. Realmente “fabricarlos” debe costar trabajo. De ahí que me propuse un último ejercicio que es contrastar los incidentes registrados en los partes de las Farc con aquellos registrados por los organismos de seguridad del Estado. Y esto encontré:

Hallé unas inconsistencias extrañas, como por ejemplo, las relativas a helicópteros caídos. Reportan las Farc el derribo de dos helicópteros, uno producto de un ataque de la Teófilo Forero a mediados de octubre en El Pato, Caquetá, en el cual murieron 5 de sus ocupantes y otros 6 quedaron heridos; el otro un MI Ruso derribado por el Bloque Iván Ríos en Anorí, Antioquia, a finales de octubre con resultado de 7 militares muertos. La única coincidencia que hallé en el informe oficial con este reporte, fue la “caída accidental” de un helicóptero a mediados de octubre en Planadas, Tolima, incidente en el cual murieron el Comandante de la Brigada Móvil No. 8 y tres ocupantes más.

Son mínimos los incidentes en que los datos oficiales y los del grupo guerrillero coinciden plenamente. Curiosamente uno de ellos es el único reportado por las Farc con civiles afectados. Se trata de la caída de 10 erradicadores manuales en Vistahermosa, Meta, a mediados de octubre en un campo minado instalado por el Frente 27. Otro incidente de este tipo que llama la atención es una emboscada a principios de octubre ocurrida en Barbacoas, Nariño, como resultado de la cual murieron 10 militares (8 según los datos oficiales).

Finalmente, hay una buena cantidad de hechos en los partes de guerra de las Farc que no aparecen en los reportes oficiales y que son llamativos por el número de bajas que involucran. Las autoridades no reportan sobre episodios como la activación de un campo minado en Jambaló, Cauca, en septiembre pasado en el cual supuestamente murieron 40 militares, o la destrucción entre finales de septiembre y principios de octubre de tres pirañas en Río Raposo, Valle, donde fueron dados de baja un total de 39 militares.

Estas inconsistencias siembran dudas que valdría la pena dilucidar. Yo en principio me inclino por las cifras oficiales. Éstas, con todo y sus execrables falencias como los escandalosos falsos positivos, tienen un mínimo control representado en el seguimiento estadístico de largo plazo que juiciosamente ha venido haciendo por ejemplo el Observatorio de Derechos Humanos de la Vicepresidencia de la República. Considero que los informes periódicos elaborados por esta entidad en los últimos ocho años y en particular el publicado en agosto pasado, son elementos indispensables a la hora de hacer balances de la guerra hoy en Colombia.

Maria Victoria Llorente (Fundacion Ideas por la Paz)

EL FIN DE LA ERA DE LA REVOLUCION



La sustitución, ahora ya externa, de Fidel Castro por su hermano Raúl, clausura la era de la revolución en América Latina: esto que se ha dicho hasta la saciedad, no es del todo cierto, pero lo es en gran medida. En realidad, la época y la idea de la revolución en América Latina pasó a la historia hace tiempo, aunque aparezcan balbuceos bolivarianos, zapatistas e indigenistas aquí y allá.

En cambio, si el reemplazo de Fidel Castro no cierra un capítulo ya concluido, su advenimiento hace casi medio siglo indudablemente lo abrió. Quizás la gran paradoja de la influencia de Fidel Castro en América Latina y en particular en el seno de la izquierda latinoamericana fue que renovó y refrescó a esa anquilosada izquierda, para luego volverla obsoleta.

En efecto, a finales de la década de los 50 la idea de revolución (socialista, comunista, permanente, o incluso nacional) había desaparecido del firmamento progresista latinoamericano. Los partidos comunistas fundados casi todos en los años 20 se habían incorporado, haciendo gala de oportunismo, al establishment hemisférico. En Uruguay, en Chile, en Brasil, en Cuba y hasta en Colombia, los famosos mamertos pasaron a formar parte de las élites políticas, sindicales e intelectuales de sus respectivos países. Nada más ajeno a ellos que subvertir y transformar el orden existente de las cosas. La izquierda populista --peronista, getulista, pri-cardenista, aprista-- o había sido marginada del poder o se había enfrascado en sus contradicciones internas insalvables: corrupción, represión, nacionalismo retórico y conciliación vergonzante. Y la izquierda radical simplemente no existía.

En este paisaje desolado irrumpe el Movimiento Revolucionario el 26 de Julio y su jefe. Tanto por la táctica --lucha armada versus contienda electoral, campo versus ciudad-- como por la estrategia --revolución socialista versus reformismo nacional-popular-- y la teoría --marxismo ortodoxo versus teoría de la dependencia avant la lettre-- la revolución cubana no fue, como lo preguntó genialmente Régis Debray ¿una revolución en la revolución? sino una revolución en la izquierda.

Fidel y Raúl Castro, el Che Guevara y Manuel Piñeiro se dedicaron durante los siguientes 30 años a promover y poner en práctica esta idea táctica, estratégica y teórica de la revolución en toda América Latina, e incluso en partes de Africa. Con la excepción sin embargo de la victoria sandinista en Nicaragua en 1979, y el triunfo del MPLA en Angola a mediados de los 80, el intento fracasó por completo. Incluso en Nicaragua prosperó sólo unos años y a un costo exorbitante para el país, en parte determinado, por supuesto, por la hostilidad de Estados Unidos.

El problema fue doble: durante los años 60 y 70, el vicio fue de diagnóstico, de táctica, y de estrategia. El resto de América Latina no correspondía a la visión que de Cuba tenían los castristas (no necesariamente cierta, por lo demás), ni era factible la lucha armada generalizada, ni estaba en la orden del día la revolución socialista en todas partes. De ahí la muerte del Che, pero también de Luis de la Puente, de Camilo Torres, de Carlos Fonseca, de Carlos Marighela, de Miguel Enríquez, de Jorge Massetti, etc.

Ya a partir de los años 80 el asunto se tornó más complicado. El socialismo dejó de ser vendible en el mundo entero, y por tanto en América Latina. Los signos de descomposición afloraron en China y en Polonia, y a partir de 1985 en todo el bloque socialista, culminando en 1989 con la caída del Muro de Berlín.

La izquierda latinoamericana que seguía siendo adepta de la revolución cubana, aunque ya no lo fuera de su táctica y su estrategia, continuaba siéndolo de su teoría derrotada y de su proyecto fracasado. Así, el proyecto se hallaba ya profundamente desacreditado en la región, y por tanto la influencia cubana resultó ser tan perniciosa y contraproducente en materia del proyecto como en lo fue en la táctica y en la estrategia en los decenios anteriores.

La izquierda latinoamericana pagó muy caro el soplo o vendaval de aire fresco que le proporcionó la revolución cubana. Solo las izquierdas que en lo hechos y de preferencia también en el discurso se han alejado del proyecto cubano han prosperado. Y a la inversa, las que han permanecido fieles al esquema completo a lo largo de los últimos 45 años han padecido los estragos de su lealtad.

El balance de Cuba como modelo es entonces ambivalente pero muy sesgado hacia el fracaso: a pesar de las innumerables vidas que costó la lucha armada en América Latina; a pesar del enorme subsidio soviético a la isla durante más de un cuarto de siglo; a pesar de la exaltación por incontables adeptos de la revolución cubana en América Latina y en el mundo entero, los resultados son magros. Su logro más importante --la conquista de una dignidad nacional antes ausente, debido al estatuto semicolonial de la isla-- aun suponiendo que el cuarto de siglo bajo la férula soviética no lo haya mermado, era --y sigue siendo-- por definición inextensible al resto de la región.

Ningún país padeció los estragos de un sometimiento tan extremo a Estados Unidos, y los grandes países del hemisferio habían superado ese déficit de identidad nacional con muchos decenios de anterioridad. Por tanto se podría uno atrever a afirmar que la izquierda latinoamericana no rebasará la disyuntiva actual de administrar el estatus quo o de instalarse en la estridencia retórica petrolera mientras no se destete de La Habana.

