Empezamos esta columna ofreciéndole disculpas al exdiputado Sigifredo Lopez. El día de su liberación escribimos en este espacio, que era muy posible que su discurso fuera igual o similar al empleado por el exgobernador Alan Jara, en contra del gobierno y matizado con el oscuro síndrome de defensa por quienes lo mantuvieron retenido por mas de siete años.
Para alegría nuestra y de la inmensa mayoría de colombianos, Sigifredo Lopez nos dio una lección de cordura, serenidad y equidad, que no esperábamos. No solo llego sin rencores ni odios, sino que la lucidez de sus palabras y la coherencia de sus planteamientos marcaron, para bien, importantes diferencias frente a su compañero de cautiverio.
Como conclusión, luego de terminada esta “telenovelesca” liberación, digamos que ganaron su libertad seis compatriotas, y eso como diría el comercial, no tiene precio. Ganaron ellos y sus familias, porque a partir de hoy empiezan una nueva vida. Gana también la senadora Piedad Cordoba, porque su gestión, nos guste o no, le arrojará rendimientos políticos y reconocimiento publico. Gana el gobierno porque demuestra una vez más que para liberar a los secuestrados no se necesita ningún despeje, ni mermar la ofensiva de las fuerzas armadas. Y gana el pueblo colombiano, porque en medio de tanta insensatez, se nota una mayor madurez en el análisis y lectura de la situación. Es innegable que el público aprendió a determinar quien es quien en esta confrontación y ya no se deja manipular por estos supuestos “gestos humanitarios”, ni le hacen cambiar su parecer frente al secuestro y los grupos armados al margen de la ley. De ahí precisamente el rechazo general expresado por las palabras de Alan Jara. Si bien es cierto que la mayoría de colombianos pide un intercambio humanitario y exige la liberación inmediata de todos los secuestrados, también lo es que rechazan que sea a cualquier precio, retrocediendo en la seguridad alcanzada en estos últimos años o volver a darle un status a la guerrilla que no se merece, porque con sus actos demuestran cada día su poco interés en un serio y verdadero proceso de paz.
Pierden naturalmente la Farc, porque como dijimos es muy poco probable que estas acciones produzcan un cambio de opinión favorable entre la opinión nacional. Su ya de por si paupérrima situación, solo se compara con la imagen tan negativa que tienen los colombianos de esa organización terrorista. Pierden los periodistas Botero y Morris, porque si antes existía sospecha sobre su afinidad con las Farc, esta quedo plenamente demostrada. Pierde “Colombianos y colombianas por la paz”, del cual solo se salva Piedad Cordoba y eso porque tiene línea directa con el secretariado, de resto es un grupo que no sirve para nada. Son simplemente un “bloque de intelectuales” (¡Mamertos!), que solo buscan protagonismo, cámaras y micrófonos para lanzar proclamas contra el gobierno. Simplemente una ONG más, al servicio de la guerrilla y no al servicio de los secuestrados, ni del país, ni de la paz.
Pero lo peor y más aberrante, es que siguen perdiendo los más de cinco mil secuestrados, por diversos motivos, que aun continúan cautivos. Esa es la más triste conclusión.
UNA MAS: Felicitaciones a todos los comunicadores en su día. Pero no para aquellos que se han alineado con quienes han enterrado al país en la violencia y la pobreza. Los mismos que en cualquier país normal y con una verdadera justicia, deberían celebrar este día tras las rejas, como los verdaderos delincuentes y terroristas que son.
Para alegría nuestra y de la inmensa mayoría de colombianos, Sigifredo Lopez nos dio una lección de cordura, serenidad y equidad, que no esperábamos. No solo llego sin rencores ni odios, sino que la lucidez de sus palabras y la coherencia de sus planteamientos marcaron, para bien, importantes diferencias frente a su compañero de cautiverio.
Como conclusión, luego de terminada esta “telenovelesca” liberación, digamos que ganaron su libertad seis compatriotas, y eso como diría el comercial, no tiene precio. Ganaron ellos y sus familias, porque a partir de hoy empiezan una nueva vida. Gana también la senadora Piedad Cordoba, porque su gestión, nos guste o no, le arrojará rendimientos políticos y reconocimiento publico. Gana el gobierno porque demuestra una vez más que para liberar a los secuestrados no se necesita ningún despeje, ni mermar la ofensiva de las fuerzas armadas. Y gana el pueblo colombiano, porque en medio de tanta insensatez, se nota una mayor madurez en el análisis y lectura de la situación. Es innegable que el público aprendió a determinar quien es quien en esta confrontación y ya no se deja manipular por estos supuestos “gestos humanitarios”, ni le hacen cambiar su parecer frente al secuestro y los grupos armados al margen de la ley. De ahí precisamente el rechazo general expresado por las palabras de Alan Jara. Si bien es cierto que la mayoría de colombianos pide un intercambio humanitario y exige la liberación inmediata de todos los secuestrados, también lo es que rechazan que sea a cualquier precio, retrocediendo en la seguridad alcanzada en estos últimos años o volver a darle un status a la guerrilla que no se merece, porque con sus actos demuestran cada día su poco interés en un serio y verdadero proceso de paz.
Pierden naturalmente la Farc, porque como dijimos es muy poco probable que estas acciones produzcan un cambio de opinión favorable entre la opinión nacional. Su ya de por si paupérrima situación, solo se compara con la imagen tan negativa que tienen los colombianos de esa organización terrorista. Pierden los periodistas Botero y Morris, porque si antes existía sospecha sobre su afinidad con las Farc, esta quedo plenamente demostrada. Pierde “Colombianos y colombianas por la paz”, del cual solo se salva Piedad Cordoba y eso porque tiene línea directa con el secretariado, de resto es un grupo que no sirve para nada. Son simplemente un “bloque de intelectuales” (¡Mamertos!), que solo buscan protagonismo, cámaras y micrófonos para lanzar proclamas contra el gobierno. Simplemente una ONG más, al servicio de la guerrilla y no al servicio de los secuestrados, ni del país, ni de la paz.
Pero lo peor y más aberrante, es que siguen perdiendo los más de cinco mil secuestrados, por diversos motivos, que aun continúan cautivos. Esa es la más triste conclusión.
UNA MAS: Felicitaciones a todos los comunicadores en su día. Pero no para aquellos que se han alineado con quienes han enterrado al país en la violencia y la pobreza. Los mismos que en cualquier país normal y con una verdadera justicia, deberían celebrar este día tras las rejas, como los verdaderos delincuentes y terroristas que son.
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