LOS GUERRILLEROS SON PERSONAS HUMANITARIAS




Había prometido a algunos amigos no volver a opinar sobre ningún asunto de ninguna índole; esto porque los tentáculos de la izquierda socialista que gobiernan la ciudad donde vivo ya han involucrado hasta a mi familia en el asunto, negándoles –desde sus puestos de poder en Bogotá- el acceso a la salud y otras cosas que no son del caso comentar ahora.

Decidí romper mi cuaderno de propósitos y comenzar de nuevo por dos razones principales. La primera de ellas es la intrínseca convicción de que yo hago mejores predicciones que Mauricio Puerta, Walter Mercado, Salomón y el padre Chucho, todos juntos. Si viviera en la antigua Grecia, sería la competencia del oráculo de Delfos. Con eso les digo todo.

Entre mis profecías cumplidas, acerté con la profesión del ex acalde de Bogotá, Lucho Garzón, a quien yo –debido a la altísima admiración que le guardo, le puse el mote de Lucho Pacheco Garzón, y le auguré muchos éxitos en esa profesión, insinuándole en varias ocasiones que dejara la alcaldía de Bogotá y se dedicara a presentar programas faranduleros de televisión, profesión para la que sí tiene las dotes necesarias y en la que emula bastante bien al inolvidable Pacheco. Pues bien, Lucho debió escuchar mis consejos porque ahora tiene programa de radio y programa de televisión; ambos en los dominios del magnate santandereano, Carlos Ardila Lulle. ¿Qué hace un socialista convencido trabajando para un capitalista supermillonario..? No sé. Pregúntenle a Lucho o a Jojoy sobre la combinación de formas de lucha, o pregúntenle a Petro sobre cómo cualquier socialista tiene su precio.

Otra profecía cumplida fue la del robo en la Secretaría de Educación durante la alcaldía del tenebroso Lucho; robo que continuaría –claro que sí- durante la administración presente de Sammy Moreno, el nene consentido de su madre. Billones de pesos fueron robados escondiéndolos en los contratos de construcción (que era solamente reparación) de varios colegios de Bogotá. La alcaldía de Lucho hizo multimillonarios a muchos socialistas y la alcaldía de Sammy los hará aún más ricos. El sindicalista Abel Rodríguez, Secretario de Educación, está siendo investigado por este y otros robos y peculados. Les hago otra profecía: ¿Saben qué va a pasar…? Nada… Porque los jueces, en su inmensa mayoría, son socialistas y, como lo demostró Lucho Pacheco Garzón, los socialistas tienen su precio: unos salen más caros que otros… pero son comprables.

Dejando de lado momentáneamente a los inmaculados socialistas del Polo, lo que me motivo a escribir esta notica a mis amigos, fue el show que montaron los de las FARC, los del Polo y el Movimiento Bolivariano, respecto a la liberación de secuestrados, ente quienes estuvo Alan Jara, un hombre educado en la Rusia Comunista, y de ideas comunistas él mismo.

Alan Jara salió de una vez maquillado para presentarse a los medios de comunicación. Su rostro, empero, no era el mismo de dolor y tortura de aquellos que se escaparon. Haya una diferencia abismal entre los que lograron escapar –junto con los rescatados por el ejército en la operación Jaque- y Alan Jara.

Alan Jara no parece que hubiera salido de un secuestro, sino que da la impresión de que la pasó sabroso, en medio de amigotes de juerga, asoleándose en alguna finca venezolana.

Por supuesto, Jara mismo confesó que a él lo trataron con preferencias y que no le pusieron cadenas sino ocasionalmente y en el tobillo. Muy queridos lo de las FARC.

No menos sorprendentes fueron las declaraciones de Alan Jara respecto al humanitarismo de las FARC. Dice Jara que si los guerrilleros les ponían las cadenas a sus secuestrados (menos a él) en el cuello, era porque “les tocaba, por temas de seguridad”, no porque quisieran; y dice también Jara que los guerrillero, tan pronto les ponían las cadenas en el cuello (a los demás no a él), se ponían a llorar como bebés de lo mismo sensibles que eran ante el dolor ajeno. Es decir, Jara nos devela un misterio sagrado, destinado hasta ese momento solo para los mamertos: que los guerrilleros son dulces angelitos, cuasi ‘Emos’, superdepresivos y lloriquetas ante la injusticia y el sufrimiento humano. Para que se den cuenta los de la derecha, caray..

Otra cosa que nos aclara Jara, es que la guerrilla no está derrotada sino que es más poderosa que el ejército israelí, y que si está en la selva es porque son guardianes del medio ambiente y les gusta más el clima de por allá.

También nos revela Jara que la guerrilla quiere que Uribe siga en el poder. Y, ahí sí me da pena con este señor, que estudió en Rusia y se codeó con la crema y nata de la internacional socialista. Me da pena con Jara pero ahí sí, ‘manda cájcara’, como dice el camarada Gabo. A Jara le hizo daño comer tanto mico, culebra, armadillo y prójimo. Ese argumento de que la guerrilla quiere que Uribe siga en el poder, porque “eso fortalece la lucha armada”, es un cuentico para izquierdosillos principantes o primíparos de la Universidad Distrital. Es un cuento pendejo para que los colombianos digamos: “!Ay..! Si a los señores guerrilleros les conviene que Uribe siga en el poder, ¡pues no votemos la reelección…! Así, no les damos gusto a los señores guerrilleros…!”

Es un cuento chimbo. Igual al que trajo el amiguito de la Betancourt de la selva cuando fue liberado. Todos los “importantes” que ha liberado la guerrilla nos traen la misma razón: “la guerrilla es chévere, la guerrilla es ‘in’, Uribe es el responsable de los secuestros…”, “Piedad Córdoba es una santa que debería ser nominada al Nobel de paz, y Uribe es un paraco…” Todos los liberados por la guerrilla llegan gorditos, peinaditos, maquilladitos, haciendo chistes pendejos y hablando maravillas de la guerrilla, de lo bien que los trataron, de la variedad del menú, de las maravillas tecnológicas que tiene la guerrilla, de que consiguen de todo en la selva, hasta microondas (si es verdad esto que dice Jara, por qué la guerrilla dice que no puede atender los enfermos porque no pueden llevarles medicinas..?). Mientras que los rescatados o los fugados llegan enfermos, agotados y bejucos con sus secuestradores.

¿Cuál es la diferencia…? Es sencilla. Si nos damos cuenta, todos los liberados ‘importantes’ por la guerrilla han tenido familias que detestan a Uribe y que insisten en que se despeje medio país para que los señores de la guerrilla suelten a los secuestrados. Por otro lado, si repasamos las declaraciones de estos liberados, mientras estaban aún en cautiverio, nos daremos cuenta de que le echaban la culpa a Uribe de la desdicha que les estaba causando las FARC.

Yo los entiendo. Si yo estuviera secuestrado 7 años y me dijeran: “oiga, mano, lo soltamos pero móntesela a Uribe.. Y si nos incumple, lo volvemos a agarrar..”; si me dijeran eso, quién sabe si yo no haría lo mismo. Quien sabe.

Pero echarnos la culpa a los colombianos de lo que Pastrana y los demás gobiernos anteriores a Uribe causaron, es un abuso. Jara y Sigifredo ahora salen diciendo que Pastrana y Leiva son héroes de la patria y que a Piedad debería levantársele una estatua en la plaza de Bolívar. Salen diciendo que la culpa es de Uribe y que él no ha hecho nada por el país, y que en cambio los del Polo, Piedad, Hugo Chávez y los guerrilleros deberían ser nuestros gobernantes.

Ellos tienen derecho a pensar y decir lo que se les dé la gana. Pero que no nos quieran obligar a creerles sus mentiras, y menos cuando proceden de un consentido privilegiado de las FARC, como lo es el Sr. Alan Jara.

Ricardo Puentes (ricardopuentes.blogspot.com)

ARMAS, POLÍTICA E INGENUIDAD



El Artículo 216 de la constitución política colombiana estipula que “Las fuerzas militares tendrán como finalidad primordial la defensa de la soberanía, la independencia, la integridad del territorio nacional y del orden constitucional”. Me imagino que esta función es la misma que cumplen en cualquier país. Quiere decir que los países tienen ejércitos no como adorno sino para garantizar aquellas cosas que se traducen en vivir con seguridad, tranquilidad, sin amenazas, en orden, etc. Los constituyentes colombianos del 91 (liberales, ex guerrilleros, conservadores e independientes) en el artículo anterior, 217, consignaron el siguiente deber “Todos los colombianos están obligados a tomar las armas cuando las necesidades públicas lo exijan para defender la independencia nacional y las instituciones públicas”. Traigo a cuento estos contenidos de ley porque me parece que es indispensable tenerlos en cuenta en un debate que hace buen tiempo flota en el país sobre si la pretensión del gobierno de derrotar por las armas a los grupos armados ilegales, es una política militarista. Se escucha en ciertos escenarios académicos, intelectuales, de oposición y de algunas Ong que el estado colombiano ha optado por el camino de la guerra y abandonado el de la negociación e igualan la acción de éste con la de aquellos grupos que tienen entre sus objetivos la toma del poder por la vía de las armas y cambiar radicalmente las estructuras jurídicas, políticas y sociales del país.

El sociólogo Francisco Leal Buitrago revive la discusión en columna de El Tiempo (febrero 21 de 2009) al plantear que el gobierno nacional ha escogido el exclusivo camino de las armas para resolver el enfrentamiento histórico con las guerrillas y el tema ya más concreto del llamado “intercambio humanitario”. Antes de polemizar con su planteamiento vale la pena saber la fuente de inspiración de tales aseveraciones. Se ha pretendido vender la idea de que enfrentar militarmente a los grupos insurgentes es tarea inútil puesto que lo correcto es que se destinen los recursos en combatir la pobreza. Nos enfrentamos así a un falso problema, primero les damos a las guerrillas una capacidad de representación de los problemas de miseria, pobreza e injusticia que nunca pudieron alcanzar. Segundo, tendríamos que tragarnos la idea de que las guerrillas colombianas tienen justificación social como si la injusticia social condujera fatalmente a la insurrección (creencia que, recordemos, llevó a la tumba al Ché Guevara en Bolivia). Y, tercero, quienes así opinan y lo divulgan como material de agitación y propaganda contra el “sistema”, creen que la guerrilla se desactivaría automáticamente al desaparecer el “caldo de cultivo”, es decir, reconocería que ya no tiene razón de ser su lucha. No me imagino cómo gobernarían a Colombia los grupos y los dirigentes que piensan de esta manera llegado el momento de enfrentar situaciones de violencia y de amenaza como los que ha vivido el país en las últimas tres décadas a manos de paramilitares y guerrilleros.

Retornando a la idea de Leal, hay que recabar en el hecho de que a las guerrillas se les han abierto varias puertas y oportunidades de negociación desde 1982 que fueron aprovechadas por algunas y desechadas por otras. ¡Cómo olvidar el proceso de El Caguán y todo la soberbia demostrada por una guerrilla que al cabo de tres años no fue capaz de decirle a los colombianos qué era lo que querían negociar! No es, pues, por falta de espacios ni de búsquedas de una solución negociada de lo que se puede acusar a los últimos gobiernos. Ni siquiera al gobierno de Uribe, que se ha manifestado en pro de una negociación sin trampas, con seriedad y sin despejes. No hace mérito al buen debate que se digan inexactitudes o se insinúe que la única respuesta a las guerrillas ha sido la de las armas. Además de estas, que están en consonancia con el espíritu del artículo 216 de la Constitución, el gobierno ha buscado y ofrecido otras salidas e incentivos. El ahogado no se puede buscar río arriba. Lo que da a entender tanto el accionar como la retórica de las guerrillas es que ellas no están interesadas en negociar la paz ni su reinserción en la sociedad y frente a ese desafío el estado y el gobierno (cualquiera que sea) está en el deber imperativo de apelar a las fuerzas militares para que defiendan las instituciones y el orden establecido por la constitución de 1991.