Ahora bien, ¿qué posibilidades existen de que esto suceda, ya dejado atrás el Caudillo del Caribe? Es difícil saberlo. Las complicidades, las amistades, las deudas en el buen y mal sentido de la palabra, la atracción sempiterna del nacionalismo antiamericano en buena parte del hemisferio, los petrodólares de Hugo Chávez, la enorme impopularidad de la administración anterior en Washington en el mundo y en la región, son todos ellos factores que abogan en contra de ese destete. La lista de amigos y amigas del desplazado Fidel Castro es interminable, desde los más distinguidos como García Márquez y Saramago, hasta los más acaudalados como Ted Turner o carismáticos como Oliver Stone, pasando por Nadine Gordimer y Nelson Mandela del otro lado del mundo, pero incluyendo también personajes locales de menor universalidad pero no por ello menos influyentes, como los periodistas Julio Scherer, Miguel Bonasso, Joaquín López Doriga, los políticos populistas de antes y de hoy como Evo Morales, Daniel Ortega y Ollanta Humala, los escritores menores como Mario Benedetti y Paco Ignacio Taibo II, y genios mayores y nonagenarios como Oscar Niemeyer.

No va a ser fácil que una izquierda latinoamericana aún obnubilada por personajes emblemáticos, íconos y fantasías pueda fácilmente desprenderse de su pasado, sobre todo si el régimen cubano perdura, por lo menos algunos años, ya bajo la conducción de Raúl Castro y la siguiente generación.

Lo más probable es que el aggiornamento definitivo y completo de la izquierda latinoamericana sólo sucederá, al igual que en Europa, cuando se produzcan dos acontecimientos: en primer lugar, la apertura de archivos, memorias, videos, secretos y vergüenzas, y se sepa de todas las relaciones inconfesables que existieron entre diversos sectores de las élites latinoamericanas con La Habana a lo largo de casi medio siglo. Y en segundo lugar, cuando se pueda hacer un verdadero balance, transparente y objetivo, de los logros y fracasos internos de la revolución cubana: educación, salud, vivienda, racismo, desigualdad, pobreza.

Sólo cuando podamos medir los avances y retrocesos cubanos, en estos rubros, con el mismo rasero y la misma transparencia con la que se miran en el resto de América Latina, sabremos realmente qué pasó. Antes será difícil que se desvanezca la nostalgia y se borre el recuerdo del asalto al cielo que no fue.

El Nuevo Herald

BALANCE REAL DE LA GUERRA



El fin de año es tiempo de balances, pero hay quienes aprovechan la ocasión de manera interesada para provocar confusión y desconcierto, parapetándose en falsos balances. Es el caso de la Fundación Arco Iris, que presentó en estos días un balance muy superficial y contraevidente de la situación actual de nuestro conflicto interno.

Al contrario de lo que dice Arco Iris, la situación de las Farc es realmente calamitosa, la peor de los últimos 20 años. Es falso que cedan voluntariamente espacio a cambio de tiempo. Esta fue la expresión que yo utilicé hace seis años para describir la respuesta de las Farc en los inicios del Plan Patriota. Pero hoy la situación es radicalmente distinta: las Farc han perdido un espacio irrecuperable y el tiempo empezó a jugar en su contra. Mejor dicho, su tiempo ya pasó. Su momento culminante de victoria, como diría Clausewitz, ocurrió durante la segunda mitad del gobierno Samper y la primera mitad de la administración Pastrana. Con Uribe vino su caída en picada. Y es irreversible.

En efecto, cada día que pasa el Estado es más fuerte y las Farc más débiles. Cifras al canto: según la Fundación Seguridad y Democracia, entre enero y octubre de 2002 esa guerrilla realizó 330 acciones ofensivas contra la Fuerza Pública y en el mismo período de 2008 efectuó sólo 98, es decir, el 70 por ciento menos. En 2002 realizo 246 retenes en todo el país y en 2008 sólo 15, o sea, el 94 por ciento menos. En 2002 secuestró a 830 personas y en 2008 plagió a 94, el 88 por ciento menos. Y no es porque no hayan querido, sino porque el Estado y su debilidad se lo han impedido. Su capacidad operacional ha caído en promedio en 80 por ciento y es consecuencia tanto de la pérdida de comando, control y comunicaciones, como de la disminución del número de combatientes y de presencia territorial: pasaron de 18.000 hombres a menos de 7.000, según se puede corroborar con los testimonios de los desertores, y su presencia territorial es hoy menos de la mitad que en 2002. Adicionalmente, al menos 40 de sus estructuras armadas, o sea el 60 por ciento, están hoy inactivas. Las restantes se encuentran seriamente disminuidas. Por si fuera poco, 2008 ha sido para las Farc un annus terribilis, el peor de su historia. Entre bajas (Reyes, Ríos, Martín Caballero, etcétera, etcétera), decesos (Marulanda), deserciones (Karina, Isaza, etcétera,etcétera) y capturas (Martín Sombra, etcétera,etcétera) han perdido lo más experimentado y simbólico de su organización.

Y del ELN, ni hablar. Arrinconado por el Estado, está escasamente dedicado a la sobrevivencia y al narcotráfico, en alianza con grupos emergentes. Realiza sólo una insignificante acción ofensiva contra el Ejército cada dos (¡!) meses. Sus guerrilleros andan, en palabras de Mao Zedong, como insurrectos errantes, sin sentido ni rumbo. Hoy son menos del 20 por ciento de lo que fueron en su mejor momento.

Con respecto a las bandas emergentes, no es cierto que sus estructuras hayan aumentado. De hecho, se han reducido por efecto de la absorción de los grupos pequeños por las bandas más grandes. Pero lo más importante es que su presencia municipal también se ha reducido: en 80 por ciento con respecto a la que tenían los paramilitares desmovilizados, y en 10 por ciento en relación con lo que era su presencia territorial en 2006. Esto significa que en la actualidad más de 550 municipios del país han sido liberados de la presencia de este tipo de bandas. Por eso es que el número de 10.000 integrantes que calcula Arco Iris parece sacado de la manga.

Adicionalmente, su carácter contrainsurgente es cosa del pasado. Estamos frente a un fenómeno nuevo que se debe nombrar de manera distinta, si no se quiere crear confusiones. Ahora son narcobandas aliadas con la guerrilla para protegerse conjuntamente de la acción antinarcóticos del Estado. Ya no combaten a la guerrilla ni a sus bases sociales. Sus amenazas contra dirigentes sociales y ONG en las regiones no son por razones ideológicas, sino porque no resultan funcionales a sus intereses mafiosos. Y no se debe descartar que algunas fuerzas oscuras (que, como las brujas, que las hay, las hay) estén utilizando el nombre de esas narcobandas para realizar amenazas contra personas y organizaciones, aprovechamiento que, obviamente, no otorga a esas bandas un carácter contrainsurgente.

El balance de la guerra es, entonces, absolutamente favorable al Estado colombiano e inapelablemente desfavorable a los grupos irregulares. Sobre esto no es serio ni honesto generar dudas, así como tambien no se puede afirmar -de hecho, nadie lo hace- que la situación esté totalmente controlada.

Alfredo Rangel (semana.com)

NUESTROS INTELECTUALES Y EL MITO LATINOAMERICANO




Por haber sido un hombre de izquierda hasta los 40 años y haber compartido con muchos amigos convicciones, esperanzas y fervores relacionadas con el socialismo y con experiencias tales como la revolución cubana, creo estar bien situado para buscar una respuesta a las siguientes preguntas: ¿por qué la gran mayoría de los intelectuales latinoamericanos hicieron suya, sin reservas, en el siglo XX, la causa del marxismo y de sus derivaciones tercermundistas? ¿Por qué han asumido como posición de avanzada los dogmas de dicho pensamiento? ¿ Por qué, de esa manera, han contribuido a errar el rumbo de todo un continente, exaltando mitos y aventuras revolucionarias, en vez de poner su conciencia crítica al servicio de opciones que le permitan acceder a las ventajas o beneficios del desarrollo, derrotar a la pobreza y consolidar la democracia?

