Como decíamos ayer, el torrente de noticias que diariamente suceden en este país sobrepasa los límites de la realidad, pero esta semana logró batir todos los récords.
La tan deseada libertad del señor Alan Jara ha ocurrido dentro de un ambiente caldeado por las despreciables movidas de dos seudoperiodistas, quienes sin tener en cuenta la vida de los cautivos se dedicaron a ejecutar unas sucias maniobras que deben producir el rechazo de toda Colombia.
El dizque periodista Jorge Enrique Botero, ampliamente conocido por ser un agitador y calumniador profesional, y a quien el mismo Presidente de la República, alguna vez, le tuvo que negar unas declaraciones ante la manera grosera como lo interpretaba y tergiversaba, esta vez se hizo pasar fraudulentamente por miembro de la comisión de paz . Aprovechándose de esto lo que estaba haciendo era recopilando datos periodísticos para, brincándose por encima de los verdaderos periodistas, vendérselas a una reconocida cadena de televisión izquierdista francesa, en un rasgo de traición y falta de honestidad contra sus mismos compañeros que le mereció el rechazo de todos ellos, incluidos de los que forman la gavilla de mamertos antigobiernistas. Vender el honor por un puñado de dólares sólo merece el repudio total de un respetable gremio como es el de los periodistas.
El otro personajillo, un tal Hollman Morris, cometió todos los actos delincuenciales que uno se pueda imaginar. Se presentó también, falsamente, como miembro acompañante de la misión de rescate. No aceptó, rechazando de forma grosera, la custodia que le ofreció el Ejército, tal vez porque estaba seguro que no la necesitaría, y finalmente llamó por radio a uno los jefes farianos para que, en un alarde de irresponsabilidad, se inventara, aprovechando a la chavista Telesur que se le ofreció en bandeja, un ataque de la Fuerza Aérea contra los helicópteros brasileros que traían a toda la comisión de rescate. Después se ha venido a saber, por declaraciones de los mismos soldados liberados, que este sinvergüenza era quien los obligaba a dar falsas declaraciones que eran difundidas y presentadas como pruebas de supervivencia si no querían sufrir las consecuencias, que quién sabe cuantas veces se convirtieron en sentencias de muerte.
Hasta ahora, jueves en la tarde, no se ha oído ni una sola declaración de parte de las asociaciones de periodistas condenando estos crímenes y expulsando de sus organizaciones a este par de vagabundos, quienes bien merecen que el peso de la ley les caiga encima.
Pero como también en medio de tanto drama debemos sacar una sonrisa de sarcasmo, fue eso lo que me produjo el tonito altisonante del bojote, ese que sufre de elefantiasis, y quien está haciendo todo lo posible, ayudado por ciertos círculos políticos y periodísticos, untados como él, para resucitar de su tumba, regañando al Presidente y a miembros de su gobierno por las determinaciones que estaban tomando con el fin de controlar el desorden que trataron de imponer los mismos revoltosos que ni siquiera tuvieron en cuenta el peligro en que ponían a los rehenes. El país debe pedir que sea mandado de embajador al puro centro de la República del Congo para no tener que aguantárnoslo ni un minuto más.
No quiero tocar, por ahora, las declaraciones tan salidas de tono de Jara porque son de tal forma rechazables, que reflejan el daño que le causaron los siete años de espantoso martirio y que se convirtieron en un verdadero síndrome de Estocolmo.
Dejémoslo que tenga tiempo de pensar y se dé cuenta de la realidad del país en carne propia, y no por lo que astutamente le metieron en la cabeza sus secuestradores.
P.D.: Errar es humano. Echar la culpa a otro es estratégico.
Jaime Alzate P. (lapatria.com)
La tan deseada libertad del señor Alan Jara ha ocurrido dentro de un ambiente caldeado por las despreciables movidas de dos seudoperiodistas, quienes sin tener en cuenta la vida de los cautivos se dedicaron a ejecutar unas sucias maniobras que deben producir el rechazo de toda Colombia.
El dizque periodista Jorge Enrique Botero, ampliamente conocido por ser un agitador y calumniador profesional, y a quien el mismo Presidente de la República, alguna vez, le tuvo que negar unas declaraciones ante la manera grosera como lo interpretaba y tergiversaba, esta vez se hizo pasar fraudulentamente por miembro de la comisión de paz . Aprovechándose de esto lo que estaba haciendo era recopilando datos periodísticos para, brincándose por encima de los verdaderos periodistas, vendérselas a una reconocida cadena de televisión izquierdista francesa, en un rasgo de traición y falta de honestidad contra sus mismos compañeros que le mereció el rechazo de todos ellos, incluidos de los que forman la gavilla de mamertos antigobiernistas. Vender el honor por un puñado de dólares sólo merece el repudio total de un respetable gremio como es el de los periodistas.
El otro personajillo, un tal Hollman Morris, cometió todos los actos delincuenciales que uno se pueda imaginar. Se presentó también, falsamente, como miembro acompañante de la misión de rescate. No aceptó, rechazando de forma grosera, la custodia que le ofreció el Ejército, tal vez porque estaba seguro que no la necesitaría, y finalmente llamó por radio a uno los jefes farianos para que, en un alarde de irresponsabilidad, se inventara, aprovechando a la chavista Telesur que se le ofreció en bandeja, un ataque de la Fuerza Aérea contra los helicópteros brasileros que traían a toda la comisión de rescate. Después se ha venido a saber, por declaraciones de los mismos soldados liberados, que este sinvergüenza era quien los obligaba a dar falsas declaraciones que eran difundidas y presentadas como pruebas de supervivencia si no querían sufrir las consecuencias, que quién sabe cuantas veces se convirtieron en sentencias de muerte.
Hasta ahora, jueves en la tarde, no se ha oído ni una sola declaración de parte de las asociaciones de periodistas condenando estos crímenes y expulsando de sus organizaciones a este par de vagabundos, quienes bien merecen que el peso de la ley les caiga encima.
Pero como también en medio de tanto drama debemos sacar una sonrisa de sarcasmo, fue eso lo que me produjo el tonito altisonante del bojote, ese que sufre de elefantiasis, y quien está haciendo todo lo posible, ayudado por ciertos círculos políticos y periodísticos, untados como él, para resucitar de su tumba, regañando al Presidente y a miembros de su gobierno por las determinaciones que estaban tomando con el fin de controlar el desorden que trataron de imponer los mismos revoltosos que ni siquiera tuvieron en cuenta el peligro en que ponían a los rehenes. El país debe pedir que sea mandado de embajador al puro centro de la República del Congo para no tener que aguantárnoslo ni un minuto más.
No quiero tocar, por ahora, las declaraciones tan salidas de tono de Jara porque son de tal forma rechazables, que reflejan el daño que le causaron los siete años de espantoso martirio y que se convirtieron en un verdadero síndrome de Estocolmo.
Dejémoslo que tenga tiempo de pensar y se dé cuenta de la realidad del país en carne propia, y no por lo que astutamente le metieron en la cabeza sus secuestradores.
P.D.: Errar es humano. Echar la culpa a otro es estratégico.
Jaime Alzate P. (lapatria.com)
Por si de pronto este señor no sabe sobre la carrera periodística de Hollman Morris dese una vueltica por acá http://www.youtube.com/user/morrisproducciones .Esta gente si que cosa solo comen del Uberrimo y sus medios.
ResponderEliminar