Me parece muy loable que los intelectuales contribuyan a la búsqueda de salidas, pero si ese esfuerzo se hace sobre la base de que debemos aceptar de nuevo una incierta negociación en que las guerrillas no renuncien al secuestro ni a la lucha armada ni a su vieja aspiración de tomarse el poder por las armas, entonces estaríamos muy cerca del buenismo político o en otras palabras de la ingenuidad. Carece de todo sentido pensar una nueva negociación sin exigencias y sin condiciones previas porque eso nos retrotraería a fines de los años noventa. De manera que, para ser justos y estrictos, que el estado ponga hoy por hoy el énfasis en la derrota militar de las guerrillas, sobre todo después de la desmovilización del paramilitarismo, no es producto de una política militarista sino lo que corresponde hacer ante unas fuerzas que insisten tercamente en desafiar a la sociedad y al estado. No hacerlo significaría entregarles la iniciativa y permitir su recuperación y además, violar la Constitución. Impulsar, en nombre de la intelectualidad (que hasta donde entiendo es irrepresentable) un carteo con la guerrilla, haciendo a un lado exigencias inaplazables, es una expresión de buenismo o de candidez, actitudes que encubren las verdaderas intenciones que la guerrilla busca con las liberaciones gota a gota: ganar oxígeno y espacios para salir de su aislamiento.

Darío Acevedo Carmona (ventanaabierta.blogspirit.com)

ACUERDO HUMANITARIO... ¿YA?



Vale, digamos que la virgen del Carmen le calma el “ser en llamas” al presidente Uribe y se decide llevar a cabo el machacado acuerdo humanitario para que regresen todos de la selva...incluidos los secuestrados extorsivos claro está.

Pero si se sientan a dialogar con la paz como objetivo, como se podría hacer eso entre un grupo reconocido como terrorista (por la ONU) y criminal (condenado por la justicia miles de veces en Colombia), y un gobierno democráticamente elegido por los colombianos, así el presidente haya sido paraco (de lo cual no ha sido condenado) como sostienen los mamertos.

Pero veamos que incluiría un acuerdo humanitario como lo conciben las farc: Primero un cese al fuego, así se terminaría de acorralar a la guerrilla como hasta ahora, y a lo mejor hasta se salva Alfonso Cano allá en el cañón de las hermosas, y no se muere de Diabetes el Mono Jojoy al que ya no le llegan medicinas.

Luego incluiría ( según Teodora de Bolivar Córdoba a Simón Trinidad en EEUU) una asamblea constituyente (estilo Ecuador) que primero deje al presidente elegido por los colombianos fuera de juego, y que después cambie la constitución para que el secuestro político (ya entregaron a Sigifredo el ultimo de esta modalidad), el secuestro de guerra (El coronel Mendieta se pudre amarrado como un animal salvaje a un compañero en la manigua) y el secuestro extorsivo (quedan aun mas de 700, algunos menores de edad) fuera considerado legal y no un delito de lesa humanidad. (¿Si lo permitirá la corte penal internacional?)... ¿Como llegamos a la Paz?... ¿Perdón y olvido?... ¿Sin justicia y reparación o con ello?... ¿Cuál es el precio que hay que pagar?... ¿Que sapo toca tragarse esta vez?... ¿Se entregarían los guerrilleros entregando las armas y se someterían a la justicia como hicieron los paracos?... ¿Se destaparía como consecuencia la farc-política, así como se destapó la parapolítica debido a esta entrega?... ¿Dejarían de traficar con cocaína?... ¿Y si es asi, de donde sacarían la plata para mantenerse entonces?...

No es tan fácil como piensan los mamertos, que piden acuerdo humanitario como pidiendo empanadas. No es fácil para nada, demasiada gente tiene demasiado que perder. Desde los que se hacen cada dia mas ricos vendiendole armas a la guerrilla y al ejercito colombiano, hasta los politicos que usan la guerrilla para hacer oposicion por su falta fisica de ideas. Todos ellos se verian perjudicados los primeros y salpicados los segundos cuando comiencen las versiones libres si es que las hay.

¿Y si nos sentamos a dialogar con la narcoguerrilla, presionados para que no sigan matando, secuestrando y traficando, no quiere decir eso que el delito si paga en Colombia?... ¿El mensaje no seria pues: "si eres, malo, demasiadamente malo en Colombia, se te dará lo que pides, hasta una constitución nueva"?...

Como decía mi abuelo: ¡Cójanme ese trompo en la uña!

P3drarias (p3drarias.blogspot.com)

LAS INTERCEPTACIONES DEL DAS: LOS VICTIMARIOS AHORA POSAN DE VICTIMAS




¿Hasta qué punto un gobierno puede espiar a quienes considera enemigos del Estado? Según las normas, solo mediante una orden judicial se pueden realizar seguimientos e interceptaciones telefónicas contra los ciudadanos. Eso es lógico en una situación de normalidad en seguridad y defensa. Pero ¿qué pasa en el marco de un conflicto interno? ¿Es razonable que en plena guerra se tengan normas que impidan detectar al enemigo?

La respuesta al último interrogante deja mal parados a los actores involucrados en el más reciente escándalo de interceptaciones telefónicas del DAS, pues mientras algunos sectores del gobierno se han empeñado en desconocer la situación de conflicto interno, los opositores no solo la reconocen, sino que muchos hasta la justifican.

En medio de un conflicto interno como el que vive Colombia, la investidura de político opositor, periodista o jurista es accesoria, pues en muchos casos son fachadas para ocultar acciones criminales en contra del Estado y por supuesto, contra la administración que lidera un bando en el conflicto.

En ese orden de ideas, mal haría el gobierno en renunciar a la potestad de investigar a aquellos ciudadanos que pueden desestabilizar al país mediante apoyos y manejo de información que beneficie al bando que intenta subvertir el orden y llegar al poder por una vía diferente a la democrática.

Pero aquí hay más de fondo: en Colombia, los grandes beneficiados de las interceptaciones telefónicas han sido los medios de comunicación: Noticias Uno y Semana, entre otros, han liderado la publicación de escándalos basados en grabaciones obtenidas mediante interceptaciones ilegales.

¿Cómo obtuvo Noticias Uno la conversación entre Fernando Londoño y el general Rito Alejo del Río? ¿Quién hizo la grabación de la conversación del Presidente con el magistrado César Julio Valencia? ¿Y la del fotógrafo con Uribe Vélez? ¿Por qué el silencio de esos medios frente a la grabación que hizo el gobierno venezolano de una conversación entre un diplomático colombiano y José Obdulio Gaviria?

Los medios han patrocinado y promovido las interceptaciones ilegales, pues han apuntalado con esas prácticas algunos de los escándalos que han desatado. Ahora, esos mismos que han logrado audiencia con la acción ilícita se rasgan las vestiduras porque supuestamente ellos fueron los interceptados.

En la situación de conflicto que enfrentamos, uno de los primeros derechos sacrificados es el de la privacidad. Muchos ciudadanos estamos dispuestos a perder una porción de esa privacidad con tal de que el Estado sea capaz de detectar los elementos desestabilizadores que se mimetizan en la sociedad. Esto no pasaría en un país que disfruta de una dosis razonable de seguridad y defensa, pues en ese caso las acciones de inteligencia tendrían un propósito exclusivamente político y no de sobrevivencia del Estado frente a una amenaza terrorista como ocurre hoy en Colombia.

Ahora bien: este escándalo resulta muy particular, pues se basa en las declaraciones de unos funcionarios que admiten, desde el principio, que no tienen pruebas para confirmar sus denuncias. En este sentido, lo que se demuestra desde un comienzo es que SEMANA confía en sus fuentes (los funcionarios del DAS) y eso es el resultado de dos situaciones: o que tradicionalmente las fuentes han entregado buena información o que existen las pruebas para confirmarla. En este caso no existen las evidencias, por lo que solo queda la confianza en la fuente.

¿Por qué SEMANA confía en estas fuentes? La confianza entre la fuente y el periodista se construye con tiempo y paciencia, por lo cual, resulta evidente que SEMANA ha obtenido información y pruebas confiables de esos funcionarios de inteligencia, es decir, grabaciones de interceptaciones ilegales que le han servido como soporte para la publicación de algunos artículos.

También resulta contradictorio el informe, pues los personajes se atreven a admitir que cometieron las interceptaciones ilegales y que las destruyeron, pero se abstienen de mencionar, con nombre propio, a quienes presuntamente dieron la orden. Esto no funciona así: “untado el dedo, untada toda la mano” y al denunciar una presunta acción ilegal, la fuente entrega la información menos compleja que es el nombre del autor intelectual del ilícito. Es más: en este caso concreto, al señalar al cabecilla de la operación, los implicados tendrían un argumento en su defensa que es el acatamiento de órdenes superiores. Pero estos testigos se arrojan toda el agua sucia sobre sus cuerpos… ¡Curioso!

Pero las particularidades del escándalo no paran aquí. Una de las razones para destruir el material, dice SEMANA, es que era cuestión de poco tiempo para que las actividades ilícitas salieran a la luz pública, por cuenta de la llegada del nuevo director de la institución. Esto significa, es de Perogrullo, que el recién nombrado director no podía encontrar ese material en el DAS.

¿Cómo es posible que una acción ilegal, supuestamente hecha por órdenes de la Casa de Nariño, no pueda ser detectada por un hombre de confianza del Presidente? Si Uribe es el jefe directo del DAS y supuestamente ordenó las interceptaciones, el mensajero (en este caso el director del organismo) es lo de menos. ¡Ni más faltaba que el mensajero interfiera en una misión ordenada por su jefe! Esto es subestimar la inteligencia del Presidente y creer que va a nombrar en un cargo tan sensible a una persona que no sea de su entera confianza.

Esto plantea dos escenarios: o que las órdenes venían del círculo íntimo del Presidente, quien desconocía el asunto, o que los seguimientos fueron ordenados desde el DAS por funcionarios de rango medio para ganar puntos ante las máximas instancias del Gobierno, detectando la incubación de escándalos o recolectando información que serviría para neutralizar a aquellos que trabajan constantemente en golpear la imagen del gobierno y que generalmente pertenecen al bando totalitario cuyo brazo armado son las Farc.

En este último escenario, lo que se ve es un deseo de satisfacer a una camarilla cercana al Presidente, que ejerce el poder y que poco a poco se ha convertido en una rueda suelta en las altas esferas de la dirección del Estado.

Esto lo confirma el mismo informe al señalar que “hace años, si de la Casa de Nariño se necesitaba algo del DAS el Presidente era quien llamaba directamente al director o viceversa. Desde hace unos cuatro años las cosas son muy distintas. Casi cualquiera de los altos funcionarios de Palacio puede llamar acá a pedir cualquier tipo de favor sin necesidad, incluso, de pasar por el director. Llaman al jefe de Inteligencia, al de Contrainteligencia o a la Dirección Operativa y piden lo que necesitan, sin importar lo que sea”.