Intentaré dar las explicaciones que considero más relevantes a estos desvaríos recurrentes de la intelligentsia latinoamericana. Pero antes no sobra una advertencia: los intelectuales de otras latitudes no han estado mejor encaminados. Analistas e historiadores que han intentado seguir su trayectoria a lo largo del siglo XX se sorprenden de su ceguedad y de su precipitación. En un libro titulado "The fellow-travelers", el historiador David Caute, profesor en las universidades de Oxford, Nueva York y Columbia, ha hecho un abrumador inventario de todas las tonterías que notables escritores dijeron o escribieron a propósito del régimen soviético, sin duda de muy buena fe, en los años treinta, que fueron por cierto los más terribles del estalinismo. "Mañana dejo esta tierra de esperanza - decía, por ejemplo, Bernard Shaw - para regresar a nuestros países occidentales de desesperanza". A su turno, los novelistas norteamericanos Theodoro Dreisser y Upton Sinclair alababan al régimen soviético por la ausencia de ladrones y de corrupción en la URSS, en tanto que Waldo Frank percibía allí "una gran energía potencial" y su colega Edmund Wilson situaba aquel país en "la cumbre moral del mundo". Parecidos elogios a aquel régimen totalitario, responsable de deportaciones masivas, "gulags" , colectivización forzada de tierras, harían los franceses Anatole France , Romain Rolland y los Joliots Curie, así como notables autores británicos y alemanes. Ninguno de ellos perdonó a André Gide que hubiese publicado su "Regreso de la URSS". Después de la segunda guerra mundial, Jean Paul Sartre, para quien el compromiso fue una elección y una ética, defendió también al régimen soviético e hizo suya las causas de China, Cuba, Argelia, Vietnam basado en dos concepciones igualmente equivocadas: que el capitalismo era el mayor de los males del universo y el socialismo su necesaria réplica histórica. Gide, en un momento de su vida, creyó lo mismo pero acabó dándose cuenta a tiempo de la realidad del régimen soviético. "Tengo que decir la verdad", dijo, y ello, según lo registra Octavio Paz, le costó "largos y agonizantes debates interiores". Sartre no hizo esta apostasía. Apenas vio petrificarse en una casta burocrática el socialismo a la soviética, optó por apoyar otros desvaríos: el maoísmo y el tercermundismo más agreste. "Me produjo fiebre - recuerda hoy el escritor y periodista francés Jean Daniel, a propósito del prólogo escrito por Sartre al libro "Los condenados de la tierra" de Frantz Fanon - leer aquello de que un colonizado no podía encontrar su salvación sino en el asesinato de un colono y un negro, en el de un blanco".

Me apresuro a decir que no era el suyo un caso de deshonestidad. Sartre fue un hombre profundamente honesto. También lo era Julio Cortázar, a quien conocí de cerca: cándido y honesto. Simplemente el francés y el argentino, como muchos europeos y muchos intelectuales latinoamericanos, fueron seducidos por una utopía intelectual que parecía condenar a una muerte cierta a la democracia liberal y la economía de mercado y pintaba con trazos luminosos el camino hacia una sociedad sin clases. No veían ellos, pues, la realidad deplorable de un sistema, sino su exaltación ideológica.

Los intelectuales que tuvieron o han tenido la lucidez de anteponer a esta clase de enajenaciones los valores de la libertad y del individuo como Albert Camus, Raymond Aron, Jean Francois Revel y, en el continente latinoamericano, Octavio Paz o Mario Vargas Llosa, han sido a menudo descalificados en los ámbitos académicos y universitarios como exponentes de un pensamiento de derecha, etiqueta que los ubica al lado de los privilegiados y entre los defensores de un orden social y económico impugnable. Son las deformaciones propias de una ideología que divide al mundo en progresistas y reaccionarios de igual manera que los escolásticos lo dividían entre creyentes y herejes.


MÁSCARAS DE LA REALIDAD

¿Por qué nuestros intelectuales son tan propensos a dejarse embrujar por supersticiones ideológicas? Friederik von Hayek y Octavio Paz han dado buenas respuestas a esta pregunta. Para Hayek la superstición nace cuando alguien cree saber más de lo que en realidad conoce. Y los intelectuales tienden a pensar, por influencia de su propia manipulación de ideas, fábulas poéticas o narrativas, que se puede rehacer el mundo a partir de un proyecto de sociedad teórica. El socialismo, en este sentido, es para él un error de intelectuales; es decir, una creación puramente ideológica, un postulado sin asidero en la realidad, un sueño de sociedad igualitaria, sin clases y sin afanes de lucro. Expresa una nostalgia de la sociedad arcaica y de la solidaridad tribal. Es, en suma, una utopía. En cuanto deja de serlo para convertirse en una realidad política, institucional y económica desemboca fatalmente en un sistema totalitario, regido por un pensamiento único. Su único beneficiario es una casta burocrático-militar. El liberalismo, en cambio, no parte de una construcción teórica. "Ningún intelectual -ha dicho Hayek- decidió un día crear una organización que debería llamarse capitalismo o economía de mercado". Esta ha nacido de un orden espontáneo en el que concurren tan incontables decisiones, tantas que ningún ordenador podría registrarlas. La pretensión de que el poder político pueda sustituir ventajosamente este juego tan complejo y plural no ha sido sino un desvarío. Y de hecho, las sociedades donde la iniciativa individual es libre han resultado más prósperas que las sociedades de economía planificada.

En América Latina, en forma más acusada que en Europa, los intelectuales toman del socialismo no la realidad fraudulenta y desastrosa que hizo colapso en la Unión Soviética y los países del este europeo sino el postulado teórico, el sueño de la sociedad igualitaria; sueño generoso que confrontan con todos los vicios, desigualdades e injusticias percibidas por ellos en el único capitalismo que hemos tenido: el capitalismo mercantilista en el cual no se juega con las limpias cartas de la competencia y del mercado sino con los favores, prebendas o privilegios deparados por el poder. De esta confrontación, la utopía o las ideologías que la postulan salen siempre vencedoras si hay una disposición cultural o intelectual propensa a sacralizarlas, en vez de verlas como supersticiones. Y esto es lo que le ha ocurrido a nuestros intelectuales por actitudes y hábitos que, según Octavio Paz, nos vienen del tomismo y la neoescolástica.

" Sus abuelos -dice Paz- juraban en nombre de Santo Tomás, ellos en el de Marx, pero para unos y otros la razón es un arma al servicio de una verdad con mayúscula. La misión del intelectual es defenderla. Tienen una idea polémica y combatiente de la cultura y del pensamiento: son cruzados. Así se ha perpetuado en nuestras tierras una tradición intelectual poco respetuosa de la opinión ajena, que prefiere las ideas a la realidad y los sistemas intelectuales a la crítica de los sistemas".

Entre nosotros, recuerda Paz, las ideas han tenido vida propia disociada de la realidad. Hicimos la independencia en nombre de unos postulados, pero ello no dio lugar a sociedades más libres y modernas como pudo ocurrir con las revoluciones en Estados Unidos o en Francia. "Las ideas tuvieron función de máscara; así se convirtieron en una ideología, en el sentido negativo de esta palabra, en velos que interceptan y desfiguran la percepción de la realidad". De esta manera, fácilmente, el marxismo se convierte en nuestros intelectuales en una creencia y no en un sistema que, a la luz de los Estados y sociedades a que dio lugar, tanto en Europa, como en la China, Vietnam o Cuba, debería ponerse en tela de juicio.

Pero esta propensión a las alucinaciones ideológicas por atavismos culturales, no lo explica todo. Circunstancias muy especiales de nuestra historia política influyeron en los intelectuales para mirar con simpatía, cuando no para abrasar abiertamente, las llamadas causas revolucionarias en el continente. Me refiero a dos fenómenos que por mucho tiempo estuvieron estrechamente relacionados entre sí: las dictaduras militares y el apoyo que recibieron del Departamento de Estado norteamericano. Para ser justos, debemos decir que no es este el caso hoy en día, cuando prevalecen en América Latina los gobiernos democráticos y cuando no hay luz verde para regímenes de fuerza por parte de Estados Unidos. Pero no fue ésta la situación en las épocas más álgidas de la guerra fría. Entonces, ante la amenaza comunista que se extendía por el mundo, prevalecía en más de un presidente norteamericano y en secretarios de Estado con vocación de halcones como el señor Foster Dulles la idea de que la única manera de conjurar este peligro era con gobiernos fuertes sustentados en las Fuerzas Armadas de cada país. Sabemos de sobra que dictaduras como la de Somoza, en Nicaragua, Leonidas Trujillo, en la República Dominicana, Odría, en el Perú, Batista, en Cuba, Pérez Jiménez, en Venezuela y otras del mismo perfil fueron vistas en Washington en el más benévolo de los casos como un mal necesario, y otras como la Pinochet, en Chile, o la de Videla en Argentina se impusieron con su abierto apoyo en nombre de una cruzada anticomunista.

