Causa indignación el hecho ocurrido en el día de ayer en una estación de policía al sur de Bogotá, en la que cuatro uniformados en forma irresponsable y aplicando un concepto salvaje de la famosa “Ley del Talión” le prendieron fuego a un par de jóvenes que estaban allí retenidos.
No podemos prejuzgar sin antes conocer los resultados de las investigaciones, pero si podemos exigir que sean quienes sean los responsables, reciban un merecido y ejemplar castigo. No solo porque estos sujetos han violentado a sus victimas, sino porque han mancillado y deshonrado la grandeza de una institución, así como la confianza y autoridad que la sociedad les había confiado.
Este tipo de situaciones son desafortunadas, no solo por el hecho en si, deplorable desde todo punto de vista y sin ninguna clase de justificación, sino porque esta clase de eventos, al igual que los famosos “falsos positivos”, son los que aprovechan aquellos interesados en el caos y la desestabilización, para llenarse de argumentos en contra de las instituciones democráticas y legalmente constituidas. Son hechos, que aunque aislados, borran de la mente del ciudadano, las victorias y los logros alcanzados por nuestras fuerzas armadas.
Recordemos que la policía Nacional es una institución con mas de ochenta mil efectivos y que, especialmente en los últimos años, ha hecho importantes esfuerzos por mantener entre la comunidad una imagen favorable, profesionalizar a sus integrantes, y defender en forma abnegada y heroica, la vida, honra y bienes de todos los colombianos. Son seres humanos, hombres y mujeres que día a día comprometen su propia vida por enfrentar las más diversas formas del crimen y que responden con orgullo y compromiso la función que la constitución les ha encomendado.
No podemos generalizar y poner a todos sus integrantes en la picota publica por actuaciones y errores netamente individuales y que en nada comprometen la autoridad central ni la política institucional.
No podemos prejuzgar sin antes conocer los resultados de las investigaciones, pero si podemos exigir que sean quienes sean los responsables, reciban un merecido y ejemplar castigo. No solo porque estos sujetos han violentado a sus victimas, sino porque han mancillado y deshonrado la grandeza de una institución, así como la confianza y autoridad que la sociedad les había confiado.
Este tipo de situaciones son desafortunadas, no solo por el hecho en si, deplorable desde todo punto de vista y sin ninguna clase de justificación, sino porque esta clase de eventos, al igual que los famosos “falsos positivos”, son los que aprovechan aquellos interesados en el caos y la desestabilización, para llenarse de argumentos en contra de las instituciones democráticas y legalmente constituidas. Son hechos, que aunque aislados, borran de la mente del ciudadano, las victorias y los logros alcanzados por nuestras fuerzas armadas.
Recordemos que la policía Nacional es una institución con mas de ochenta mil efectivos y que, especialmente en los últimos años, ha hecho importantes esfuerzos por mantener entre la comunidad una imagen favorable, profesionalizar a sus integrantes, y defender en forma abnegada y heroica, la vida, honra y bienes de todos los colombianos. Son seres humanos, hombres y mujeres que día a día comprometen su propia vida por enfrentar las más diversas formas del crimen y que responden con orgullo y compromiso la función que la constitución les ha encomendado.
No podemos generalizar y poner a todos sus integrantes en la picota publica por actuaciones y errores netamente individuales y que en nada comprometen la autoridad central ni la política institucional.
es notorio que ha habido un cambio en la policia nacional si antes le daban a una persona 15 bolillazos ahora le dan 14
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