¿Quiénes son los presuntos altos funcionarios que piden “favores”? El escándalo está tan bien estructurado para ser solo eso, que siempre quedará la duda de si existen esos dichosos cabecillas o si las declaraciones son un montaje cuidadosamente elaborado contra el gobierno, pues no existen pruebas y los testimonios son contradictorios y demasiado genéricos.

Eso si: no se puede desconocer que hay olores nauseabundos que salen del edificio del DAS en Paloquemao… Bienvenidos al año electoral 2009.

Jaime Restrepo (atrabilioso.blogspot.com)

EL OTRO ENGAÑO



Como en una obra de teatro, todo en torno al acuerdo humanitario ha sido ideado para que parezca plausible. En primer término, la reciente liberación de seis secuestrados como supuesta prueba de buena voluntad por parte de las Farc; luego, el sentimiento de horror que produjo en todos nosotros el calvario de los militares que aún permanecen en la selva y la oferta de 'Cano' de buscar el acuerdo para canjearlos por guerrilleros detenidos con la debida veeduría internacional. Finalmente, la idea generalizada de que, tras los golpes sufridos en el último año, las Farc estarían decididas, al fin, a iniciar una negociación de paz.

Ante estas circunstancias, mucha gente se pregunta por qué no darle luz verde al acuerdo humanitario, y no faltan hoy quienes culpen al presidente Uribe por no facilitarlo.
Infortunadamente, en todo esto, como en una pieza de teatro, hay más ficción que realidad.

Desde luego, la suerte de sus rehenes no conmueve a 'Cano'. Sería idiota creerlo así. Su llamado 'Plan renacer' se mueve en dos direcciones: una, amenazante, destinada a mostrar la vigencia de su poder, que se expresa en minas, atentados con explosivos en las ciudades, asesinato de indígenas y policías; otra, en el campo político, ofrece como anzuelo el acuerdo humanitario para obtener un día el estatus de fuerza beligerante, lograr una zona de despeje que le permita recobrar fuerzas y, ante todo, conseguir que en las elecciones del 2010 surja, bajo un emblema de la paz, una alternativa distinta a la política de seguridad democrática de Uribe.

¿Quién secunda este proyecto? Aparte de los aliados de 'Cano', que mantienen directo contacto con él y apoyan en secreto su estrategia, proliferan en la línea de una posible negociación lo que yo llamaría vedettes de izquierda. Es decir, dirigentes y periodistas que, por vocación ideológica e intelectual, ven el diálogo como única salida del conflicto colombiano. Para ellos, pase lo que pase, la paz es política de izquierda y la guerra de derecha, ideología en la cual nos ubican a quienes no comemos cuentos, creemos en la economía de mercado, en la apertura y en la globalización y no miramos con buenos ojos a un Chávez o a un Correa.

En esa izquierda seráfica -desde luego ajena a las Farc, a los mamertos y a los extremistas del Polo Democrático- veo a amigos y columnistas de este diario como Daniel Samper, María Jimena Duzán, Caballero, León Valencia, Pedro Medellín y a Claudia López. Su figura política más visible es el ex presidente Samper y, a su lado, la senadora Piedad Córdoba con su confuso movimiento de Colombianos por la Paz. ¿Terminarán por encontrar candidato propio? De pronto sí. Y no subestimo el alcance que puedan tener en este país sin memoria. Será la carta que jugará la oposición en las próximas elecciones presidenciales.
De su lado, el presidente Uribe evade la trampa de otro Caguán con la exigencia de que unilateralmente las Farc liberen a todos los secuestrados (y no sólo a los militares). Sería para él la única prueba confiable para comprometerse con ellas en un real proceso de paz. Pero es algo por desgracia muy ilusorio porque 'Cano' jamás ha pensado en desmovilizarse y lo que él llama canje de prisioneros es la fórmula para tener acceso a un estatus de fuerza beligerante y no terrorista.

¿Propuestas intermedias para liberar a soldados y policías? Quizás existan; algunas, me parece, han sido evocadas por Enrique Santos en su primera columna del pasado domingo y pueden sugerir otras, puntuales, fuera de los estrabismos ideológicos de quienes se sirven de la paz para sustituir la política de seguridad del presidente Uribe.

Plinio Apuleyo Mendoza (eltiempo.com)

EL TRIUNFANTE BOLIVAR CRIOLLO



El triunfo del Sí de Chávez el pasado domingo, aunque estaba más que cantado, porque nadie hubiera pensado que semejante zorro político se iba a dejar pegar otra patada en el trasero después de la última derrota, tiene que ponernos a pensar muy juiciosamente sobre cómo debemos actuar en el próximo futuro en materia de relaciones internacionales, pues el panorama necesariamente va a sufrir grandes cambios.

Lo primero para analizar es que los compinches del venezolano, especialmente Correa y Ortega, se van a dar una crecida política fuerte en la región, y conociéndolos con esas personalidades esquizofrénicas que se gastan, van a recomenzar sus ataques contra todo lo que les huela a Colombia, respaldados claro está, pero ya más sutilmente, por Chávez.

Pero a su vez tenemos que quedarnos muy a la expectativa sobre la reacción que va a producir en el mundo entero, y especialmente en Obama, el tener una persona tan poco amiga pero con un amplio respaldo popular, así no nos guste reconocerlo. No hay duda que Venezuela está próxima a entrar en un período económico muy difícil por la gran caída de los precios del petróleo, su principal producto de exportación, y a pesar de las enormes reservas con que cuenta, las terceras en el mundo, la monodependencia económica, el populismo de sus gobernantes y la ignorancia increíble que mantienen las masas populares ante el peligro que están corriendo, éstas resolvieron respaldarlo en su vetusta demagogia. Pero así es como está planteada la democracia y lo único que en ese campo podemos hacer es quedarnos calladitos y entrecerrar los ojos para no ver tantas embarradas juntas.

Los negocios con Venezuela son de la mayor importancia para nuestro país pues es nuestro segundo socio comercial; y las relaciones entre los pueblos, a pesar de no ser las más amistosas, al menos se conservan en un ambiente de mutuo respeto, lo que lamentablemente no sucede con frecuencia por parte de los gobernantes vecinos.
Últimamente hemos visto ciertos rasgos de amabilidad de Chávez, pero han sido motivados por las vísperas electorales que obligaron a crear una atmósfera de prudencia por parte del Bolívar criollo, quien estaba dedicado a recomponer sus huestes, lo que logró con una gran astucia política, llegando a los resultados conocidos.

Ahora viene la parte valseada del pasillo, cuando comience nuevamente a denigrar de todo el mundo, sintiéndose el dueño de la vida y bienes de los venezolanos y con ellos de todos los países de Suramérica.

De allí la labor tan difícil, pero tan interesante, que le va a tocar enfrentar al presidente Uribe para conservar un prudente equilibrio entre los gringos, quienes al fin y al cabo, a pesar de las estupideces que cometen frecuentemente, haciéndole caso a la pléyade de nuestros mamertos criollos, son y seguirán siendo nuestros aliados, y los vecinos que dicen no quererlos para nada, pero que cuando les duele una muela salen corriendo a pedirles ayuda.

Es por eso que la visita que acaba de hacer el Presidente a Brasil es sin duda el hecho más importante de los últimos tiempos en nuestra política internacional, porque está muy claro que Lula no solamente ya tomó muy en firme el liderazgo de Suramérica, sino que también se nota a la legua que se ha dado claramente cuenta que el grupúsculo de los gobernantes de los países de la mal llamada órbita bolivariana no son propiamente los más convenientes para solidificar su importante posición ante el mundo.

Así, con prudencia e inteligencia, pero sin agachar la cabeza, poco a poco Colombia va dando muestras de ser un país que se merece el apoyo de todo el mundo en su lucha por entrar en el grupo de los países con más desarrollo de la región.


Jaime Alzate P. (lapatria.com)

BOGOTA CADA DIA DE MAL EN PEOR



Al alcalde Samuel cada dia se le ve menos claro su mandato. A la impopular medida del pico y placa todo el dia, se le suma ahora la denuncia, por parte de miembros de su propio partido, de clientelismo y politiquería en la administración distrital.

Y es que la denuncia especifica del senador Petro, no es ninguna novedad. Todos sabemos que Samuel Moreno contó con el apoyo de una de las principales organizaciones sindicales, como es FECODE. Un sindicato que se ha convertido en el mayor generador de paros, exigencias laborales exorbitantes y un apetito burocrático sinA:????mos niveles y las calles llenas de vendedores ambulantes... En fin, una ciudad caótica es la que nos dejan de “regalo” los gobiernos del Polo. El resultado de políticas incoherentes y poco claras, de gobiernos que suben al poder a base de mentiras y promesas falsas o demagógicas.

¡Como extrañamos las épocas de Mockus y Peñalosa!...

LA MASACRE DE LOS AWA: SOLO UN TROPIEZO PARA LOS "HUMANITARIOS"




Las narraciones son impactantes: la masacre perpetrada contra los Awá por las Farc recuerda la antipatía que el grupo terrorista siente por la vida y lo bien entrenados que están sus integrantes del monte para asesinar sin derrochar los escasos recursos. Ya los miembros de las Farc saben que es necesario ahorrar munición y por eso utilizan el cuchillo o el machete.

Durante más de una semana hemos conocido detalle a detalle el crimen contra los Awá, cada uno más aberrante que el anterior. Los sectores afines al terrorismo tenían la esperanza de que las Farc mintieran una vez más y negaran la autoría de la masacre. Por eso, cuando se conocieron los primeros datos, Colombianos por la paz tuvo el cinismo de exigirle al Gobierno "el esclarecimiento total de los hechos, al mismo tiempo que solicita al Secretariado de las Farc un pronunciamiento público respecto de ese vergonzoso suceso".

Es decir: a las Farc les piden que se pronuncien, mientras que al Gobierno le exigen que esclarezca los hechos. ¿Qué quiere decir esta doble postura ética? Que todo estaba servido para que las Farc pudieran mentir a sus anchas y los Colombianos por la paz tuvieran la posibilidad de volver a hablar de los falsos positivos y del gobierno ilegítimo paramilitar que una vez más le mentía al país y al mundo sobre los crímenes altruistas de las Farc.

Lo cierto es que Colombianos por la paz es el colectivo cuyos miembros, individualmente, acumulan el mayor número de descalificaciones y señalamientos contra el Gobierno, por lo que extraña que de repente ese grupo decida exigirle al Gobierno una investigación que, ateniéndonos a los pronunciamientos sobre la falta de credibilidad de sus integrantes en el Gobierno, sería rechazada si culminaba con la acusación contra las Farc.

Sin embargo, el asunto que quedaba pendiente era que los mismos indígenas, y la ONIC, acusaban a los terroristas como autores de la masacre y sería de mal gusto que los Colombianos por la paz desconocieran los señalamientos provenientes de ese sector que se mostró tan solidario el año pasado con el intento de desestabilización y con los lineamientos del bloque intelectual de las Farc. Así las cosas, la situación era una encrucijada y por eso tenían que lavarse la cara con la exigencia al Gobierno.

Otra cosa pensaban los “intelectuales” de Anncol y los cabecillas de las Farc en el monte: había que voltear ante el público la autoría de la masacre dejándola como una consecuencia de las “equivocadas” políticas del Gobierno y nada mejor que culpar a la Política de Seguridad Democrática, y específicamente al tema de la red de informantes, como la motivación y justificación para la masacre.

Por eso no sorprende el comunicado del terrorismo cuando señala que la masacre “no fue contra los indígenas”. El viejo cinismo de las Farc sale a flote desde el título, pues lo que dicen entre líneas es que la masacre fue contra las políticas del Gobierno y que es accidental que sean indígenas, mestizos o negros los que hayan sido torturados y asesinados. Es tan colateral el daño que no mencionan el asesinato de dos mujeres indígenas embarazadas.