Muchos latinoamericanos de mi generación, que alcanzaron a padecer este tipo de regímenes y que, al mismo tiempo, fueron testigos de la feroz represión desatada por ellos contra las organizaciones de izquierda, en las cuales militaban centenares de estudiantes, profesionales, artistas, periodistas, sindicalistas y educadores, simpatizaron con su causa y con frecuencia la hicieron suya viendo en la política americana una expresión del imperialismo y en el socialismo su única y efectiva fuerza internacional de contención. La polarización derivada de la guerra fría y de las implicaciones que ella tuvo en América Latina no permitía entonces medias tintas ni evaluaciones más ponderadas de uno y otro sistema. Tal vez la nuestra fue una situación similar a la que vivió España cuando estalló la guerra civil. El franquismo, apoyado por Hitler y Mussolini, puso en el bando republicano a liberales, socialistas, anarquistas y comunistas enmascarando las divergencias sustanciales que podía haber entre ellos en nombre de la solidaridad frente a un enemigo común. De igual manera, frente a la tortura, a las desapariciones y al exilio forzado, la causa del llamado mundo libre nos parecía irrisoria pues no veíamos en ella la defensa real de unos principios democráticos sino la preservación de intereses capitalistas.

En este contexto, la revolución cubana apareció como la única salida veraz a una situación desesperanzada, en la cual los cambios por la vía legal o institucional podían ser anulados por la intervención de las Fuerzas Militares, convertidas en perros guardianes de un orden tradicional acribillado de injusticias. De ahí que, con la aristocrática excepción de un Borges, las figuras más destacadas de la intelligentsia latinoamericana vieran a Castro o a Guevara como liberadores y estuvieran dispuestas a extenderles un cheque en blanco sin poner en duda la honestidad de sus propósitos. Mirando hoy retrospectivamente el proceso de la revolución cubana, uno descubre que a partir de su primero o segundo año muchos de sus desvaríos en el campo de las libertades públicas y del manejo económico, para no hablar de la implantación de un férreo sistema de control policial, eran patentes, como lo revela el extraordinario libro "La lune et le caudillo" de la escritora francesa Jeannine Verdès-Leroux. La ruptura de un cierto número de ellos con el régimen cubano sólo se produjo en 1971, a raíz de la detención en la Habana del poeta cubano Heberto Padilla. Pero son probablemente más numerosos los escritores que expresan todavía su solidaridad al régimen de Fidel Castro, considerando que a él o a la revolución se deben importantes conquistas en el campo de la salud y de la educación y que las penurias de la isla se deben esencialmente al bloqueo norteamericano. Y por parcialidad ideológica, ellos suelen retener de la revolución cubana lo que consideran sus conquistas, sin poner en la balanza realidades abrumadoras como la represión, la penuria generalizada y el exilio de quienes no han querido aceptar un régimen comunista.

LA COARTADA TERCERMUNDISTA

Detrás de estas posiciones, que muchos de nuestros intelectuales comparten con académicos y universitarios, palpita un viejo complejo latinoamericano frente a Estados Unidos, producto de una dolorosa e inevitable comparación. ¿Por qué aquel país es rico y los nuestros son pobres? ¿Quién tiene la culpa? A los pueblos, como a los individuos, no les gusta asumir la responsabilidad de sus propios fracasos. El venezolano Carlos Rangel supo demostrar como el tercermundismo respondía a esta necesidad de transferir la culpa propia endilgándosela a los países ricos del primer mundo y muy en especial a Norteamérica. Es, una vez más, una respuesta ideológica. De acuerdo con ella, la pobreza de América Latina sería el resultado de un voraz saqueo de nuestras riquezas. Nuestras materias primas serían compradas a precios irrisorios. No se nos pagarían por ellos el precio justo. Como afirma Eduardo Galeano en "Las venas abiertas de América Latina", en una ingrata división de tareas impuesta por los países ricos, a nuestra región le correspondería el triste papel de sirvienta obligada a atender las necesidades de éstos como "fuente y reserva del petróleo y del hierro, el cobre y las carnes, las frutas y el café, las materias primas y los alimentos".

En un capítulo del "Manual del Perfecto idiota latinoamericano" hemos demostrado con Carlos Alberto Montaner y Alvaro Vargas Llosa las falacias y necedades de este victimismo. Así como no se puede derogar la ley de gravedad, tampoco se puede impedir el libre juego de la oferta y la demanda en las transacciones económicas a fin de establecer una asignación de valores justos a los bienes y servicios. Nadie con dos dedos de frente ha podido determinar cuál debería ser el precio justo del café o del azúcar y quien, si no es el mercado, tendría la autoridad para determinarlo. No es el caso entrar a analizar semejante disparate. Lo que importa es señalar que si más de un intelectual nuestro tiende a acreditar la versión de que somos víctimas de una explotación sin entrañas por parte del mundo capitalista desarrollado, la respuesta a semejante situación - durante muchas décadas del siglo pasado - no pudo ser sino el socialismo. Fracasado este modelo en la Unión Soviética y los países del este europeo, muerto por implosión, o sea por obra de sus propios desastres, quedan en algunos intelectuales latinoamericanos residuos de la moribunda ideología marxista. El primero es el sueño de la sociedad igualitaria, que ahora, despojado del lastre del "socialismo real", recupera su primitiva condición de utopía. El segundo, es de todas maneras el horror al capitalismo ahora identificado con el llamado por ellos neoliberalismo o ultraliberalismo y con la globalización. Y, de todas maneras, la noción subliminal de la revolución, ahora encarnada en movimientos como el acaudillado por el subcomandante Marcos en México. Es más un juego fetichista que otra cosa; quizás un alarde lírico, un simple rechazo amputado de alternativa real, puesto que la realidad ha demostrado que fuera de la economía de mercado, en cualquiera de sus variantes, no existe otro modelo viable.

Convertido en utopía, y en utopía a menudo sangrienta, el sueño revolucionario tan fervorosamente cortejado por tantos intelectuales latinoamericanos, podría pensarse que a éstos no les queda más salida que la resignación. Desde luego, tal actitud ninguno podría aceptarla, pues la realidad del continente a primera vista no puede ser peor. La pobreza de grandes sectores de la población es abrumadora. Las desigualdades son vistosas e inaceptables. La venalidad política, el clientelismo, los privilegios son las llagas de una sociedad enferma. Rebelarse contra todo eso no es sólo legítimo sino saludable e imprescindible. Sólo que esa rebelión ante los desastres de nuestra realidad debe ser lúcida y no enajenada. Las utopías encubren casi siempre un engaño, ya que , apoyándose en aspiraciones legítimas, generan violencia y opresión. Es hora de romper el mito guevarista de que la violencia es la gran partera de la historia. La civilización, el respeto de los derechos individuales y la modernidad no están en la punta de un fusil. La vía más eficaz para afrontar nuestros conflictos y problemas es el ejercicio incesante de un pensamiento crítico. Y es ahí donde el intelectual puede jugar al fin un verdadero papel de vanguardia.

Plinio Apuleyo Mendoza (libertaddigital.com)

ALIMENTANDO LA MENTIRA QUE NOS ALIMENTA



Desde pequeños nos introducen en la mentira. Primero nos hacen creer en la navidad, y con ella en el nacimiento de Jesús, y luego en los reyes magos, según qué país Santa Claus, Papá Noel…

Vivimos un cuento mágico. Nos regalan cosas todo el tiempo, sin saber por qué nos las merecemos. Somos niños y nos alimentan con mentiras para que crezcamos en la mentira, pero inculcándonos cosas como la honestidad, la voluntad, y por supuesto, indicándonos siempre que no se debe mentir, que debemos decir siempre la verdad.

¿La paradoja es creíble? ¿Si soy bueno los reyes me traen regalos? ¿Si soy malo no?

¿Qué pasaría si desde nuestra más tierna infancia nos inculcasen valores distintos, y no nos hicieran creer en reyes, papás noeles, o santas clauses alguno?

