Los próximos años no van a ser los de la seguridad democrática, sino los de la 'solución negociada'.
En reportaje con Fernando Londoño, Uribe dijo -con cierto tono de derrota-: "Las ideas mías sirvieron para elegir, pero no sirven para gobernar".¿De cuáles ideas hablaba? De la Seguridad Democrática. En Colombia, ese es todavía el eje de cualquier política pública.
El pueblo colombiano sabe que hay que luchar sin tregua contra el terrorismo. No así un amplio sector de las élites, a quienes se les metió en la cabeza que la lucha contra el terrorismo no vale la pena. Que es mejor cogobernar con ellos.
Preguntan con desparpajo: ¿Es que Colombia es el único país que no puede tener paz? ¿No es mejor dialogar que seguir dando bala? ¿Qué perdemos con oír lo que quieren? Luego hacen estas reflexiones 'realistas': ¡Habrá que hacerles concesiones! ¡Los guerrilleros (ya entrados en gastos, se les retira el calificativo 'terroristas') no van a echar por la borda 45 años de lucha!
En fin, que por ese camino terminan decretando que hay que pagarles por sus años de terrorismo y encimarles cesantías e indemnización por la terminación del contrato. ¿Pensar en cárceles y en cuentas de cobro sobre verdad y reparación? ¡Olvídense!
La mayoría de nuestros políticos y formadores de opinión son hedonistas: el camino fácil es el propio cielo para ellos, y un metro de dificultades les parece un infierno.
Uribe, en cambio, les demostró que para triunfar contra el terrorismo hay que recorrer el camino de las dificultades; que, como enseña el evangelio, la puerta ancha y el camino espacioso son los que llevan a la perdición, mientras que la puerta estrecha y el camino angosto son los que llevan a la redención.
Como los terroristas ya conocen el facilismo e irresponsabilidad de nuestras élites, les mandan tentaciones ingenuas, como premios nobel de Paz, secretarías de la ONU, foto en Hola, un artículo elogioso en The Washington Post escrito por alguna activista de la 'Farcpolítica' o cumplidos y melosidades en boca de los Chávez, Evos y Kirchners.
Ya les midieron el aceite: saben que nunca cambiarían un camino de rosas -por el que pusieron a transitar a Pastrana, por ejemplo- por otro de lucha y sacrificio cotidiano.
Los próximos años no van a ser los de la seguridad democrática, sino los de la 'solución negociada'. El artículo de Semana, 'Rumores de paz', es notificación de lo que hará la Casa de Nariño. Habrá que aceptar el hecho de unos nuevos años de hegemonía política fariana y prepararnos para nuestra propia contraofensiva en el 2014.
Santos ha dicho que al perro no lo capan dos veces, pero el remolino caguanero parecería tener propiedades embriagantes, porque vemos a muchos hundirse felices en sus aguas borrascosas, de donde saldrán directo para la mesa de emasculación.
Los propulsores del negociacionismo con las Farc, entre los cuales están, precisamente, los amigos agazapados de las propias Farc, tienen en este momento la sartén por el mango: pusieron a hablar a las mayorías parlamentarias el lenguaje de los Cepedas y las Glorias Ramírez; la Iglesia predica sobre las bondades del programa de las Farc; el Ministerio de Agricultura parece una agencia para la descalificación de cualquier tipo de inversión capitalista en el campo; los militares y policías son juzgados por solo mirar a un miliciano.
Mientras tanto, los colectivos de la 'Farcpolítica' asedian a Uribe para mantenerlo alejado del combate, concentrado en su defensa, mientras ellos recuperan el espacio que se les había arrebatado.
Leí el libro de J. M. Zavala sobre Zapatero y su gobierno y me sentí en la Colombia de estos días. ¿Será que esta patria -como la España de Zapatero- terminará destruyendo todo lo construido en 8 años?
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