Luego las Farc comienzan a justificar su monstruosidad: “nuestras unidades guerrilleras detuvieron a 8 personas que recogían, por grupos, información sobre nosotros para luego llevarla a las patrullas militares”. Dicen los terroristas que los indígenas Awá hacían exploraciones, ubicaban a las Farc y luego transmitían la información al Ejército.

Es decir, el asesinar con cuchillo a un grupo de indígenas no es el asunto de fondo y no debe ser cuestionado: lo importante para el público, suponen las Farc, debe ser que esos infames indígenas, incluidos dos seres no natos (tenían siete meses de gestación) informaban al Ejército de los movimientos del terrorismo. Aquí la culpa pasa, como por arte de magia, de los victimarios a las víctimas y para rematar, al Gobierno que recibe la información para golpear a los criminales altruistas del monte.

Posteriormente los cínicos afirman que los ocho indígenas (es el número que reconocen las Farc y Colombianos por la paz) confesaron. Y esa supuesta confesión fue suficiente para que los atravesaran con cuchillo como escarmiento para aquellos que quieran ser informantes.

Luego los terroristas se atreven a denunciar la estrategia del gobierno de “involucrar a sectores de la población civil al conflicto armado y el trabajo militar a través de las recompensas, conformación de redes de informantes, familias en acción y demás ramificaciones de la política de guerra que practica el gobierno de Colombia donde coloca como escudo a los civiles y luego esconde la mano.” ¿Y qué opinan las Farc cuando son ellos los que involucran a la fuerza, bajo coacción o amenaza, a sectores de la población civil al conflicto armado? ¿Una sola palabra de Colombianos por la paz al respecto?

¡Ya está! El culpable es el Gobierno por las estrategias de la Política de Seguridad Democrática y por eso resulta importante que desde la civilidad se le exija a ese mismo Gobierno una investigación exhaustiva que debería terminar con una condena contra el Estado y una absolución a las Farc.

¿Y qué han dicho los Colombianos por la paz frente a semejante despropósito? Muy poco. Piedad Córdoba solo dijo que “el deceso de los aborígenes de la etnia Awá (hay que padecer una grave enfermedad moral y mental para calificar como deceso una masacre) es un tropiezo muy fuerte”… ¿Masacrar a por lo menos diez ciudadanos es solo un tropiezo? Naturalmente Piedad Córdoba no condena a las Farc, ni siquiera hace una leve recriminación y simplemente se apoltrona en la comodidad de confiar en que el señalamiento contra el Gobierno funcione y que los victimarios sean absueltos por cuestiones de altruismo.

A su turno, otro colombiano por la paz, Iván Cepeda, se pronunció con un cordial jalón de orejas contra las Farc. Cepeda dijo que “es un absurdo que las Farc, esté buscando un espacio político, porque asesinar personas y dirigir acciones contra la población indígena, lo único que puede lograr es cerrar las puertas en términos de un proceso político en Colombia y pensamos que ese no es el camino definitivo hacia la paz.”

¿Cómo así? ¿Son las Farc las que están buscando el espacio político o son los Colombianos por la paz los que lo están abriendo con sus cartas, comunicados y espectáculos mediáticos de liberaciones? ¿Acaso esa declaración no es una confesión de vinculación y complicidad?

El simple llamado de atención, tengan cuidado que si matan indígenas cierran las puertas de un proceso político, suena casi a felicitación si se compara con las declaraciones que el mismo Cepeda ha emitido contra el Gobierno y contra las Fuerzas Armadas. El vociferante Cepeda que vimos frente a la embajada de Costa Rica, cuando Mario Uribe intentó el absurdo del asilo, bajó las barbas y en tono comprensivo emitió su leve llamado de atención contra las Farc.

Cepeda exhibe sin pudor su doble estándar moral: por un lado les dice a las Farc que no lo vuelvan a hacer, algo así como los regaños cariñosos de un padre con sus hijos, mientras que al Gobierno lo ha catalogado con todos los epítetos posibles y a las Fuerzas Armadas les ha pedido prácticamente juicios sumarios contra los uniformados que han cometido delitos atroces.

En lugar de los pronunciamientos indignados por ser considerados como el bloque intelectual de las Farc, si Colombianos por la paz quisiera desmarcarse de ese señalamiento hubiese condenado enérgicamente a las Farc y les hubiera pedido que entregaran a los asesinos ante la justicia como condición inmodificable para continuar con el “diálogo epistolar”… ¡Pero qué va! Eso es pedirles demasiado.

Jaime Restrepo (atrabilioso.blogspot.com)

LOS ANIMALES NO HABLAN



El grado de barbarie y deshumanización al que han llegado las Farc es escalofriante. No solo confiesan de forma cínica la masacre de ocho indígenas, sino que dejan los cadáveres atados con explosivos para atentar contra los organismos de seguridad que los encuentren y se encarguen de recuperar los cuerpos. ¡Hasta donde han llegado!

Viene a mi mente los comentarios del exgobernador Jara, cuando se le preguntaba por su cautiverio y en donde defendía a sus captores en forma maternal, colocándoles adjetivos de “chéveres”, “cordiales” y muy “humanitarios”, tanto así que cuando les ponían las cadenas era por defenderlos del malvado ejercito que posiblemente los mataría al verlos correr. Pero en fin, recuerdo esas palabras y me pregunto ¿Será que al señor Jara lo secuestro otro grupo, ese si de verdad chévere y humanitario? Y lo digo porque lo que acabamos de ver, que es la degradación de lo que venimos viendo por más de cuarenta años, es la máxima expresión de que en este grupo ya no hay seres humanos sino animales y que han perdido cualquier gesto de caridad cristiana que hubieran podido tener. Esto no es más que una banda de sicópatas armados, que viven y se financian del narcotráfico y cuyos verdaderos adjetivos son: asesinos, sádicos y terroristas.

¿Donde andarán los defensores a ultranza de semejantes monstruos?... ¿Dónde están los “camaradas” de Colombianos por la paz?... ¿Dónde anda el señor Vivanco y su HRW?... ¿Es que acaso estos actos no merecen la condena por parte de estas ONGs?... ¡Que tristeza!

Lo único rescatable de esta clase de hechos, es que los colombianos hemos aprendido a ver quien es quien en esta confrontación. Ya no nos engañan con supuestos gestos de paz, ni con “intelectuales” que pretenden obtener ganancias políticas y prolongar por más tiempo la vida de estos delincuentes. Ya no queremos más diálogos ni más concesiones, porque las han tenido todas. La mayoría de colombianos lo que pedimos, es el exterminio de esta manada de lobos rabiosos, vestidos ante las cámaras como ovejas, llenos de rabia y con sed de sangre. Y que no vengan los mamertos a decirnos que le demos una oportunidad al dialogo, porque uno habla es con seres humanos y no con animales.


LA "NACHO" POR DENTRO



Nunca me sentí orgulloso de la Nacional. No por ser una universidad del Estado, cosa que me parece muy buena, sino por ser una universidad del Estado en la que el Estado no puede hacer presencia. Lo voy a poner en perspectiva: imagínese que usted tiene una casa pero no puede entrar. Lo que se respira en esa institución es completa anarquía. Sin negar que existen personas ahí dentro que quieren hacer las cosas bien, la sensación es que, a la mayoría de quienes conforman esa institución, les preocupa más adelantar ideales guerrilleros que formar o hacer parte del grupo más grande y destacado de profesionales del país. Pero no es sino una sensación porque la mayoría no es guerrillera. Solamente lo es una minoría que se apodera de la universidad mientras la mayoría permanece impasible ante ello.

Hace poco tuve la oportunidad de visitar la Unal otra vez y para mi desagradable sorpresa noté prácticamente todas las paredes pintadas con grafittis de grupos que respaldan el chavismo en Colombia. Sentí repulsión. Los grupos pueden pensar lo que quieran en un sociedad democrática, pero sus pensamientos no pueden ser sinónimo de vandalismo. Los costos en los que incurre la universidad semestre a semestre para pintar las paredes de blanco, una y otra vez, bien servirían para pagarle la carrera completa a por lo menos diez estudiantes por semestre, tal vez más. Los costos por romper el concreto cuando hay pedreas le servirían a la universidad para dotar si quiera de algunos computadores o de buenos programas a algún departamento o facultad. Así sucesivamente, los ejemplos se pueden multiplicar.

Cuando yo entré a estudiar allá, sin pelos en la lengua, un profesor nos comentó que entre la Capilla y el Güimpi (el restaurante central de la universidad) se reunía un pequeño grupo del ELN. Dudo que después de Uribe eso pueda hacerse abiertamente. Pero dadas las inmejorables condiciones de ausencia del Estado, cosa que no pasa ni en lo más recóndito del Guaviare, es difícil suponer que esos grupos no gocen de cierta comodidad, aun en la clandestinidad.

¿Cómo más se explica tanta oposición absurda a cada intento por sacar la universidad adelante? Incluso con propuestas que beneficiarían al grueso de los estudiantes como la reducción en el tiempo de carrera, la oposición es fiera y de marcado tinte guerrillero. Para corroborarlo solo es necesario analizar los vandálicos actos de respuesta en los que los alrededores de la universidad suelen quedar casi destruidos. En aquella época, recuerdo, los mamertos cerraron las puertas del edificio de matemáticas y se preguntaban retóricamente en pancartas –y paredes rayadas, obviamente– si sería posible hacer un científico en cuatro años... como si fuera posible hacerlo en cinco.

Esa discusión no es muy distinta a la actual en donde, según el nuevo estatuto estudiantil, se busca reducir el tiempo que los estudiantes podrían pasar como tales en la Universidad. Allá hay gente que tiene más de diez años estudiando una carrera profesional. Si se tiene en cuenta que en general son los estratos más bajos los que acceden a la Unal, ¿cuál es el problema con salir más rápido a producir? Está claro, así lo reconoce adentro todo el mundo en voz baja, que quienes no están interesados en ese cambio son los guerrilleros infiltrados que buscan adoctrinar a estudiantes con sus ideales de izquierda terrorista (y nótese que izquierda terrorista no es lo mismo que izquierda a secas). El recorte en el tiempo de estudio, si se mantiene la calidad, siempre será beneficioso para un grupo compuesto en su mayoría por clases medias bajas: el ingreso más pronto al mercado laboral de dicho personal capacitado solucionaría en menor tiempo su complicada situación social y tal vez la de sus familias.

¿Si no son guerrilleros (mamertos terroristas de izquierda) entonces por qué querrían renunciar profesores que han sido amenazados por los estudiantes? Además, seamos honestos, muy pocos adeptos tiene el chavismo en nuestro país aparte de la guerrilla, así ¿quién más estaría detrás de los muros pintados? Otro ejemplo de que sí son terroristas: recuerdo que cuando estudiaba allá, unos encapuchados –porque la cobardía nunca les permite dar la cara– nos entregaron panfletos sobre cómo fabricar bombas caseras.

La Universidad Nacional de Colombia debería ser la mejor del país, sin lugar a dudas. Pero no lo es. La Universidad Nacional de Colombia debería ser del Estado. Pero no lo es, el Estado solo la financia mientras deja que ella se destruya sola por dentro como un cáncer que hace metástasis.