Si nos dijeran que la navidad es un invento del hombre para sacar beneficio de ello. Si nos dijeran que los reyes magos son otro invento del hombre con las mismas intenciones que se han inventado Papá Noel, Santa Claus etcétera. Quizá el mundo sería distinto. Probablemente no tendríamos que alimentar la mentira que nos alimenta. Y a este punto me refiero con el título de este artículo “Alimentando la mentira que nos alimenta”, porque una vez se ha iniciado la misma, esta mentira de la navidad o cualquier otra relacionada con nuestra existencia, comienza a tomar proporciones que ya nos desbordan y acaba subyugándonos a ella, obligándonos a alimentarla, a mimarla y hacer todo lo posible para que sea creíble. Es entonces cuando su magnitud nos devora por completo, y así generación tras generación, sin atrevernos a llamar al pan, pan, y al vino, vino.

¿Hasta cuándo vamos a seguir alimentando mentiras, hasta cuándo vamos a seguir permitiendo que la mentira nos alimente?

Un cambio en la actitud de los seres humanos es esencial para que todo cambie en pos de una nueva civilización. Una nueva era donde por fin reconozcamos que no podemos seguir viviendo en una mentira. ¿Qué es el ser humano? ¿Para qué su existencia? ¿Para adorar ídolos de barro, para fomentar la falsedad entre ellos?

Un tiempo nuevo ha de venir, y en este tiempo no puede caber la mentira. Pero: ¿de qué se alimentará el ser humano entonces si ha dejado de lado la especulación y la farsa que desde miles de años ha ido representando?

¿Qué valores deben crecer en esa nueva raza? Seguramente no podrán ser similares a los que hoy representan al hombre, ni a los que lo han representado a través de los siglos. Este es el enigma que se presenta a esa nueva raza: ¿qué modo de existencia elegirán en pos de alimentar la nueva civilización?

De momento seguimos alimentando la gran mentira de todos los tiempos: “El hombre como ser racional y civilizado”

Dejemos de una vez por todas de seguir alimentando mentiras, pasemos hambre por una vez, será suficiente para que el mundo se renueve.

Salvador Moreno Valencia (ellibrepensador.com)

LAS MINORIAS ETNICAS



Todo el arco iris racial que se configuró con la conquista española y el comercio de esclavos africanos introducido por el imperialismo europeo en el nuevo continente debe configurar un conjunto humano y ciudadano con iguales derechos y deberes ante la sociedad y la ley, amparado por la Constitución y por las leyes que constituyen la república unitaria.

Tenemos, es innegable, mentalidad clasista heredada, como tantos otros rasgos de nuestro ser nacional, de la España monárquica, donde la nobleza envanecida por títulos y prerrogativas se consideraba superior al "inepto vulgo" de que hablara Laureano Gómez, con el más olímpico elitismo político. Atenuado por casi dos siglos de historia republicana, no ha desaparecido. Sigue presente en multitud de comportamientos y prejuicios, muchos de ellos subconscientes.

De tales orígenes distantes, las minorías étnicas han experimentado las consecuencias desfavorables en una realidad social bien distinta de la teoría política que nos iguala ante la ley. Como es apenas obvio, las ocho Constituciones que nos han regido desde 1821, cuando la Asamblea Constituyente del Rosario de Cúcuta promulgó la Carta que consagró la unidad del antiguo Virreinato de la Nueva Granada como República de Colombia, han reconocido y ordenado la igualdad ante la ley, pero el atavismo ha predominado sobre la teoría política, en casos tan manifiestos como el servicio militar obligatorio y el viejo dicho de que "la justicia es para los de ruana", así los que no usan la cobija agujereada de que escribiera en sus Memorias el legionario británico Daniel Florencio O'Leary se halle en extinción.

La Constitución de 1991 quiso enmendar la injusticia histórica, pero lo hizo el revés. Al reconocer a las minorías, en vez de establecer cuidadosamente la forma de integrar a indígenas y negritudes africanas al cuerpo social de la nación, creó islas virtuales con territorios propios, aceptación de procedimientos judiciales anacrónicos, derechos especiales y autoridades diferentes a las que gobiernan el resto del país.

Interesante sin duda, y justificable, preservar las lenguas originales de América, porque las africanas desaparecieron casi totalmente. Aspectos culturales aún existentes y conservados de generación en generación merecen reconocimiento y aceptación, pero no con carácter separativo de las colectividades blancomestizas circundantes. ¿Cómo lograrlo? Mediante la educación pública establecida sobre las bases igualitarias para todos los ciudadanos colombianos, de carácter bilingüe como en el Paraguay, donde el guaraní y el español se hablan por casi toda la gente. Aquí, solo cuando sea necesario por la supervivencia de la lengua original americana.

Previsiones especiales sobre la propiedad de la tierra deberían haberse contemplado. Para las etnias aborígenes, este aspecto es crucial en cualquier sociedad bien constituida. En el Cauca, para guambianos y paeces, de ascendencia quechua, la propiedad de la tierra es de índole social, no particular. La comunidad asigna parcelas para el cultivo, equilibradas con la capacidad productiva de una o varias familias asociadas. Si las cosechas indican explotación adecuada de la parcela, la distribución continúa sin cambio. De ser insuficiente se disminuye para el período siguiente o se incrementa si así lo pide quien obtuvo rendimiento total. Entre nosotros, la distribución podrían organizarla los alcaldes municipales, con la asesoría de comités asignados por la comunidad.

Las determinaciones constitucionales de excepción lo que están originando es un sobredimensionamiento del derecho de las comunidades étnicas, que se oponen a obras de beneficio general, como hidroeléctricas, explotación y exploración de hidrocarburos, cruce de vías de comunicación por sus territorios y dislocación de las minorías del ente no social, cuando no bloqueos de vías y explosivas protestas carburadas por agitadores profesionales y subversivos infiltrados.

Alvaro Valencia Tovar (eltiempo.com)

EL VICEPRESIDENTE TIENE PENA



Siguiendo el teatro montado en la rueda de prensa del 29 de octubre, día trágico para Colombia, el vicepresidente Francisco Santos fue a la ONU para decir que tenía pena de esa pandilla de asesinos que según él conforman nuestras Fuerzas Militares. Y que por eso pedía perdón ante el mundo.

Implícito queda el propósito de la enmienda, a cuyo efecto nada mejor que prometer que esa tropa maldita no volverá a combatir, lo que de otra parte se viene cumpliendo celosamente desde aquel desgraciado episodio.

La pena del Vicepresidente nace de las ejecuciones extrajudiciales que se expresan en los falsos positivos en los que son expertos nuestros hombres en armas.

Desde luego que el perdón que se pide y la vergüenza que se manifiesta no necesitan prueba, ni precisión de la responsabilidad, ni análisis de las circunstancias en las que se cometieron esas barbaridades.

Porque se trata de antiguallas que puso de moda un trasnochado Marqués de Beccaría, al que ahora no se le debe creer. Lo moderno, en materia de derechos humanos, es juzgar sin oír al acusado y condenar sin pruebas. Sobre todo cuando el acusado porta uniforme militar.

Formamos parte de un número muy crecido de colombianos que no comparte esos sentimientos con el Vicepresidente.

Al contrario, sentimos orgullo por una de las más altas, nobles y puras gestas cumplidas, en defensa de los derechos humanos, por ningún ejército del mundo.

Nos enorgullece la reconquista de la mitad del territorio nacional, que se encontraba en las manos sanguinarias de bandas de asesinos.

En 350 pueblos de Colombia no había otra ley que la infamia de esos matones. Hoy son parte de un Estado de Derecho y su gente, ayer ultrajada, esclavizada y aterrorizada, bendice a los hombres por los que el doctor Santos siente tanta pena.

Esos hombres han impedido, desde hace seis años, los atroces ataques a poblados indefensos, que se repetían cada tercer día.

Ya no explotan los cilindros de gas, ni quedan en cenizas la casa, el almacén y la alcaldía, ni se llevan secuestrados los policías que no quisieron asesinar esos malditos.

En todas esas villas, apenas ayer abandonadas, resplandecen los derechos humanos.

Hemos doblado la dolorosa hoja de los secuestros. De 3.500 por año, están reducidos en más del noventa por ciento. Sin contar otros innumerables, nunca tenidos como tales, de niños y niñas reclutados por la guerrilla para continuar con ellos la cadena de ataques contra los derechos humanos.

Ya los colombianos recuperaron el derecho a recorrer sus carreteras, a visitar sus pueblos, a sembrar el pan en el surco de la tierra generosa. Gracias por ello a los campeones en la defensa de los derechos humanos, por los que el Vicepresidente se avergüenza ante el mundo.

En Colombia se asesinaban 90 personas de cada cien mil habitantes. Hoy la cifra, escalofriante todavía, no supera las 35.

Gracias por esa defensa a los derechos humanos, Fuerzas Militares.

Los peores criminales del mundo venían siendo abatidos en recios combates por nuestras gloriosas Fuerzas Militares. Otros muchos se entregaban prisioneros a los jueces de la República. Y decenas de miles recibieron el perdón y la esperanza en los programas de reinserción. Valdrá recordar, que lo olvida el Vicepresidente, que la inmensa mayoría de esos cuarenta mil reinsertados llegaron a los batallones del ejército, donde recibieron trato magnánimo, mano abierta, comprensión y apoyo. Eso es defender los derechos humanos.

No sentimos vergüenza, sino orgullo, de nuestras Fuerzas Militares.

Y nos da pena que sean condenadas sin juicio, humilladas sin compasión, juzgadas sin pruebas, maltratadas ante el mundo con el estigma que merecen los asesinos que inspiran estas retaliaciones.

Para ser francos, lo que nos da pena es tener el Vicepresidente que tenemos, que cambia el honor de nuestros héroes por los aplausos detestables de los mamertos del mundo.

No es el primero que entrega lo más sagrado por un plato de lentejas. Tampoco será el último.

Fernando Londoño H. (elcolombiano.com)


¿SOY UN COMUNISTA DEL CHICO?



Me dio por leer los mensajes que me dejan en esta página, y veo que penden allí, como camisas secándose, unos muy estimulantes, llenos de afecto y cariño, y otros cargados de odio. Me alegran y enorgullecen muchísimo los primeros y confieso que me divierten los segundos. Nada causa más alivio que saber que hay gente que lo detesta a uno, pero se deja llevar a cabestro, como vacas mansas, palabra por palabra, a lo largo de todas las columnas que escribo. Es gente rara. Yo detesto al padre Chucho, por ejemplo, pero no lo veo. Ellos necesitan leerme para alimentar esa especie de desprecio adictivo que los obliga a seguir un artículo, en lugar de ignorarlo. Hay cosas que a uno le duelen con placer, como espicharse los morados. Deben sentir algo parecido.

Lo que me causa más gracia es que muchos dicen que soy un resentido. Y lo dicen con un resentimiento que pocas veces he visto. Aducen que en teoría gozo de una posición social privilegiada como para dármelas a estas alturas de la vida de “tirapiedras”.

Algunos piensan que soy un acomodado que posa de rebelde social. Parten de una suposición extraña y clasista: que para que a uno le parezca cursi ese sistema de exclusiones que hay en el norte de Bogotá; cursi cada club, cursi cada frijolada; cursi cada fiesta social, es necesario ser de estrato bajo.

Es decir: la única crítica posible a toda esa cursilería debe venir cargada de resentimiento social. No sean ridículos, amigos: que tenga un peso o un millón de dólares en mi cuenta de ahorros no determina el maltrato a la que la clásica señora bogotana somete a su empleada de servicio y la culera que es Cartagena un diciembre. Y no necesito vivir en la indigencia para burlarme de todos esos gestos ridículos que nos muestran a diario. Aun más: el hecho de poder estar cerca de ellos me confiere autoridad para que mi risa suene más duro.

En esos mensajes encontré uno que me llamó especialmente la atención. Un lector me decía que soy comunista del Chicó. Era un insulto que también le lanzaban a mi papá, para señalarle como incoherencia lo que a lo sumo es una paradoja: vivir en un barrio rico pero con conciencia crítica de lo que observa en él. Del amable lector me permito diferir con respeto. No soy un comunista del Chicó. Lo soy, pero de La cabrera.

Daniel Samper Ospina (jetset.com.co)

LA BELLAQUERIA EN TODO SU APOGEO




Desde hace muchos años tuve el desagrado de conocer a la tal ex ministra Cecilia López cuando sin mayores méritos, fuera de ser desde hace tanto tiempo la misma politiquera barata que sigue siendo hoy en día, ejercía como presidente de la junta de Cramsa, que se reunía con frecuencia en Manizales, para tratar de dar soluciones a los siempre graves problemas que nos han afectado por los inclementes inviernos que azotan nuestra región y especialmente nuestra ciudad

Sus actuaciones desde ese entonces, eran motivo de múltiples controversias porque mantenía un complejo de superioridad muy desagradable, sin tener en cuenta que este es la mejor muestra de un enorme complejo de inferioridad, y en una reunión con ella además de tener que soportársela en este sentido la palabrería que utilizaba nos hacía poner colorados a los asistentes.

Nunca, por lo que los colombianos pueden confirmar diariamente, se le han quitado esas malucas costumbres, adicionadas después de los muchos años que han pasado, con la repudiable costumbre de andar calumniando sin ninguna consideración , y como toda una verdulera, hasta al señor Presidente de la República, persona a quien se debe el mayor respeto no sólo por lo que representa, sino porque, como lo digo y lo repito hasta el cansancio, somos el 80% de los colombianos de bien quienes lo respaldamos por su patriotismo, su honestidad, y su inmensa capacidad de trabajo a favor de un pueblo que lo ha sentido como el bastión de una democracia que ahora es respetada en el mundo entero.

Pero tenemos muy en claro que el nivel moral de esta dama, a duras penas es comparable con la del ex guerrillero del M-19, que ahora viene como todo un Torquemada a tratar de lavar su sucio pasado con acusaciones que sólo nos producen repudio a quienes conocemos la triste historia de su vida y que no vale la pena repetir ahora.

Tienen toda la razón los ministros y los parlamentarios que han salido a la palestra a defender, si es que eso es necesario, a nuestro Presidente, cuando les han sacado al sol los cueros llenos de gusanos de estos personajes. La oposición, muy minoritaria por cierto, después de que se viene demostrando el respaldo de todo el país a la nueva reelección del Dr. Uribe, ha arreciado sus ataques, pensando que con base en insultos y calumnias van a lograr vencer la fuerza de la avalancha democrática que todos los días cimienta con más fuerza su deseo de seguirlo teniendo como presidente, a pesar de los esguinces politiqueros que se mantienen inventando

El martes en la noche pudimos observar que en el Congreso de la República, algunos miembros de la oposición, porque no son todos groseros y vulgares, a duras penas se fruncían demostrando su desacuerdo con la falsa vocera del partido liberal, una colectividad que no le había dado ningún poder para representarla, como tuvo que rectificar ella misma. En otros tiempos el liberalismo fue gloria de este país, en cuyo seno nacieron, crecieron y sirvieron a Colombia con todo el patriotismo, verdaderos prohombres que hoy ven mancillada su memoria por unos cobardes que sólo saben denigrar de personas a quienes el país tiene en un pedestal, por la limpieza inmaculada de su vida, que contrasta con la podredumbre en que ellos se revuelcan.

Ruego a mis lectores me disculpen si hoy he sido un poco violento, pero tenía que sacarme de dentro de mi ser la rabia que he sentido viendo la bellaquería de quienes, con sus amistades de asesinos y de elefantes narcotraficantes, han olvidado que ya Colombia los tiene condenados, y que sólo por respeto a una debilucha democracia, les sigue permitiendo ocupar los puestos en un Congreso que deberían ser solamente para gentes limpias y dignas.

Jaime Alzate Palacio (lapatria.com)

TRIUNFO DE OBAMA: LECCION PARA LAS MINORIAS


El triunfo de Obama como presidente de los Estados Unidos, en nuestro país ha sido celebrado con alborozo por parte de los seguidores de la izquierda colombiana; más aún, por las comunidades negras del país. Ellos sienten haber ganado con el triunfo obtenido por Obama en las urnas, pero deben aprender de la lección que deja el logro obtenido por el electo presidente de Norteamérica.

Obama, desde hoy, debe ser el espejo al cual deben mirarse los representantes de las minorías colombianas, tanto de las negritudes como los integrantes de la izquierda beligerante colombiana. El triunfo del nuevo presidente de los estadounidenses se debe a años de lucha por forjarse un mejor futuro. Hijo de una relación interracial y abandonado por su padre desde temprana edad. Estos problemas auguraban a un ciudadano resentido social. Auguraban, también, un ser rencoroso y que pedía todo sin ofrecer nada a cambio. En su condición de abandono podría haber pensado que tenía derecho a destruir a la sociedad que no tenia culpa de su desgracia.