Si los que tienen la universidad parada son solo una minoría, pues que entre el Estado y tome fuertes medidas judiciales en contra de esas personas. No se puede permitir que unos pocos vándalos, milicias urbanas de las guerrillas, determinen el funcionamiento de la más grande institución académica de Colombia. Por culpa de ellos ya hasta se vislumbra la cancelación del semestre académico. ¿Le conviene eso a la mayoría de los estudiantes? No, pero sí le conviene al puñado anarquista de guerrilleros que la tienen infiltrada.

La fuerza pública debe tener libre acceso a la universidad, a todas las universidades públicas. Al fin y al cabo son del Estado... o el Estado debe recuperarlas. No se trata de extrema derecha, ni siquiera de derecha, porque la propuesta no es que la fuerza pública entre a golpear y a enjuiciar a todo el mundo por tener que ver con la universidad. Pero sí se trata de que si algo le pertenece a alguien, lo normal es que ese alguien pueda entrar y salir cuando quiera, quedarse ahí si quiere.

En la Universidad de São Paulo, de donde sí soy un orgullosísimo estudiante (y nótese que también es pública y también es tercer mundo), hay un comando de policía e incluso se creó una academia de policía dentro de ella, es lo mínimo si la universidad le pertenece al Estado. El resultado: el campus de dicha universidad, gigantesco como es (más de un millón de metros cuadrados), es uno de los lugares más seguros de la capital paulista... mucho decir para una de las ciudades más peligrosas del continente.

Daniel Andrés Diaz Pachon (portodaamerica.blogspot.com)

¿QUE PRETENDEN LAS FARC CON LAS LIBERACIONES UNILATERALES?



Ha corrido un mar de saliva y de tinta en todos los medios de comunicación en torno a la liberación unilateral de seis secuestrados en poder de las Farc. Igual que ha sucedido con el sangriento conflicto colombiano, generado por el terrorismo comunista, pululan los estrategas de escritorio y los analistas que pontifican acerca de lo divino y de lo humano, sin ir al foco del asunto, y a determinar con exactitud cuál es el verdadero objetivo que persiguen los terroristas.

Desde la época de la laxitud pastranista en el Caguán, sesudos comentaristas han insistido que Alfonso Cano es la cabeza visible del ala blanda, mientras que Jojoy y otros bandidos son la encarnación de la línea dura.

Esa afirmación es falsa. Alfonso Cano es la cabeza visible de la llamada segunda generación fariana, integrada por cuadros con sólida formación político-terrorista en el seno del Partido Comunista, enviados por los camaradas de la ciudad a educar las bases combatientes y mantener intactos los lineamientos marxistas-leninistas, dentro de las diversas estructuras armadas y logísticas de la organización terrorista.

De ese grupo hacen parte Pablo Catatumbo, Pastor Alape, Pacho y Beatriz los dos hijos de Jacobo, Iván Márquez, Alberto Rubio, Marcos Calarcá. Olga Marín, Iván Ríos, Tomas Lince, Carlos Lozada, Jerónimo, Byron, etc; cuya principal característica es el convencimiento ortodoxo, que las Farc llegaran al poder mediante la combinación de todas las formas de lucha, estimulada por la acción terrorista, con base en el para ellos inalterable Plan Estratégico, del que tanto les insistía Tirofijo.

Y hasta la fecha no hay ningún indicio o señal clara que demuestre que las Farc, en manos de la fanatizada generación de Cano, hayan cambiado de objetivos o dejado de pensar así. Lo único que han hecho al respecto después de las muertes de Ryes, Ríos y Tirofijo, es explorar otras opciones, pero sin dejar de ser fieles a la ortodoxia impuesta por los principios extremistas del Partido Comunista.

En lo táctico, todos los terroristas enunciados, cambiaron la mentalidad de guerrilla campesina escondida en las montañas y selvas, para entrar al narcoterrorismo y la guerra abierta con bloques de frentes y grupos de fuerzas especiales llamados compañías móviles, entrenados por delincuentes extranjeros; a la par con el fortalecimiento del Movimiento Bolivariano y el Partido Comunista Clandestino, en el que militan agazapados varios de los autodenominados intelectuales amigos de Colombia.

En lo estratégico, no hubo cambios sustanciales frente a los proyectos históricos del Partido Comunista Colombiano y su brazo armado. Hubo un cambio de medios. Dado el desprestigio de los gobiernos de Venezuela y Ecuador frente al tema, con habilidad recurrieron a la complicidad del gobierno de Lula Da Silva en el Brasil y a la calculada locuacidad de Piedad Córdoba. Lula para que los legitime en el orden internacional y Piedad para que se convierta en la candidata presidencial, que permita la transición hacia el socialismo del siglo XXI impulsado por mi comandante Chávez.

No es cierto que estas liberaciones hayan surgido de un intercambio epistolar espontáneo entre las Farc y los autotitulados Amigos de Colombia. Es parte de una componenda urdida por los camaradas legales y los clandestinos, en aras de resucitar el pestilente cadáver político de las Farc.

Y en medio de esa estratagema encontraron algunos idiotas útiles, que cayeron en la trampa de firmar las cartas en asocio con los miembros de las Farc, que siempre negarán sus nexos conspirativos con los terroristas. La trama es perfecta: Ellos no apoyan a las Farc: Ellos abogan por el acuerdo humanitario y la búsqueda de una negociación política. Nada nuevo bajo el sol. Mas de lo mismo. La repetición de la repetidora, sin que en apariencia, ni la academia ni los medios de comunicación, notaran que los ardides son los mismos de siempre.

Esa razón explica el show y la manipulación que ha dado Piedad Córdoba al proceso, hasta el extremo de jugar con la entendible ansiedad de los familiares de las víctimas por conocer los nombres de los posibles uniformados liberados, así como el acompañamiento del periodista Botero (confeso admirador de las Farc) y otros personajes, que no desaprovechan ocasión para exaltar la lucha revolucionaria e insurgente de las Farc.

Todos estos elementos apuntan a demostrar que con la pantallera liberación de seis secuestrados, las Farc pretenden poner en duda el electorado frente a la eventual reelección de su archienemigo Álvaro Uribe Vélez; buscan escenarios mas de diálogo que de verdadera negociación con fines políticos y búsqueda de reconocimiento internacional, que les quite el rótulo de terroristas.

Intentan recomponer la estrategia armada, revisar el adoctrinamiento de la guerrillerada, y volver a jugar con el tiempo, mientras sus cómplices en Caracas, Managua y Quito, se recuperan del golpe político que les produjo el destape de los computadores de Raúl Reyes.

Esto también explica porque se deshacen de Alan Jara y Sigifredo López, mientras dejan a todos los oficiales y suboficiales de la Fuerza Pública que tienen en su poder, con el fin de buscar por medios internacionales y con el eco multiplicador de los camaradas del PCCC infiltrados en los Amigos de Colombia, revivir la idea del intercambio, pero con estatus político sin el rótulo de terroristas.

Para el efecto cuentan con la bobería de Sarkozy,la ambición electorera de Ingrid Betancur y el Polo Alternativo; la estulticia de Eladio Pérez quien les debe el favor de haberlo liberado para que promoviera el show chavista; la locuacidad calculada de Piedad Córdoba; la difusión mediática de Jorge Botero, la doble moral de Carlos Lozano, la estupidez funcional del profesor Moncayo quien igual que la mamá de Ingrid, en lugar de criminalizar a las Farc fustiga al gobierno colombiano; y el afán publicitario de la chiva de los medios de comunicación y de los periodistas ansiosos de ganar premios y galardones del gremio.

En el actual escenario de guerra y paz en Colombia, el Estado tiene la iniciativa estratégica y la ventaja táctica, pero no puede ceder, ni repetir la historia de la administración de López Michelsen, luego de la histórica Operación Anorí contra el primer Eln, cuando el Ejército aniquiló todas las cuadrillas de bandoleros encabezados por los hermanos Vásquez Castaño, pero producto de una marrullera componenda politiquera urdida por Alfonso López, su ministro sin cartera y un demagogo cartagenero, el Eln revivió luego de estar al borde de la extinción.

En el ajedrez del conflicto las Farc acaban de hacer una jugada audaz. El gobierno nacional está obligado a jugar sus fichas en el mismo sentido. De lo contrario se podría repetir el vergonzoso episodio del Caguán y la consecuente reiteración de combates y acciones terroristas sin fin, con una guerrilla que se volvió crónica con jefes inmersos en la ortodoxia y el convencimiento que el socialismo tiene vigencia, en particular por el estímulo que reciben de Daniel Ortega, Hugo Chávez, Evo Morales, Rafael Correa y determinados sectores del PT de Lula Da Silva.

Cr. Luis Alberto Villamarin (lahistoriaparalela.com.ar)

DOS VAGABUNDOS Y UN BOJOTE



Como decíamos ayer, el torrente de noticias que diariamente suceden en este país sobrepasa los límites de la realidad, pero esta semana logró batir todos los récords.

La tan deseada libertad del señor Alan Jara ha ocurrido dentro de un ambiente caldeado por las despreciables movidas de dos seudoperiodistas, quienes sin tener en cuenta la vida de los cautivos se dedicaron a ejecutar unas sucias maniobras que deben producir el rechazo de toda Colombia.

El dizque periodista Jorge Enrique Botero, ampliamente conocido por ser un agitador y calumniador profesional, y a quien el mismo Presidente de la República, alguna vez, le tuvo que negar unas declaraciones ante la manera grosera como lo interpretaba y tergiversaba, esta vez se hizo pasar fraudulentamente por miembro de la comisión de paz . Aprovechándose de esto lo que estaba haciendo era recopilando datos periodísticos para, brincándose por encima de los verdaderos periodistas, vendérselas a una reconocida cadena de televisión izquierdista francesa, en un rasgo de traición y falta de honestidad contra sus mismos compañeros que le mereció el rechazo de todos ellos, incluidos de los que forman la gavilla de mamertos antigobiernistas. Vender el honor por un puñado de dólares sólo merece el repudio total de un respetable gremio como es el de los periodistas.

El otro personajillo, un tal Hollman Morris, cometió todos los actos delincuenciales que uno se pueda imaginar. Se presentó también, falsamente, como miembro acompañante de la misión de rescate. No aceptó, rechazando de forma grosera, la custodia que le ofreció el Ejército, tal vez porque estaba seguro que no la necesitaría, y finalmente llamó por radio a uno los jefes farianos para que, en un alarde de irresponsabilidad, se inventara, aprovechando a la chavista Telesur que se le ofreció en bandeja, un ataque de la Fuerza Aérea contra los helicópteros brasileros que traían a toda la comisión de rescate. Después se ha venido a saber, por declaraciones de los mismos soldados liberados, que este sinvergüenza era quien los obligaba a dar falsas declaraciones que eran difundidas y presentadas como pruebas de supervivencia si no querían sufrir las consecuencias, que quién sabe cuantas veces se convirtieron en sentencias de muerte.

Hasta ahora, jueves en la tarde, no se ha oído ni una sola declaración de parte de las asociaciones de periodistas condenando estos crímenes y expulsando de sus organizaciones a este par de vagabundos, quienes bien merecen que el peso de la ley les caiga encima.

Pero como también en medio de tanto drama debemos sacar una sonrisa de sarcasmo, fue eso lo que me produjo el tonito altisonante del bojote, ese que sufre de elefantiasis, y quien está haciendo todo lo posible, ayudado por ciertos círculos políticos y periodísticos, untados como él, para resucitar de su tumba, regañando al Presidente y a miembros de su gobierno por las determinaciones que estaban tomando con el fin de controlar el desorden que trataron de imponer los mismos revoltosos que ni siquiera tuvieron en cuenta el peligro en que ponían a los rehenes. El país debe pedir que sea mandado de embajador al puro centro de la República del Congo para no tener que aguantárnoslo ni un minuto más.

No quiero tocar, por ahora, las declaraciones tan salidas de tono de Jara porque son de tal forma rechazables, que reflejan el daño que le causaron los siete años de espantoso martirio y que se convirtieron en un verdadero síndrome de Estocolmo.
Dejémoslo que tenga tiempo de pensar y se dé cuenta de la realidad del país en carne propia, y no por lo que astutamente le metieron en la cabeza sus secuestradores.

P.D.: Errar es humano. Echar la culpa a otro es estratégico.

Jaime Alzate P. (lapatria.com)

INDIGNACION POR POLICIAS PIROMANOS



Causa indignación el hecho ocurrido en el día de ayer en una estación de policía al sur de Bogotá, en la que cuatro uniformados en forma irresponsable y aplicando un concepto salvaje de la famosa “Ley del Talión” le prendieron fuego a un par de jóvenes que estaban allí retenidos.

No podemos prejuzgar sin antes conocer los resultados de las investigaciones, pero si podemos exigir que sean quienes sean los responsables, reciban un merecido y ejemplar castigo. No solo porque estos sujetos han violentado a sus victimas, sino porque han mancillado y deshonrado la grandeza de una institución, así como la confianza y autoridad que la sociedad les había confiado.

Este tipo de situaciones son desafortunadas, no solo por el hecho en si, deplorable desde todo punto de vista y sin ninguna clase de justificación, sino porque esta clase de eventos, al igual que los famosos “falsos positivos”, son los que aprovechan aquellos interesados en el caos y la desestabilización, para llenarse de argumentos en contra de las instituciones democráticas y legalmente constituidas. Son hechos, que aunque aislados, borran de la mente del ciudadano, las victorias y los logros alcanzados por nuestras fuerzas armadas.

Recordemos que la policía Nacional es una institución con mas de ochenta mil efectivos y que, especialmente en los últimos años, ha hecho importantes esfuerzos por mantener entre la comunidad una imagen favorable, profesionalizar a sus integrantes, y defender en forma abnegada y heroica, la vida, honra y bienes de todos los colombianos. Son seres humanos, hombres y mujeres que día a día comprometen su propia vida por enfrentar las más diversas formas del crimen y que responden con orgullo y compromiso la función que la constitución les ha encomendado.

No podemos generalizar y poner a todos sus integrantes en la picota publica por actuaciones y errores netamente individuales y que en nada comprometen la autoridad central ni la política institucional.


VOLVIERON



Muchos no volvieron nunca. Y no sólo los 11 diputados asesinados por la guerrilla, a mansalva y sobre seguro, que es como prefiere esas hazañas, sino miles que murieron en la soledad y el abandono, sin que queden de ellos restos para enterrar en cristiano, ni siquiera noticia para el dolor irreparable o la esperanza. Antes, cuando no había llegado el presidente Uribe, eran por lo menos tres mil infelices compatriotas los arrancados cada año de su hogar y del calor de sus amigos, para quedar enterrados en vida, a merced de estos salvajes. Ahora la cifra no pasa de trescientos, todavía demasiados para los que puede soportar el corazón. Pero cada año se ahorran dos mil setecientas tragedias de ese estilo, lo que parece muy poco a los doctores Jara y López, para quienes el Presidente y su Ejército y su Policía no hacen nada por los colombianos en desgracia. Tampoco saben que cada año los “Gaulas” rescatan con vida decenas de víctimas, que vuelven a sus casas sanas y a salvo. Mejor, quieren ignorarlo, porque según el libreto de la señora Córdoba, cada acción militar de rescate es una sentencia de muerte.

Otros de aquellos ignorados pudieron volver. En la ruina física, en la quiebra económica, en la más espantable crisis de fe, en condiciones lamentables de desequilibrio emocional. Para ellos no hubo páginas en los diarios, ni micrófonos, ni ferias, ni fiestas, ni el espectáculo de los “Colombianos por la Paz”, o por las Farc, que sólo se ocupan de las penas del prójimo cuando es rentable compadecerse de ellas.

Hoy mismo, cuando asistimos al teatro televisado a propósito del conmovedor regreso de nuestros dos compatriotas, Jara y López, miles de otros conciudadanos se encuentran en la terrible condición que ellos acaban de dejar atrás. Muchos habrán muerto ya. Pero nadie lo sabe y acaso jamás llegue a saberse. Parte del éxito en las negociaciones de las Farc envuelve esa eventualidad. Para que las bolsas se abran y las voluntades se entreguen. La estrategia del terror es siempre la misma. Y para todos ellos, nuestros felices rescatados no han tenido una palabra amiga ni una propuesta cordial. Porque la solidaridad de sus rescatistas de extrema izquierda no alcanza sino a los que pueden servirles de propaganda.

Es muy grato ver en sus casas a los que volvieron. Nos complace la emoción de sus amigos y el sentimiento de que vuelvan hermanos nuestros a la dignidad de los seres libres. Pero esa emoción no pude privarnos del sentido de la crítica y de la santa virtud de la advertencia. Por cuya práctica sabemos que las Farc nunca hacen algo bueno sin contraprestación a la vista. Chávez y la Córdoba, y los demás miembros del comunismo vergonzante, deben tener lista la factura de cobro. Que comprenderá un buen despeje, con un largo diálogo que prepare el ablandamiento de la sociedad colombiana, ahora más probable cuando es posible que en unos cuantos meses no sea Álvaro Uribe Presidente de Colombia.

Los que volvieron traen un mensaje claro y un propósito inocultable. El mismo que predica Luis Eladio Pérez, y con el que trató de cautivarnos Ingrid Betancur, desde su dorado retiro de París. Y con todo el afecto que nos mueve hacia quienes han sufrido tanto, tendremos que negarles la propuesta. Porque implica condenar a muchos miles a su misma suerte. O tal vez que la condena se extienda a la Nación entera. Nuestra hermana Venezuela es un país secuestrado, como los cubanos lo están hace cincuenta años. Y no vamos a seguir ese destino. Tenemos a la guerrilla moribunda y acariciamos el ideal de un país sin droga y sin bandidos en armas. Por eso nos hemos levantado, en un clamor unánime, en defensa de nuestro Presidente, vapuleado por los que volvieron y sobre todo por los que los trajeron. Que vale tanto como ensayar nuestra propia defensa. Antes de que los mamertos nos hayan despojado, entre zalemas y sofismas, de todo lo que más amamos, bien vale descubrir la trampa y deshacer el lazo, que en eso de anudarlos son especialistas.

Fernando Londoño Hoyos (lapatria.com)

¿HACIA EL FIN DEL PANAMERICANISMO?



A la luz de los últimos acontecimientos internacionales se puede concluir que hay un retorno sutil e inesperado, pero fuerte, de los intereses geoestratégicos europeos hacia Latinoamérica. El episodio mayor que confirma claramente ese fenómeno ocurrió en diciembre de 2008. En ese mes, el gobierno de Brasil firmó una alianza estratégica con Francia. Esa alianza había sido anunciada discretamente por Nicolas Sarkozy y Luis Inacio Lula da Silva once meses atrás. En virtud de esos acuerdos, el gobierno de Brasil le comprará al Estado francés cuatro submarinos de ataque Scorpène y uno más a propulsión nuclear. Esto último romperá la línea del mismo Brasil y de otros países, como Colombia, de mantener el continente latinoamericano alejado de las armas atómicas [1]. Brasil también adquirirá una treintena de helicópteros EC-725 para transportar tropas. Se habla igualmente, aunque sin mayores precisiones, de la compra de aviones de combate a Francia. Para resumir: la modernización de las fuerzas armadas brasileñas se hará esta vez con Francia y sin Estados Unidos.

Lula había puesto una condición para firmar esa compra de armamento: que Francia acepte la transferencia de la tecnología involucrada en ese plan de adquisiciones, y que París acepte que esas compras estén conectadas con la idea brasileña de crear una fuerte industria bélica para la exportación. Para alcanzar ese nivel de intimidad comercial-militar con la potencia emergente del continente latinoamericano, el gobierno de Nicolas Sarkozy aceptó esas cláusulas. La citada operación global aumentará considerablemente el peso político de Francia en el continente americano.

“Los franceses han ofrecido lo que estadounidenses y rusos no están dispuestos a dar: la instalación en Brasil de líneas de producción de aviones de combate de última generación, y la libertad para vender esa tecnología a terceros países”, subrayó el observador venezolano Edgar C. Otálvora. La nueva estrategia de defensa de Brasil no se limita, en todo caso, a temas como la defensa de la soberanía, sino que avanza en el terreno de la producción de armamentos con alta participación de la industria privada y del estamento militar.

Las compras de Brasil a Francia serán del orden de los 8,6 mil millones de euros (la cifra fue dada por el vespertino francés Le Monde). Por otra parte, el Congreso brasileño discute un nuevo plan, el segundo desde 2005, de refuerzo del presupuesto de las fuerzas militares de un 50%. Eso va de la mano con un esquema diplomático continental específicamente brasileño: crear nuevas instancias diplomáticas regionales (como Unasur y el Consejo Suramericano de Defensa) sin la presencia de Estados Unidos y con la participación directa de Cuba.

La evolución brasileña no puede dejar de ser cotejada con la que ocurre por el lado de Venezuela. Existe ya, de hecho, entre Caracas y Moscú una alianza estratégica aún más inquietante. El presidente Hugo Chávez no sólo invita al presidente Dimitri Medvedev a Caracas, y realiza maniobras marítimas con navíos de guerra rusos en el mar Caribe [2], sino que le compra armas a Moscú por valor de 4,5 mil millones de dólares [3]. Chávez también trata de reestructurar el sistema militar venezolano con apoyo ruso [4], mientras que los planes políticos-doctrinarios del gobierno “bolivariano” para la región latinoamericana, desde México a la Patagonia, son cada vez más ambiciosos y visibles. Todo ello pretende encontrar una coherencia con un plan político continental más vasto: introducir e instalar a Rusia, China e Irán en el mundo latinoamericano [5], mediante operaciones diplomáticas, militares y comerciales, tan desiguales como opacas, para minar la influencia política-económica y cultural del coloso Norteamericano y de Occidente en general, en el continente.

Tal proyecto en esa zona geográfica sólo tiene un antecedente, bastante desgraciado y fracasado por cierto: las actividades de penetración legal, subversiva y sangrienta de la ex URSS en Latinoamérica durante la Guerra Fría.

Junto con Brasilia, Caracas aspira, por otra parte, a crear varias instancias diplomáticas en el espacio latinoamericano, sin la presencia y más bien contra los intereses de la democracia estadounidense. En cambio, la participación de la dictadura cubana en los nuevos organismos será no solo requerida sino que se ve como algo obligatorio. La Unión de Naciones Sudamericanas (Unasur), integrado por doce países, aunque su estatuto de base sólo ha sido aprobado sino por Venezuela y Bolivia, es junto con el Foro de Sao Paulo la instancia más activa. El Consejo Suramericano de Defensa fue creado en diciembre de 2008, durante la cumbre de Costa do Sauipe, Brasil, donde 33 mandatarios latinoamericanos y del Caribe se reunieron bajo la batuta de Lula. A ello se suman los cónclaves ya existentes como el Grupo de Río y Mercosur, más específicos y consolidados, que también hacen parte de alguna manera de esa ambición.