¿Qué hizo este afroamericano para convertirse en el presidente de la potencia mundial a pesar de las múltiples adversidades?:

No se quedó esperando las migajas del sistema: Luchó por forjarse un mejor futuro.

No se arredró ante las vicisitudes: Entendió que los problemas no son obstáculos insuperables.

No esperó que las cosas le cayeran del cielo: Luchó hasta alcanzar sus objetivos.

No esperó que su suerte la cambiara otro: Entendió que sólo él podía cambiar su destino.

No actúo cómo si la vida le debiera algo: Entendió que sus problemas no eran culpa de la sociedad.

Este triunfo, más que hacer soñar despierto a las minorías colombianas, debe ser la hoja de ruta a seguir. La meta alcanzada por Obama debe ser el ejemplo a seguir por las minorías que sólo esperan que su suerte cambie por arte de magia.

También, este triunfo de Obama es un recordatorio de que las minorías, por el sólo hecho de serlas, no deben convertirse en parásitos del sistema. Todo lo contrario, Barack Obama les ha enseñado a todos aquellos que rumian su envidia que sólo a través del trabajo arduo se pueden lograr los objetivos propuestos.

Obama ha puesto la meta alta, pero no inalcanzable. Ha demostrado que ser quejumbroso no es positivo para ningún ser humano. Por eso, aquellos que en nuestro país viven solamente para quejarse y oponerse a todo sin argumentos sólidos deben replantear su rumbo.

Este triunfo debe servir para que los integrantes de las minorías colombianas no exijan preferencias por el sólo hecho de ser minorías.

Este triunfo debe servir para que los integrantes de las minorías colombianas entiendan que no pueden vivir de las migajas que el estado les entrega.

Este triunfo debe servir para que los integrantes de las minorías colombianas piensen que una nación se construye con el aporte de todos los ciudadanos.

Este triunfo debe servir para que los integrantes de las minorías colombianas entiendan que sólo a través de la democracia es posible llegar al poder.

No fue fácil para el hoy electo presidente superar los escollos que debieron parecerles insuperables.

Por último, el discurso pronunciado por Barack Obama la noche de su elección como presidente es un recordatorio de que el poder en sí mismo sólo sirve para construir patria. Además, también recordó, cómo lo hace el presidente Uribe, que las cosas se consiguen sólo a través de trabajar, trabajar y trabajar. Los holgazanes que dilapidan su existencia en discusiones insustanciales son los mismos a los que la aplanadora del tiempo no perdonará.

La ñapa: La salida del general Montoya se está convirtiendo en el plato preferido de los vividores de los derechos humanos. Ya salió Amnistía Internacional, otro integrante del cartel de las ONG, a decir que la salida del general no es suficiente. ¿Será que dicha organización tiene la competencia para inmiscuirse en problemas que afectan la seguridad nacional?

Raul Lombana (dcaribemanifiesto@hotmail.com)

UN MAMERTO OPINA


N.E. Publicamos este articulo encontrado en internet , primero para destacar nuestro sentido autocritico y de apertura a todas las formas de pensar (mas no de lucha). Agradecemos al autor del blog sus comentarios y la "publicidad gratuita". Eso nos comprueba la gran acogedia que ha tenido nuestro espacio, a tal punto que hasta la oposicion ya habla de nosotros.


La Internet es un espacio en el que se encuentra casi de todo, por accidente fui a caer a un blog llamado “Colombia sin mamertos” que he continuado visitando por varios días y del cual he extraído interesantes reflexiones. Según ellos, los mamertos somos las personas que no estamos de acuerdo con la actual dictadura paramilitar de Alvarito y no evitamos contener nuestra indignación por lo que sucede con éste país, y entonces opinamos.

El cabezote del blog muestra una pancarta que reza “Piedad se lo mama a Chávez, Chávez al Polo, el Polo a las FARC, y yo ya me mamé de esos hijueputas”. Yo opino: no es creativo, ni coherente, ni crítico, ni digno de un espacio en el que -se supone- se hace reflexión política. Luego continúa con la frase “porque la mayoría no podemos estar equivocados”, y les doy toda la razón. Equivocarse es tomar un hecho real y confundirlo con algo semejante, en éste caso ni siquiera es notorio un acercamiento a la realidad.

Entre los artículos que he leído encuentro que cuando se hace referencia a los ‘mamertos’ ésta se hace desde lo aparente (suele suceder entre fascistas), refiriéndose a las mochilas, las papas bomba, barbas, pelos largos, vestimenta; o conductas como tomar alcohol o consumir drogas. A diferencia de la forma en que la oposición critíca al gobierno, mediante argumentación basada en lo ideológico, en lo social, lo político, con base a una realidad que no nos tiene conformes. Centrarse en las apariencias y no en la ideología es entonces la primer particularidad de éste espacio, y donde difieren con la oposición.

Si como opositores tomáramos ésta conducta también, diríamos que Juan manuel Santos -ministro de defensa- tiene cara de asesino en serie, pero no es necesario referirse a la cara porque sabemos que es un asesino en serie. Diríamos que Fredy Ladilla, comandante del ejército nacional, tiene apellido de piojo púbico, pero no lo hacemos así porque para nosotros es más importante referirnos a sus múltiples crímenes y su negligencia como profesional, de Álvaro Uribe no pararíamos de reirnos, y así continuaríamos gozando con las numerosas y diversas características amorfas de quienes nos gobiernan.

Pero repito que no son éstos los intereses que perseguimos como opositores, porque tenemos cosas más graves para cuestionar, porque cuando se habla de oposición se hace referencia al debate argumentado, no a insultos vacíos de inteligencia y colmados de la cólera que produce la libre expresión de los demás. No es el objetivo de éste post hacer una crítica a un espacio de opinión como el blog del que les he hablado, de hecho le estoy dando mucha ciberimportancia, a lo que realmente quiero llegar es a los argumentos que se utilizan para juzgar la oposición, simples palabras descontextualizadas que se repiten por simple imnosis mediática. El terrorismo es el uso de acciones violentas para infundir terror, no los argumentos que les produzcan terror a los gobernantes y a quienes les hacen un seguimiento enceguecido.

Finalmente, les dejo el link al blog “Colombia sin mamertos“. No con el objetivo de llegar a insultarlos en los comentarios -aguanten las ganas- sino con el fin de que reflexionen sobre la posición que asumen los uribistas frente la oposición y logremos comprender sus argumentos (suponiendo que lo son), para construir propuestas nuevas que demuestren cuanto le falta a Colombia para que los mamertos nos acabemos, a menos de que nos acaben, como suele suceder. También aclaro que mi ideología no es de izquierda, ni liberal, ni del polo democrático, ni chavista, ni bolivariana, ni soy guerrillero, ni católico, ni nada de eso. Yo soy un sujeto que no esta de acuerdo, eso es suficiente para opinar y de cuando en vez ganarme insultos que no me ofenden ni me importan, osea, soy un “mamerto”.


http://donblogperez.wordpress.com

EL ATRASO DEL PENSAMIENTO


Si algo tienen los líderes de izquierda de hoy día, es que algunos han dejado de lado los ya trillados y conocidos discursos clásicos de los comunistas universitarios a quienes se les conoce como “mamertos” en el ambito académico y quien no es otra cosa que un parlante con un disco rayado que siempre habla del “imperialismo yanqui” cuando se refiere a los USA y de la famosa explotación de nuestros recursos que se “roban los explotadores” por lo que nos quedaremos sin petróleo, sin minerales y demás fuentes de riqueza natural.

Claro que ese discurso está diseñado para golpear los sentimientos patrioteros de los ingenuos estudiantes y enardecer sentimientos, sin mayores conocimiento de cómo funciona la economía, la bolsa, los inversionistas, las relaciones internacionales, la situación de apremio energético y demás consideraciones que nunca se le dicen a ningún “mamerto” porque son nombrados “idiotas útiles” y que salen a las plazas universitarias con las caras tapadas a tirarle piedra a la policía etc...