Lo de Costa do Sauipe fue la mayor cumbre hemisférica sin representación de Estados Unidos. Allí Raúl Castro fue recibido como un héroe. Algunos de los presidentes creyeron inaugurar ese día una “nueva era de independencia regional” de Washington.

Los planes continentales de Luis Inacio Lula da Silva y de Hugo Chávez tienen un elemento clave común: la destrucción del sistema interamericano, la demolición del ideal panamericano, que fue durante varias décadas la “póliza de seguros para la integridad de América”, como dijera en 1933 el diplomático chileno Nieto del Río. Gracias a ese sistema, ningún litigio inter-latinoamericano se prolongó en el tiempo, ni dio origen a largos conflictos bélicos. Empero, el propósito liquidador del panamericanismo avanza rápidamente, ante la aparente indiferencia de Washington y el conformismo de los gobiernos latinoamericanos, incluso de aquellos, como Colombia, Perú y México, contrarios al desafío subversivo del “socialismo del siglo XXI”.

Para resumir: tras las actividades de dos jefes de Estado latinoamericanos de izquierda, de dos izquierdas que todo el mundo dice diferentes, pero que tienen, ambas, excelentes relaciones con la dictadura cubana, se proyecta ahora la ambición de dos potencias europeas, que todo el mundo ve con destinos disímiles: Rusia y Francia.

Lo que viene ocurriendo en la Organización de Estados Americanos (OEA) es la consecuencia de esa evolución, pero también de la inercia de los gobiernos democráticos del continente. La OEA, organismo interamericano por excelencia, creado en abril de 1948 por la Novena Conferencia Panamericana de Bogotá, a pesar del golpe soviético que buscaba impedir esa creación [6], viene siendo objeto desde hace más de diez años de complicadas intrigas destinadas a obtener un control “bolivariano” del mismo. Lo que comenzó con la entronización en la secretaría general de la OEA del socialista chileno José Miguel Insulza, con el apoyo explícito del chavismo internacional, será continuado con una eventual candidatura para ese alto cargo de otro líder “bolivariano”, particularmente agresivo respecto de Colombia, el ex vicepresidente venezolano José Vicente Rangel, en el caso de que Insulza renuncie a la OEA y lance su candidatura presidencial en Chile.

La labor de Insulza al frente de la OEA ha sumido ese organismo en la parálisis y el descrédito. El deterioro de la democracia en países como Venezuela, Bolivia, Ecuador y Nicaragua, bajo los golpes calculados y constantes del chavismo, encontraron en Insulza un observador pasivo. Insulza tampoco tuvo éxito en el arreglo del conflicto entre Colombia y Ecuador tras la muerte de un jefe de las Farc en Ecuador, ni en la solución de la crisis interna de Bolivia.

En ese contexto vale la pena preguntar: ¿La alianza estratégica de Brasil con Francia abre una nueva etapa, una etapa diferente, en los planes latinoamericanos de Brasil? ¿Brasil se alía de manera durable a Francia pues ve que la creciente imbricación de Rusia en el rearme de Venezuela constituye una amenaza a sus intereses regionales?

Los designios de Moscú en ese juego latinoamericano son más o menos previsibles, pues no difieren de los que tiene a nivel global: rehacer el espacio político-diplomático ruso-soviético que el derrumbe de la URSS había dejado en ruinas, creación de nuevas zonas de influencia rusa en Europa, Medio Oriente, África y América Latina [7]. Nadie ignora que las relaciones entre Rusia y Cuba han vuelto a ser “prometedoras”, según la fórmula escogida por Felipe Pérez Roque, ministro cubano de relaciones exteriores. Dos importantes delegaciones ministeriales rusas viajaron a La Habana en julio y septiembre de 2008. Una de éstas incluyó al general Nikolai Petrushev, secretario del Consejo de Seguridad ruso. “Nosotros aumentamos nuestra presencia en América Latina. Los países de la región lo piden. Hay una gran potencia al norte, ellos necesitan un contrapeso”, argumentó en septiembre Igor Lyakin-Frolov, vocero del ministerio ruso de Relaciones Exteriores. [8]

¿Qué busca Francia a largo plazo en América Latina? Los objetivos del París en América Latina, sobre todo tras la consolidación de su influencia en Brasil, son poco conocidos.
¿Qué hará París con esa poderosa palanca? ¿Fomentará el deterioro del panamericanismo y del sectarismo populista en el continente y, por lo tanto, el deterioro de la influencia de Estados Unidos en el continente americano? Por el momento París no tiene una respuesta al respecto.

Sería lamentable que Francia fomentara o fuera indiferente ante tales aventuras. Cometería un grave error respecto del continente americano y respecto de la misma Unión Europea. París requiere de la ayuda de Estados Unidos y de la Alianza Atlántica para hacerle frente a las ambiciones hegemonistas de la Rusia de Putin-Medvedev respecto de la Unión Europea, cristalizadas por el momento en la propuesta de un “pacto de seguridad pan-europeo”, propuesto por Medvedev a Alemania, en junio de 2008. Plan que en el fondo es la misma falacia que Moscú presenta a los latinoamericanos: como hay una potencia vecina de ustedes, ustedes necesitan el contrapeso ruso.

Por el momento el presidente Nicolas Sarkozy tiene una línea que no coincide del todo con los cálculos de Putin. La ampliación al Este de la UE y la propuesta de Sarkozy de Unión del Mediterráneo no le gustan nada a Moscú. Durante el encuentro de Evian, entre Nicolas Sarkozy y Dimitri Medvedev, en octubre de 2008, el mandatario francés le dijo a su interlocutor ruso que “la democracia y los derechos del Hombre son factores esenciales” para “una seguridad estable” del mundo. El mandatario francés fue incluso más lejos al exigir que se “renuncie definitivamente a la ambición de las esferas de influencia”, pues, recordó, el “extranjero próximo de Rusia es frecuentemente la misma Unión Europea”.
Otro buen signo: la UE decidió aplazar las negociaciones de un nuevo acuerdo UE-Rusia cuando las tropas rusas ocuparon Georgia. En julio de 2008, el presidente Sarkozy declaró: “Con más Francia en la OTAN, Europa podrá hacer oír mucho más su voz”. [9]

Sin embargo, la línea de fondo de la UE frente a Rusia está lejos de ser votada y de haber conquistado la unanimidad. Fuerzas políticas europeas, de derecha y de izquierda, algunas extremistas [10] y otras de centro, quieren imponer a los europeos una línea de alianza estratégica con Rusia, en lugar de un reforzamiento de la Alianza Atlántica, lo que inquieta sin duda a los Estados Unidos y a los países europeos que integraban hasta el verano de 1991 la llamada Europa del Este, como Polonia, Checoslovaquia, Ukrania, los países bálticos, etc. Los más ardientes defensores de esa idea se encuentran en Alemania y hasta ministros de Angela Merkel piensan en eso [11].

Hay pues un evidente regreso de Europa sobre el continente latinoamericano, después del fin de la guerra fría, y justamente en pleno comienzo de una nueva fase de tensión global que algunos ven como una “segunda guerra fría”. Ese regreso ocurre en momentos en que el ideal panamericano se halla debilitado y el desafío a las políticas liberales-democráticas en América del Sur es considerable. Ese regreso de Europa es incierto pues no contribuye a disipar las amenazas totalitarias que pesan sobre el continente americano. Rusia tiene la política que tiene y Francia no es especialmente activa en la crítica del modelo que preconizan Hugo Chávez y Fidel Castro. París fue especialmente dura con el gobierno del presidente Alvaro Uribe durante los seis años de cautiverio de Ingrid Betancourt, secuestrada por las Farc. Rusia no oculta su hostilidad ante los países occidentales y no vacila a acudir al expediente altamente explosivo del cambio unilateral de las fronteras de un Estado vecino. Lo ocurrido recientemente en Georgia, Ossetia del Sur [12] y Abkazia, es una muestra de ello.

La propagación de tales métodos puede tener efectos nefastos en Latinoamérica donde los regímenes autoritarios venezolano y ecuatoriano, clientes de Moscú, trabajan contra la estabilidad en Colombia. Por otra parte, el brusco manejo del asunto de las exportaciones de gas ruso a Ukrania y a Europa, muestra que los líderes moscovitas son capaces de ir lejos y hasta cortar brutalmente el suministro de gas no sólo a países que ellos había satelizado en el pasado, sino a los poderosos mercados de Europa occidental de los cuales depende el desarrollo de la industria de hidrocarburos rusos.

Toda pérdida de espacio de Estados Unidos en América Latina será interpretada por la ambición rusa y china como una invitación a actuar, con el pretexto de que Venezuela y Cuba lo “solicitan”. La aparente complicidad en esos planes del gobierno de Luis Inacio Lula da Silva no hace sino agravar la amenaza. Todo refuerzo del autoritarismo chavista, corriente decidida a acabar con el panamericanismo, es una mala noticia para las democracias liberales del mundo entero. Por eso será de capital importancia la actitud que Francia tome frente a la contienda en América Latina entre democracia representativa y totalitarismo. ¿Reforzará París el campo del sectarismo? ¿Ayudará, por el contrario, a la recuperación del terreno perdido por el sistema democrático en el continente?

Washington, por su parte, se muestra poco lúcido respecto de la evolución negativa en América Latina, vasto espacio que antes era una de sus prioridades estratégicas. De hecho, la influencia de Estados Unidos en Latinoamérica parece estar en su punto más bajo desde el fin de la Guerra Fría. El presidente George W. Bush, quien apoyó con determinación la lucha de Colombia contra el narco-terrorismo de las Farc, y quien visitó varias veces la región e invitó a varios presidentes latinoamericanos a la Casa Blanca, no le prestó la debida atención al accionar subversivo del castro-chavismo y a las escaramuzas del Foro de Sao Paulo.

Thomas A. Shannon Jr., el jefe de asuntos hemisféricos del Departamento de Estado, no parece inquieto ante la actual coyuntura. En diciembre pasado dijo: “Preferimos considerar estos acontecimientos [lo ocurrido en la cumbre de Costa do Sauipe] como escalones hacia una cumbre más grande, que es la Cumbre de las Américas [patrocinada por Estados Unidos] que se celebrará en abril, en la que sí estaremos presentes''. [13]

Coincidiendo con Shannon, el analista Andrés Oppenheimer tampoco pierde el sueño ante los avances del chavismo. El estima que “el deterioro de las relaciones entre Estados Unidos y Latinoamérica es un fenómeno real, pero probablemente pasajero, que podría empezar a revertirse en la cumbre estadounidense-latinoamericana de abril”. [14]

Colombia no debería esperar hasta abril para dotarse de una visión de conjunto de la evolución en Latinoamérica y de sus remedios. Bogotá parece tener un plan de reforzamiento de sus relaciones diplomáticas y comerciales con Estados Unidos pero no exhibe la misma energía frente a la UE, ni ante sus aliados en América Latina, entre los cuales cuentan no sólo varios gobiernos democráticos sino los pueblos de Venezuela, Bolivia y Ecuador. Esa carencia no parece alarmar a la clase política colombiana. Todo parece como si hubiera sido dejado en el congelador a la espera de que el nuevo presidente de Estados Unidos, Barack Obama, comience a ejercer su mandato y exteriorice una visión más precisa sobre América Latina y el continente europeo. Hasta el momento, Barack Obama no ha sido prolijo en anuncios sobre las perspectivas del continente latinoamericano, aunque ha dejado pensar que él podría cambiar la orientación de Washington frente al régimen cubano.