Un claro y resiente ejemplo de esta estrategia de masas fueron las palabras pronunciadas por HUGO CHAVEZ en días pasados y con ocasion de la nacionalización de los hidrocarburos: “Venezuela no es colonia de nadie” y haciendo una clara referencia a sus vecinos que mantienen una política de promover la inversión privada venga de donde venga. Al día siguiente los “mamertos” que se tragan el anzuelo todo el tiempo salieron a tirar piedra y a gritar vivas a CHAVEZ, no sería raro que rebautizaran algún edificio de la Universidad Nacional con el nombre de Edificio "HUGO CHAVEZ FRIAS".

Tales arengas se las inventaron los revolucionarios de los años 60 y ha calado tan hondo en el subconsciente que muchos jóvenes guerrilleros afirman que antes que los “Gringos” se roben la energía eléctrica es mejor dinamitar las torres. Pero las cosas así pintadas suenan muy bonitas y CHAVEZ cosecha aplausos de los incautos que se declaran de izquierda pero lo que no dicen es que Venezuela ha tenido 80 años de experiencia y aprendizaje con la inversión de grandes compañías extrajeras del sector privado y que realmente lo que CHAVEZ está haciendo ya se hizo con la ley de nacionalización de hidrocarburos aprobada en la década de 1970. Hacer patrioterismo con lo que ya se hizo anteriormente (gana indulgencia con obras ajenas) y con la bolsa llena de dólares es muy fácil mas cuando la estatal petrolera de Venezuela goza del poder de contratar a cualquier experto nacional o extranjero y comprar los mejores equipos del mundo. No era igual en 1935 cuando empezó la explotación de hidrocarburos que en los campos de Venezuela no había nadie que supiera como apretar una tuerca en una refinería de petróleos.

No obstante CHAVEZ al declarar que “no es colonia de nadie” cambia radicalmente de orilla y se convierte en “colonizador”, invirtiendo grandes cantidades de recursos petroleros en programas “sociales” que en verdad son campañas publicitarias en países como Argentina, Ecuador, Nicaragua, y todo aquel que le pele el diente y le de aplausos. Así cualquiera se hace “bolivariano”. El presidente URIBE debería inteligentemente incluir a CHAVEZ en sus discursos a ver si nos manda billete y nos pavimenta alguna carretera mientras la carretera de Caracas al aeropuerto la Guaira esta que se cae a pedazos Chávez dona dinero para que países “pobres” construyan carreteras y puertos. Y el colmo, sustenta el precio del gas que se consume en los Estados Unidos por los “pobres”. Así las cosas es mejor ser colonia que colonizador.

Otro trillado estribillo es los grandes grupos económicos que explotan mezquinamente al país y ahí salen a relucir los grupos SANTODOMINGO, ARDILA LULE, los demás empresarios éxitos de Colombia y ultimamente el banquero LUIS CARLOS SARMIENTO.

Que atraso el de estos mamertos en volverse enemigos del capital y la libre empresa en vez de estudiar qué fue lo que se hizo para lograr el éxito económico y ver si podemos hacer algo parecido. ¿Porque seguir pensando que es el estado el que nos resuelva todo si podemos aprender a ser prósperos? Yo les respondo, porque los de izquierda nos enseñan a ser dependientes, a buscar un culpable de nuestros fracasos, a buscar el camino de mas alivio que es esperar que el estado de hasta para comer.

Así estuve por muchos años, hasta que, cansado de esperar del estado lo que yo mismo no era capaz de conseguir con mi esfuerzo, descubri que mi misión no es pedir sino dar, asi que cambie los absurdos libros de MARX, EAGEL y compañía, que son los manuales del fracaso. Y los cambie por las biografias de HENRY FORD, ROQUEFELER y compañia, y sigo bebiendo de las ideas de éxito de muchos "capitalistas" que han logrado cambiar sus vidas y han generado riqueza para ellos, para miles de empleados y para sus naciones. Y mi vida y la de mi familia cambio, como ha cambiado la vida de todo aquel que tire a la basura lo que es basura. Los principios de éxitos son los mismos en una enorme compañía como la Ford como en una tienda de barrio. Si la empresa privada en cabeza de los soñadores de éxito florece en Colombia, veremos la prosperidad y dejaremos tanto atraso, no solo de pensamiento, que existe en nuestro pais.


Percy Renato (renatto_9@hotmail.com)

LAS PIRAMIDES



El Presidente de Fenalco dijo que Colombia era el único país del mundo donde la gente hacía fila para que la estafaran. La frase es lapidaria.




La estafa es un delito de habilidad, en el que un sujeto imaginativo y convincente logra que un tonto le dé cosas valiosas a cambio de una ilusión. Todos los días hay vendedores de espejuelos a la caza de compradores de minas de oro. Lo que no es frecuente es que la superchería alcance para timar una sociedad entera, a la vista de todos. El estafador de nuestra historia tiene la malévola condición de los de su laya. Pero en este caso habrá de sumársele audacia inigualable y el cálculo asombroso de que somos los demás tontos de capirote y de que no hay Fiscalía, no hay Procuraduría, no hay Defensoría del Pueblo, no hay Superintendencias, no hay Ministro del Interior, no hay prensa, no hay nada. Montar semejante industria en tal cadena de suposiciones indica la clase del rufián. Y que le resulte acertada, indica la pobre nación que somos.




No por inteligentes ni por sabios dijimos en estos medios escritos y en La Hora de la Verdad que cada mañana sacamos al aire, y hace más de un año, lo que estaba ocurriendo y sobre todo, lo que se nos venía encima. Si las cosas mantienen este ritmo diabólico, clamábamos en el desierto, las pirámides se convertirán en el peor problema de orden público de los últimos tiempos. Y teníamos la paciencia de recordar que no hay negocio en el mundo que produzca bastante para semejantes promesas, cumplidas para los primeros, que se convertirán a su turno en heraldos del hallazgo para pescar enseguida infinidad de majaderos. Y nos preguntábamos dónde andaban metidas las autoridades que tan insólita extravagancia toleraban. No lo recordamos para salvar una responsabilidad íntima, sino para subrayar el gravísimo hecho de que los cálculos de los bandidos resultaron a la perfección.




De los estafados, cuyos dramas no hay para qué repetir y por duros son mejor para callados, corresponde afirmar que fueron codiciosos, ingenuos, amantes de las ganancias irracionales y de los milagros. Tienen mucho en común con los que pagan generosas limosnas a los pastores de iglesias que sacan demonios del cuerpo entre orgías de histeria. Pero algo más. De seguro que el empresario del engaño no hubiera logrado nada con ninguno de los miles que se agolpaban a sus puertas. Era necesario que estuvieran juntos. Don Gregorio Marañón, el primer estudioso de la sicología de las masas, demostraba que en ellas se produce una suerte de vaciamiento interior y que la responsabilidad individual se traspasa a ese monstruo amorfo, irracional, cruel, absorbente, del que pasa a depender y del que se nutre para las peores empresas. Ortega y Gasset, en La Rebelión de las Masas, anticipaba estos extravíos del individuo, que deja de serlo en las entrañas de ese curioso dueño de las voluntades y las conciencias. Cada depositante Hubiera preguntado. Hubiera olfateado el engaño. Pero el secreto de la magia estuvo en reunirlos. Cada uno en la fila depositaba su plata al ladrón y su confianza en el que iba adelante y en el que venía detrás. Tantos no pueden equivocarse. Y si en la fila aparece el policía, o el juez, o el artista, salirse de ella es como una claudicación o un perjurio.




Queda el cálculo sobre la autoridad. Mientras al Presidente no le propongan el tema en Consejo Comunal, no se da cuenta. Y estaban en lo cierto. El Ministro del Interior no cree que el asunto sea suyo. También era cierto. El íntimo amigo del Fiscal es nuestro abogado. Simplemente es un hecho. El Procurador no existe. Otro hecho. El Defensor del Pueblo no ha defendido a nadie. El Superintendente Financiero se mete con los Presidentes de los Bancos. No le damos la talla. El de Sociedades, a lo sumo nos pone una multa. Le pagamos mil. Y la Policía y los jueces, y el Das y el CTI esperan instrucciones. Si algún día meten presos a los delincuentes, será bueno aprovecharlos en una cátedra de Ciencia Política.

Fernando Londoño Hoyos (lahoradelaverdad.com.co)