Los círculos oficiales en Colombia no tienen todavía una visión crítica de las opciones diplomáticas espúreas (Unasur, CSD, etc.) que se están formando, ni ante la degradación acelerada del ideal panamericano. Por el contrario, Bogotá da la impresión de querer acomodarse a los nuevos engendros como Unasur. Las dificultades que plantea Venezuela a Colombia en el terreno diplomático, comercial y político (sobre todo por la ayuda que Caracas le presta a las Farc), ha monopolizado la atención de los responsables colombianos. Ello explica en parte la actitud discreta y neutralista de Bogotá ante hechos como la llegada de la flota rusa al Mar Caribe, donde Colombia tiene jurisdicción y posesiones.

No sería un error si Colombia se plantea el tema de cuán actual puede ser pensar en un nuevo plan de modernización de sus fuerzas armadas. Hasta el momento, los sectores gobernantes consideran que esa modernización ya fue hecha con la importante ayuda norteamericana y gracias al Plan Colombia y al Plan Patriota. Los triunfos militares y políticos recientes de Bogotá contra las Farc hacen pensar a la clase política que esa amenaza contra la estabilidad está relativamente dominada. Sin embargo, el núcleo dirigente de las Farc sigue en pié, y el rearme venezolano y brasileño, y los otros desafíos que están surgiendo en el entorno geográfico más vasto, obligan a un replanteamiento de este tema. Tampoco sería inútil replantear el tema de la OTAN.

En años pasados, Colombia se mostró favorable a una participación en esa alianza. Pero ese expediente fue aparentemente soslayado. No obstante, en agosto de 2008, el presidente Alvaro Uribe reveló que la OTAN le había pedido a Colombia aportar su ayuda en Afganistán, no con tropas de combate, sino enviando un grupo de expertos en erradicación de minas antipersonales y en erradicación de cultivos ilegales.
Discretamente, Bogotá estudia esa propuesta. Si la acepta, contaría con el apoyo del contingente español en Afganistán. Si eso se realiza, Colombia sería el único país latinoamericano que haría parte del l'ISAF (International Security and Assistance Force), la coalición de 40 países que dispone de más de 50.000 hombres en Afganistán. Ante la llegada de armas y navíos de guerra rusos al continente latinoamericano, es hora de reabrir el tema de la OTAN y Latinoamérica.

En todo caso, Colombia cometería una falta si no reacciona rápidamente, junto con sus aliados hemisféricos, contra la degradación sistemática y artificial de la OEA y del sistema panamericano [15]. El trabajo que le queda por hacer a Colombia antes de la Cumbre de las Américas en abril próximo es voluminoso. ¿Se lanzará Bogotá a tiempo a esa empresa?

Eduardo Mackenzie. Periodista, última obra publicada: Les FARC où l’échec d’un communisme de combat. Colombie 1925-2005

Notas
[1] Algunos estiman que un submarino con propulsión nuclear no es un submarino nuclear; que sólo cuenta la naturaleza de las ojivas que él porta. Otros piensan que sí, pues la propulsión de un submarino de combate es parte esencial de su sistema defensivo/ofensivo.
[2] Entre el 1 y 3 de diciembre de 2008, cuatro navíos de guerra rusos fueron recibidos con honores por la Armada venezolana. Se trata del crucero de propulsión atómica “Pedro el Grande”, el destructor “almirante Chabanenko”, el tanquero “Ivan Bubnov” y el remolcador “Nikolay Chiker”. La tripulación de esos navíos fue de 1 600 militares. Las maniobras fueron realizadas “en puerto” y en “alta mar” y en ella participaron 700 marineros venezolanos a bordo de tres fragatas, un transporte anfibio y ocho guardacostas. Algunos aviones Sukhoi de Venezuela participaron también en la maniobra.
[3] Entre 2005 y 2007 Venezuela firmó doce contratos de compra de armas con Rusia. Así pudo adquirir 24 cazabombarderos Sukhoi-30, 50 helicópteros MI-17, MI-26, MI-35, y cien mil fusiles Kalashnikov AK-103 y sistemas de defensa antiaéreos.
[4] Durante la visita de Dimitri Medvedev el presidente Chávez habló con él de la posibilidad de comprar un nuevo lote de armas rusas. El jefe del Comando Estratégico Operacional venezolano, mayor general Jesús Gregorio González González, declaró que Caracas compraría a los rusos tanques T-72 M, carros blindados de infantería BMP-3, lanzaderas de misiles de bocas múltiples, sistemas de defensa antiaérea TOR-1, así como un número no determinado de submarinos, aviones patrullas y nuevos helicópteros. En noviembre de 2008, Moscú y Caracas anunciaron que Rusia construirá una planta nuclear en Venezuela.
[5] En diciembre de 2006, el presidente de Irán, Mahmud Ahmadineyad, viajó a Quito y asistió a la toma del poder del presidente Rafael Correa. Este estableció relaciones diplomáticas con la República Islámica de Irán. En diciembre de 2008, Rafael Correa reveló que está pidiendo asistencia militar a Irán para proteger la zona fronteriza con Colombia. El citado mandatario espera que Teherán le suministre a Quito, a precios políticos, equipos de comunicaciones, radares, visores nocturnos y medios de transporte.
[6] El 9 de abril de 1948, cuando comenzaban en Bogotá los debates de la Novena Conferencia Panamericana, un atentado mortal contra una figura política colombiana de primer plano, fue seguido de un intento de golpe de Estado contra el gobierno elegido de Mariano Ospina Pérez. Ello estuvo a punto de hacer fracasar la aprobación de la carta fundamental de la OEA. Agentes de la Internacional Comunista, así como un personaje cubano desconocido en esa época, Fidel Castro Ruz, actuaron en esos incidentes que destruyeron el centro histórico de Bogotá.
[7] Las maniobras de los rusos en el Caribe ocurrieron poco después de que el presidente Medvedev realizara una visita oficial a Brasil, Venezuela y Cuba. Al mismo tiempo, el presidente iraní Mahmoud Ahmadinejad, quien firmó varios ''acuerdos estratégicos'' con Bolivia y Venezuela, se reunía en Teherán con el presidente ecuatoriano Correa.
[8] Ver el artículo de Jean-Michel Caroit, « Réchauffement des relations entre La Havane et Moscou », Le Monde, Paris, 23 de septiembre de 2008.
[9] Ver la entrevista concedida por Nicolas Sarkozy a la revista francesa Politique Internationale, N. 120, verano de 2008, página 15.
[10] En el partido de Jean Marie Le Pen, en Francia, hablan del “gran presidente Putin” y de la “santa” Rusia como el nuevo Norte para el continente europeo. Hay un auge de un cierto neo-estalinismo en sectores de la extrema derecha francesa, alimentado por su violento antiamericanismo.
[11] El ex canciller alemán Gerhard Schröder es el gran impulsor de la idea de una alianza estratégica de la Unión Europea con Rusia. El actual ministro alemán de Relaciones Exteriores, Frank-Walter Steinmeier, prosigue esa política, a pesar de las reticencias de la canciller Angela Merkel. Lo mismo hace el ministro del Medio Ambiente, Sigmar Gabriel, partidario del abandono de la energía nuclear, lo que acentuaría la dependencia europea de los hidrocarburos rusos.
[12] Sólo el gobierno de Nicaragua, dirigido por Daniel Ortega, ha reconocido la “independencia” de la Ossetia del Sur, como lo desea Moscú.
[13] Ver el artículo de Andrés Oppenheimer en El Nuevo Herald, Miami, del 21 de diciembre de 2008. Sobre la presencia de Irán en Latinoamérica, Shannon le dijo a Oppenheimer: “Podemos lidiar con los chinos y con los rusos. Pero Irán, debido a las sanciones a las que está sometido por sus programas nucleares, debido a lo que Ahmadinejad dice sobre Israel, y debido a la conexión histórica de Irán con el terrorismo en las Américas, especialmente [el atentado de 1994] en Argentina, es algo preocupante''.
[14] Ibid.
[15] Colombia siempre hizo parte de los pilares de la OEA. Dos expresidentes colombianos, Alberto Lleras Camargo y César Gaviria, fueron secretarios generales de ese organismo.

GANADORES Y PERDEDORES CON LAS LIBERACIONES



Empezamos esta columna ofreciéndole disculpas al exdiputado Sigifredo Lopez. El día de su liberación escribimos en este espacio, que era muy posible que su discurso fuera igual o similar al empleado por el exgobernador Alan Jara, en contra del gobierno y matizado con el oscuro síndrome de defensa por quienes lo mantuvieron retenido por mas de siete años.

Para alegría nuestra y de la inmensa mayoría de colombianos, Sigifredo Lopez nos dio una lección de cordura, serenidad y equidad, que no esperábamos. No solo llego sin rencores ni odios, sino que la lucidez de sus palabras y la coherencia de sus planteamientos marcaron, para bien, importantes diferencias frente a su compañero de cautiverio.

Como conclusión, luego de terminada esta “telenovelesca” liberación, digamos que ganaron su libertad seis compatriotas, y eso como diría el comercial, no tiene precio. Ganaron ellos y sus familias, porque a partir de hoy empiezan una nueva vida. Gana también la senadora Piedad Cordoba, porque su gestión, nos guste o no, le arrojará rendimientos políticos y reconocimiento publico. Gana el gobierno porque demuestra una vez más que para liberar a los secuestrados no se necesita ningún despeje, ni mermar la ofensiva de las fuerzas armadas. Y gana el pueblo colombiano, porque en medio de tanta insensatez, se nota una mayor madurez en el análisis y lectura de la situación. Es innegable que el público aprendió a determinar quien es quien en esta confrontación y ya no se deja manipular por estos supuestos “gestos humanitarios”, ni le hacen cambiar su parecer frente al secuestro y los grupos armados al margen de la ley. De ahí precisamente el rechazo general expresado por las palabras de Alan Jara. Si bien es cierto que la mayoría de colombianos pide un intercambio humanitario y exige la liberación inmediata de todos los secuestrados, también lo es que rechazan que sea a cualquier precio, retrocediendo en la seguridad alcanzada en estos últimos años o volver a darle un status a la guerrilla que no se merece, porque con sus actos demuestran cada día su poco interés en un serio y verdadero proceso de paz.

Pierden naturalmente la Farc, porque como dijimos es muy poco probable que estas acciones produzcan un cambio de opinión favorable entre la opinión nacional. Su ya de por si paupérrima situación, solo se compara con la imagen tan negativa que tienen los colombianos de esa organización terrorista. Pierden los periodistas Botero y Morris, porque si antes existía sospecha sobre su afinidad con las Farc, esta quedo plenamente demostrada. Pierde “Colombianos y colombianas por la paz”, del cual solo se salva Piedad Cordoba y eso porque tiene línea directa con el secretariado, de resto es un grupo que no sirve para nada. Son simplemente un “bloque de intelectuales” (¡Mamertos!), que solo buscan protagonismo, cámaras y micrófonos para lanzar proclamas contra el gobierno. Simplemente una ONG más, al servicio de la guerrilla y no al servicio de los secuestrados, ni del país, ni de la paz.

Pero lo peor y más aberrante, es que siguen perdiendo los más de cinco mil secuestrados, por diversos motivos, que aun continúan cautivos. Esa es la más triste conclusión.

UNA MAS: Felicitaciones a todos los comunicadores en su día. Pero no para aquellos que se han alineado con quienes han enterrado al país en la violencia y la pobreza. Los mismos que en cualquier país normal y con una verdadera justicia, deberían celebrar este día tras las rejas, como los verdaderos delincuentes y terroristas que son.